Opinión

el dedo en el ojo

Agentes dobles, al servicio de su partido

  • Pilar Alegría, ministra de Educación y Formación Profesional y portavoz nacional del PSOE. FOTO: EUROPA PRESS
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VALÈNCIA. Desgraciadamente es habitual que, cuando un partido gobierna cualquier administración, sus componentes tengan un rol confuso. Sobre todo, aquellos que son militantes. Trabajan para el Estado, para la autonomía de turno, pero su papel de alto cargo se difumina al tener siempre como gran objetivo estar al servicio de su partido. Este hecho lo hemos normalizado tanto que ya no sangra a la vista y a la ética que personas al servicio del interés público utilicen esa posición predominante para trabajar en beneficio de los intereses de su formación sin disimulo. La desvergüenza ha ido creciendo a tal ritmo que, gracias a la vorágine del día a día y a la vertiginosa actualidad, ese desprecio a la parte pública queda en un tercer plano. Quien mejor encarna esa abyecta conducta es Pilar Alegría, ministra de Educación y Formación Profesional y portavoz nacional del Partido Socialista Obrero Español. 

Alegría es una de las personas que gracias a las crisis de Gobierno organizadas por Pedro Sánchez pasó del municipalismo y autonomismo a la escena nacional, teniendo un papel importante en clave orgánica. En julio de 2021, el presidente Pedro Sánchez la nombró ministra de Educación y Formación Profesional en sustitución de Isabel Celaá. Y solo un año más tarde, fue nombrada portavoz de la Ejecutiva Federal del PSOE por el secretario general del partido, Pedro Sánchez, en sustitución de Felipe Sicilia, tras una remodelación de la formación llevada a cabo por el líder socialista.

Esta diplomada en Magisterio que según su currículum no ha ejercido nunca como profesora, lleva toda una vida al servicio de la ciudadanía, o de su partido, según se mire, como diputada por Aragón en el Congreso, primero, parlamentaria en su comunidad, después, y consejera, concejala y delegada de Gobierno hasta alcanzar la ‘gloria’ al ser nombrada ministra. En este puesto estuvo lidiando con la penosa implantación de la Lomloe y la unificación de la selectividad, que ha acabado dándole una patada hacia delante al no tener el valor de abordar este asunto como se requiere.

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