EMPRENDER CON LA CULTURA EN MITAD DEL MUNDO

República Sur: la quimera cultural en Ecuador soñada por dos valencianos

28/03/2016 - 

RÍO DE JANEIRO. Encontrarse con dos valencianos mientras se pasea por Cuenca no parece una anécdota demasiado relevante. Sin embargo, si esa ciudad no se encuentra en tierras manchegas si no a 9.252 kilómetros de Valencia, en las inmediaciones ecuatorianas de la cordillera andina, el fortuito encuentro comienza a tener un carácter más sorprendente. Y si a todo ello le sumamos que se trata de los promotores de República Sur, un centro que aspira a ser en un referente de cultura alternativa en Ecuador, el encuentro ya se convierte en una sorpresa más que inesperada.

Esos dos valencianos son Jordi Garrido y Gustavo Peribáñez y República Sur es la locura personal que decidieron poner en marcha en 2013. La idea nació cuando Jordi llegó a Ecuador después de haber estado viajando por Portugal, Perú, Argentina y Bolivia, realizando siempre labores de voluntariado en el ámbito de la integración social, su especialización profesional. “En 2012 había vuelto a Valencia y me surgió la posibilidad de venirme a Ecuador para colaborar en un centro de integración cerca de Cuenca. Allí estuve como voluntario siete meses, pero acabado ese periodo las condiciones laborales que me ofrecían para continuar no me convencieron. Así que tuve que replantearme qué hacía”, cuenta a Valencia Plaza.

La primera opción era volver a Valencia; la segunda, recuerda, “intentar hacer lo más loco del mundo”. Se trataba de rescatar un viejo sueño de adolescente mil veces elucubrado alrededor de unas cervezas: impulsar un espacio ideal, casi utópico, donde poder compartir charlas y copas, donde poder comer o hablar de libros, donde poder escuchar música o ver un espectáculo, donde disfrutar con una exposición o deleitarse con una buena película. Y aquella Cuenca, con fama de ser la Atenas de Ecuador, parecía el lugar perfecto para intentarlo: “me parecía una ciudad tranquila, asequible, un poco aburrida, pero al mismo tiempo con muchos artistas e inquietud cultural”.

Entre amigos

Para poner en marcha aquella locura, Jordi contaba con cierta experiencia en espacios alternativos valencianos y algún conocimiento de restauración adquirido cuando trabajó en La Tavernaire de Russafa. Pero lo que más echaba en falta era el respaldo de un colaborador, un socio. Aunque sería más acertado hablar de un cómplice, alguien capaz de implicarse en un proyecto que parecía la antítesis de un buen negocio. Alguien, en fin, de tal confianza, que sólo podía surgir del selecto círculo de “los amigos de toda la vida”. Esa persona era Gustavo.

Cuando Jordi contactó con él, Gustavo también hacía seis meses que había dejado Valencia y su trabajo en un sector que se precipitaba en la crisis, el inmobiliario. Había cogido su coche, atravesado el Canal de la Mancha y recalado en Bournemouth, una pequeña ciudad costera del sur de Inglaterra. Allí esperaba encontrar nuevas oportunidades y, de paso, perfeccionar su inglés. Pero lo que halló fue una realidad laboral decepcionante: trabajar en una monótona cadena de empaquetado de té. Por eso, cuando recibió aquella llamada proponiéndole un proyecto disparatado, “no me lo pensé”, recuerda. “Sólo tardé dos meses en reunir dinero para el avión y reunir los ahorros que pude para que me quedara algo con qué mantenerme al llegar”. Y se fue a Ecuador.

Juntos ya los dos amigos, superada la burocracia y realizadas las inversiones necesarias, en julio de 2013 abrió sus puertas República Sur. Su primera ubicación fue en el Paseo del Río Tomebamba, un concurrido malecón fluvial donde las casas históricas se precipitan sobre el cauce del rio evocando a la homónima ciudad española. Sin embargo, algunos problemas les obligaron a buscar una nueva localización. Por fin, tras varios meses de paréntesis, República Sur renacía hace ahora un año, en abril de 2015 y en un edificio protegido, situado en pleno casco histórico de Cuenca que la Unesco declaró Patrimonio de la Humanidad en 1999.

Desde entonces, República Sur se ha confirmado como un foco cultural para Cuenca e incluso el resto del país. En este sentido, sus gerentes destacan los más de 360 actos culturales organizados en menos de tres de años. Y es que en este centro se puede encontrar de todo. Así, el espacio es ya un referente obligado para la música alternativa ecuatoriana. Cinéfilo empedernido, Jordi se vanagloria especialmente de su programación de cine clásico, independientes y de autor. A ello se suman exposiciones de arte, veladas literarias, teatro, mercado de productos orgánicos, presentaciones de libros. Este último aspecto se vio reforzado con la apuesta de editorial Corredor Sur de abrir una librería. En sus estanterías, junto a ensayos de Foucault y Žižek, o las novedades literarias, no es extraño encontrar viejas publicaciones de la Filmoteca de Valencia con sus precios todavía en pesetas.

Paella, flamenco y cultura sostenible

Esa presencia peninsular también se siente en el trabajo de Rosario Castaño, la Charo, una gitana del barrio de Triana que recaló en Cuenca y que eligió República Sur como espacio ideal para divulgar el flamenco. Pero sobre todo en los fogones de Jorge Montaña, chef del restaurante El Óleo que alberga el centro. De su cocina salen por igual ceviches que cocidos madrileños. También una inevitable y peculiar paella valenciana realizada con cuy, una variante del conejo típica de la gastronomía ecuatoriana, que se ha convertido en emblema de la vocación mestiza del lugar.

De este restaurante y su cafetería depende en gran medida la sostenibilidad económica del proyecto. “Todas las actividades que realizamos son gratuitas. Si cobramos alguna entrada es para los artistas y sólo si la recaudación es grande ellos donan un porcentaje al centro”, destaca Jordi. Incluso el periódico mensual que editan con contenidos culturales es financiado por ellos, aceptando sólo publicidad que no contradiga su espíritu autogestionario y abierto.

En cualquier caso, Jordi y Gustavo saben bien cómo sortear los problemas económicos y hacer avanzar el proyecto: trabajando horas y horas. “Vivir de la cultura es difícil. Es duro tener que dedicarle tantas horas al trabajo, algunos días no he dormido más de tres horas y cuando llega el domingo estás muerto", destaca Gustavo, que se lamenta de no haber tenido tiempo en estos tres años ni para viajar por un país tan pequeño como Ecuador. “Lo importante -comenta Jordi- es que República Sur es ya una realidad y que somos respeta dos por nuestro trabajo, como demuestra que se nos haya integrado en la próxima Bienal de Cuenca, una de las citas culturales más importantes del país”.

Perseverar en este trabajo es el único plan de futuro claro para estos valencianos que mientras hablan contigo no dejan de supervisar a los camareros, atender a los artistas que preparan el concierto de la noche o difundir en las redes sociales su programación. “Todo lo que teníamos lo hemos invertido en República Sur –subraya Jordi- No nos consideramos empresarios, no aspiramos a ganar dinero, tan sólo esperamos recuperar algún día lo invertido. A mí me gustaría seguir viajando, vivir nuevas experiencias. Pero también queremos que República Sur siga, crezca y permanezca, que se confirme como algo nuestro que hemos dejemos aquí”.