En 2009, cuando Quico Catalán llegó a la presidencia de Levante UD, el club languidecía en la segunda división, sin más perspectiva que intentar no descender y no arruinarse. Más de una década después, es una referencia por su modelo de gestión y se ha quitado todos los complejos. El futuro es granota
VALÈNCIA. Quico Catalán (Madrid, 1975) asumió la dirección del Levante UD en 2009, cuando el club penaba en la segunda división, apenas tenía 3.000 socios y estaba en concurso de acreedores lastrado por una deuda de 90 millones de euros. Doce años después, la entidad granota está económicamente saneada, tiene 22.000 abonados, un estadio remozado, una nueva ciudad deportiva en proyecto y puede, por primera vez en la historia, superar en La Liga al gran equipo de la ciudad, el Valencia CF. Catalán recibe a Plaza en el Ciutat de València para explicar el milagro reciente y las perspectivas de futuro para los blaugrana.
—Usted nació en Madrid.
— Mi padre es valenciano pero se fue a Madrid a estudiar. Es ingeniero de caminos y licenciado en Ciencias Exactas. Allí se casó con la hija de la dueña de la pensión donde residía, en la que, por cierto, vivían muchos jugadores del Real y del Atlético de Madrid, y creó su familia. Somos cuatro hermanos. Más tarde, fue a trabajar a Dénia, donde pasé mi infancia y gran parte de mi juventud y fui, y soy, muy feliz cada verano, por cierto. Finalmente, nos instalamos en València.
— Su hermano también es ingeniero. Usted se graduó en Económicas.
— Sí, soy el peor de todos [sonríe]. Ellos tienen una cabeza privilegiada y una capacidad de sacrificio de la que yo carezco.
— ¿Por qué es del Levante?
— Por mi padre. Él cuenta que el cambio de Vallejo al estadio actual provocó la pérdida de dos generaciones de levantinistas. Es cierto que en mi quinta hay pocos granotas, pero eso, afortunadamente, ha cambiado. Cuando yo iba al colegio no había más niños del Levante pero en el colegio de mis hijos hay muchos y, lo más importante, se habla de nuestro club. Tenemos una gran presencia en la sociedad y somos respetados y admirados.
«Nunca creí que protagonizaríamos esta transformación, con crecimiento social, jugando la Europa League, diez temporadas en primera... ni por asomo»
— Se le acusa de ‘madridista’.
—Y no pasa nada. Me gusta decir que futbolísticamente soy excelente, pero quiero aclarar que mis mayores alegrías son haberle ganado al Madrid. Luego, tengo que insistir en que mi padre vivía en una pensión con varios jugadores del Madrid. Santillana [Carlos Alonso Santillana, mítico delantero cántabro del equipo madrileño entre 1971 y 1987] llevaba una pegatina en su coche que decía ‘Yo también soy del Levante’ cuando jugaba en el equipo blanco. Se la había dado mi padre, que tiene una gran amistad con él. Si de pequeño no hubiera conocido a muchos jugadores del Madrid la cosa hubiera sido diferente.
— ¿Cuál es su primer recuerdo del Nou Estadi, ahora Ciutat de València?
— Venir de Dénia con mi padre para ver al Levante de Johan Cruyff y coincidir en el campo con mi abuelo, mis tíos y mis primos. Más adelante, seguir a un equipo casi siempre en Segunda B, siempre con mi padre, que nos transmitió su pasión por el club hasta sentir al Levante como algo propio. Mi abuelo ya tenía pases en la tribuna del estadio que aún conservamos en la familia. Luego viajé en autobús con una peña y sufrí en Écija [1995, ascenso fallido a Segunda A], disfruté en Lleida [2006, tercer ascenso a Primera División] o en Jerez, donde viví el ascenso [2004] como consejero del club.
— Con 24 años, llega al consejo de administración.
— Llamaron a mi casa y me convocaron a una reunión del consejo. Me quedé alucinado, pensando que se referían a mi padre, Pedro, pero me aclararon que nos querían a ambos, a Pedro y a Quico Catalán. Fue una experiencia muy bonita; aprendí mucho e incluso llegué a ser portavoz con apenas 26 años. Creo que me llamaron por influencia de la mujer del presidente, Pedro Villarroel, por el pedigrí levantinista de mi abuelo y mi padre y porque en aquel entonces era un chaval que participaba en una tertulia del Levante que llegó a tener cierta influencia.
— Años después, en 2009, el Levante entra en concurso de acreedores. Y usted se convierte en director general, primero, y presidente, después.
— Si, hace ahora doce años. Un día que estaba en el traslado de Sant Vicent Ferrer desde la casa de un clavario hasta nuestra parroquia me llamó Vicente Andreu, el administrador del concurso del club. Fui a su despacho y me propuso dirigir la sociedad. Acepté, después de hablar con mi padre, y solo cuando tuve claro que el objetivo era salvar el club y no la liquidación. No quería ser el enterrador de la sociedad.
— ¿Imaginaba entonces dónde estarían usted y el Levante ahora?
