VALÈNCIA. A finales del verano de 2016, el vicealcalde del Ayuntamiento de Castellón, Enric Nomdedéu, era nombrado secretario autonómico de Ocupación y Dirección General del Servef. Diplomado en Relaciones Laborales y licenciado en Ciencias del Trabajo y Ciencias Industriales, compaginó la portavocía de Compromís en el Ayuntamiento de Castellón con el cargo de diputado provincial en la anterior legislatura, entre 2011 y 2015. Desde entonces, este nacionalista epidérmico, como se definía en aquella época, al menos según publicaba Castellón Información, dio el salto a la política autonómica y creció su popularidad, sobre todo por su afición a soltar todo lo que le sale de los dedos en Twitter.
Al jefe del Servef (Labora desde 2018) no le gustan las formas clásicas, aburridas y apolilladas de la política. Es un socarrón de manual. A veces burlándose sin disimulo, otras criticando de manera astuta, en ocasiones haciendo gala de humor fino, pero también grueso y, no en pocas ocasiones, errando el tiro cuando carga en exceso sus dedos que tuitean traspasando líneas rojas. En sus primeros años de alto cargo, la oposición encontró en Nomdedéu un filón para verter críticas hacia el Botànic. Por sus publicaciones en redes y por su ideología. Que tampoco esconde. En concreto, su lado independentista, acudiendo a actos donde se pedía la libertad de los políticos presos. Fue en 2018, y el Partido Popular pidió a Puig que cercenara su cabeza por asistir a un evento de la ANC, donde se defendía que los encarcelados por el procés eran presos políticos.
No ha sido el único motivo por el que se ha pedido al jefe del Consell que laminara a Nomdedéu. Aunque solo uno de calado. En concreto por la imputación y un proceso de cuatro años, conocido como de los sobres. Se le acusaba, junto a otras dos personas, de un delito de malversación de fondos públicos, y a Nomdedéu también de falsedad documental, por el presunto envío en 2014 de quince cartas con propaganda electoral, en concreto con las listas de este partido a las elecciones al Parlamento Europeo, mediante sobres del consistorio y a cargo de las arcas públicas. Finalmente, el jurado consideró que no existían razones para establecer la culpabilidad de los afectados. Este asunto le supuso un gran desgaste en lo personal. Tampoco se tomó a la ligera cuando se percató de las repercusiones que tuvo otra de sus publicaciones en la red del pajarito, cuando se faltó con Eduardo Zaplana, expresidente de la Generalitat.
El tuit sobre Zaplana
El mensaje era, siendo magnánimo, poco fino: «El País Valencià es un lugar fantástico, se escapa una vaca en Burriana, aparece una cabra en un hospital de València y hoy he visto a (Eduardo) Zaplana». A ese tuit le siguió otro en el que precisaba que «costaba reconocer» al expresidente de la Generalitat, «sin nariz y parece que la enfermedad le consume, muy deteriorado». Recuerden que Zaplana está siendo tratado por una leucemia. Independientemente de la situación procesal del que fuera ministro de Trabajo, el raje, la faltada, era desproporcionada, más propia de un hater, de un fake, y no de un miembro del Consell. Tanto la lio que borró el hilo de los mensajes en el que también participó, a raíz del primero de ellos, la diputada de Compromís en las Corts Mireia Mollà, que aseguraba podría «morir una semana de risa» con ese tuit.