— Ni en mis mejores sueños. Sabía que íbamos a cumplir con nuestras obligaciones, respetar el convenio con los acreedores y pagar, por ejemplo, pero nunca creí que protagonizaríamos esta transformación, con crecimiento social, jugando la Europa League, diez temporadas en Primera... ni por asomo.
— Su mandato acaba, en principio, en 2023. Será el presidente más longevo de la historia de la entidad. ¿Hay riesgo de que se endiose?
— No, por la educación que me dieron mis padres. El día que pierda la cercanía con los míos o no pueda comportarme con naturalidad lo dejaré.
— ¿Se postulará para seguir a partir de 2023?
— No lo sé. Por una parte se me hace un mundo, pero, por otra, lo que estamos consiguiendo es una gratificación tremenda. Esto quema mucho; he hipotecado mi vida personal y familiar trabajando como el que más bajo un gran desgaste, pero a su vez me siento un privilegiado. Veremos.
— ¿El PP le propuso ser su candidato a la alcaldía de Valencia?
— No, aunque es verdad que he recibido llamadas de partidos que no voy a mencionar.
— ¿Le gustaría trabajar en política?
— Dedicarme a la política, no. La política me gusta y me llamó la atención en un momento dado, pero la actual me desagrada. Cada vez me doy más cuenta de que no serviría; no estoy preparado.
«La política me gusta y me llamó la atención en un momento dado, pero la actual me desagrada. Cada vez me doy más cuenta de que no serviría»
— Da la sensación de que el Levante es de Catalán. Es el presidente del consejo de administración, el cual elige a los patronos de la Fundación, la cual elige de nuevo al consejo de administración.
— No, no, no es así; todo lo contrario. El Levante es la sociedad anónima deportiva más abierta que conozco. Cualquiera con apenas dos acciones —yo tengo cincuenta— puede ser miembro del patronato de la Fundación, que es el máximo accionista del club con un 62% de los títulos. Y a esos patronos no los elige el consejo de administración, sino la junta general de accionistas. Otra cosa es que este modelo de gobernanza, creado tras el concurso para dar estabilidad, sea válido para el futuro, pero de momento funciona. Si la Fundación apoya al consejo de administración es porque hemos gestionado bien, dando beneficios, a veces muy importantes, todos los años.
— Su sueldo ha pasado de 229.000 a 350.000 euros fijos. Y ganará medio millón de euros si el club consigue unos logros deportivos y económicos relativamente asequibles.
— Me considero un privilegiado, pero el entrenador y muchos jugadores cobran mucho más que cualquier ejecutivo del club, incluido yo, un presidente ejecutivo. ¿Es dinero? Sí. ¿Ha despertado recelos en alguna parte del levantinismo? Seguramente. Ahora bien, comparemos con otras referencias del mercado. Ni he estado ni estoy en el Levante por dinero.
—Superado el concurso, el club se ha vuelto a endeudar.
— Un fondo de Rothschild nos ha prestado 63 millones de euros. Hemos devuelto 12 millones que debíamos a los bancos y el resto lo dedicaremos a la modernización del estadio, para que genere ingresos y albergue eventos, y la construcción de la ciudad deportiva de Nazaret, que nos da un salto de calidad y nos acerca a nuestra ciudad y a nuestros orígenes. ¿Es una operación arriesgada? Sí, como todas, pero hoy tenemos activos mucho mejores que los de 2009 y necesitamos crecer y para ello debemos generar nuevos ingresos. Además, insisto: el Levante tiene beneficios todos los años, algunas veces muy importantes, desde que este consejo de administración dirige la entidad.
— El Levante ingresa mucho dinero por derechos de televisión y poco por venta de entradas y abonos.
— Somos el club que menos genera por ticketing, pero es una política consciente: queríamos movilizar a nuestra masa social, recuperar el levantinismo, que los padres trajeran gratis a sus hijos y los abuelos a sus nietos. Este año, una vez arraigado ese sentido de pertenencia, queríamos cobrar, porque con el ticketing y los patrocinios se deben complementar los ingresos por televisión. Lamentablemente, la pandemia ha afectado a todos de manera durísima. Deberemos ser escrupulosos con los gastos.
— Hace nada el Levante tenía 3.000 socios y ahora el estadio se llena. ¿De dónde sale tanto levantinista?
— Por la política social que acabo de mencionar y otras iniciativas, como el club de los niños, con el que se agasajaba a escolares, se les traía al campo a ver un partido y se les regalaba una bufanda. Es imposible que ese crío no vuelva al Ciutat de València, y muchos le piden a su padre que les lleve al campo. Y luego el padre se da cuenta de que el pase para el chaval es gratis. El campo es cómodo, está bien situado y tiene un tamaño perfecto para ver el fútbol. Estamos consolidados en primera. Se ha generado un círculo virtuoso que ha recuperado a muchos levantinistas perdidos y ha convencido a otros nuevos.
«La temporada 21-22 será un punto de inflexión en el fútbol femenino: la primera división será una liga profesional y la pondremos en valor»
— La cantera del Levante compite de tú a tú con las del Valencia o Villarreal. ¿Por qué no hay jugadores formados en el club en el primer equipo?
— Nos está costando. En su momento jugaron Jason [ahora en el Valencia] y Camarasa [Betis], y ahora tenemos a Cárdenas [llegó en juveniles al Levante tras su paso por Espanyol y Barcelona] pero es verdad que no está siendo fácil. Creo que esto depende de generaciones y también de que el equipo esté en crisis, cuando es más fácil dar oportunidades a los jóvenes. Por suerte el equipo ha funcionado bien en los últimos años, pero en nuestro debe está el trasladar el buen trabajo en la base al primer equipo.
— Esta temporada, por primera vez en la historia, el Levante puede acabar por delante del Valencia en La Liga.
— Respeto mucho al Valencia. La distancia entre clubs aún es grande; a nivel social, abismal, pero a pesar de todo esto tenemos nuestro espacio en la ciudad y nosotros nos sentimos a gusto con nuestro proyecto. Por supuesto que le podemos ganar al Valencia y quedar por delante este año, en un partido o en una eliminatoria, pero la diferencia entre instituciones es aún muy importante.
— La afición del Levante ha coreado con sarcasmo el nombre de Peter Lim. Uno de los lemas recientes del club es L’equip dels valencians. Usted finalmente rechazó la oferta de un magnate de la NBA, Robert Sarver, para comprar el club. ¿Ha sido su mejor decisión visto el pésimo resultado de los inversores extranjeros en el fútbol español?
— No sé si fue una decisión tan relevante, pero en España no estamos culturalmente preparados para que los clubs sean propiedad de inversores, y mucho menos extranjeros. En España han fracasado casi todos. Aquí entendemos el fútbol de otra forma; tenemos un sentimiento de pertenencia, un arraigo, muy fuerte. El aficionado del Levante no entendería que el dueño del club fuera un señor de Bratislava, igual que él tal vez tampoco entendería la manera de sentir el levantinismo. El no a Sarver fue importante, pero la operación tampoco tenía por qué haber salido mal. Simplemente, el Levante no necesita romper con su pasado y ponerse en manos de un propietario ajeno a la entidad. No necesitamos de ese apoyo para crecer. Reflexioné mucho sobre el asunto y creo que al final acertamos.
— ¿Hay dinero para comprar el Levante?
— Ni el Levante está en venta ni hay dinero suficiente para comprarlo. Y es un club muy apetecible para cualquier inversor, top, una joyita. Por salud económica, salud deportiva, ciudad, modelo, proyecto y dinámica de crecimiento.
— El Villarreal será de nuevo este año el mejor equipo valenciano.
— Un proyecto espectacular de los Roig, un modelo definido, muy profesional y de un mérito extraordinario, en el que fijarse y aprender. Tengo una excelente relación con Fernando padre e hijo.
— ¿Qué opina de la gestión de Javier Tebas en La Liga de Fútbol Profesional?
— El crecimiento de La Liga está ahí. Una valoración muy positiva, ya que se ha creado un modelo de negocio, de espectáculo, que está funcionando y está en crecimiento.
— ¿Como será el fútbol poscovid?
— Un poquito más ordenado, más aseado, pero volveremos a la normalidad. Tenemos que volver a la normalidad. Necesitamos volver a la normalidad.
— El consumo de fútbol ha cambiado. Ahora los jóvenes conocen a los jugadores por la Play Station más que por la tele.
— El fútbol es como la vida, cambia. ¿Cuánta tele tradicional se consume? Muy poca. El fútbol es muy seguido, pero no como antes. Este último fin de semana vi a nuestro equipo de fútbol-sala en mi móvil, a nuestro equipo de segunda B por el móvil y a nuestro equipo femenino ganar en Valdebebas [1-2, en el campo del Real Madrid] media parte e la tele y la otra media en el móvil. El producto televisivo, además, cada vez es mejor, más adaptado a los gustos del consumidor habitual y cuidando hasta el último detalle. En parte, la renovación de nuestro estadio responde a adaptarse a las exigencias de la tele. Por ejemplo, antes no podíamos instalar la sky-cam [el dron que graba imágenes desde el aire].
— Un equipo femenino potente, el fútbol-sala, balonmano, otras secciones. ¿Por qué esa apuesta por otros deportes?
— En primer lugar, es una forma bastante sencilla de hacer levantinismo a través de otros deportes; deportes que normalmente, así lo intentamos, tienen un balón en juego. Por ejemplo, el fútbol-sala es practicado por muchos niños en muchos colegios y tiene gran arraigo en València, sede de equipos míticos como Vijusa, Distrito 10 o Autocares Luz. En segundo lugar, es parte de nuestra política de responsabilidad social corporativa, de ayudar en la medida de lo posible a la sociedad.
— ¿Qué le parece la evolución del fútbol femenino?
—La temporada 21-22 será un punto de inflexión: la primera división será una liga profesional. Pondremos en valor el fútbol femenino, que tiene un recorrido atractivo y bonito. Mucha gente aún no lo conoce y yo siempre digo que deberían.
* Lea el artículo íntegramente en el número 78 (abril 2021) de la revista Plaza