LA LIBRERÍA

Ricardo Menéndez Salmón viaja a las entrañas de 'El Sistema'

El autor de Gijón, ganador del Premio Biblioteca Breve 2016, nos ofrece una fábula futurista que trata de leer el punto en que se encuentran nuestras sociedades y sobre todo, a dónde se dirigen

14/03/2016 - 

VALENCIA. El Narrador otea el horizonte desde la Estación Meteorológica 16 en la isla de Realidad; su cometido, vigilar desde su atalaya la posible llegada de los otros. Desde el comienzo de la Historia Nueva -el siguiente eslabón en la cadena que arrancó con la Protohistoria y siguió con la Historia Antigua y la Historia Moderna-, nuestra especie se vio dividida en dos facciones definidas por el Sistema. Por un lado, los Propios, los legítimos, los civilizados. Por otro, los Ajenos, los de fuera, la otredad, el peligro, la barbarie. Mientras que el Propio cultiva la asepsia emocional, el Ajeno se deja llevar por las pasiones. El Propio es higiénico, el Ajeno se deleita con la inmundicia. El Propio promueve la paz y el orden, el Ajeno es violento y caótico. En el archipiélago que constituye el Sistema solo viven los Propios, sus islas son el último reducto del progreso y por ello deben ser protegidas a toda costa de los intentos de invasión cada vez más frecuentes de los enemigos del mar. 

El Narrador posee un cuaderno en el que anota todo lo que sucede y todo lo que piensa durante los interminables días de su exilio voluntario en la Estación. Hasta que no tache el último día del séptimo año de estancia en el calendario, no podrá abandonar su puesto. De vez en cuando recibe la visita de su mujer y sus hijas, sin embargo, algo está cambiando en su relación con ellas. De hecho, el cambio no se está produciendo solo ahí: ese algo mutante también se encuentra dentro de él, en la playa, en los mensajes que llegan desde el enigmático Dado, en su percepción -en ocasiones aparentemente distorsionada-, en el mapa de las islas, en el reparto de poder. La gran historia que le contaron y a la que él sigue aportando capítulos muestra signos de podredumbre en los bordes. La periferia gana terreno. ¿Es posible que el Sistema corra peligro? ¿Puede el Narrador estar asistiendo al advenimiento de una nueva Caída?

Ricardo Menéndez Salmón (Gijón, 1971), es el artífice de esta historia mayúscula y de mayúsculas que ha sido reconocida con el Premio Biblioteca Breve 2016 y publicada por Seix Barral. El Sistema, con ecos a grandes hitos en la historia de la ciencia ficción más comprometida políticamente, aunque no por ello una novela clasificable dentro del género, nos plantea un escenario en el que el presente de la sociedad global se nos muestra a través de las impresiones de un narrador -el Narrador-, cuya visión de conjunto es en un principio la versión oficial del Sistema, en la que los antagonismos son la base del buen funcionamiento de la maquinaria social. Desde su posición, el Narrador es una pieza más del mecanismo, un engranaje que vela porque el statu quo permanezca y que no sucumba a los envites de las hordas bárbaras que persiguen desestabilizar su hábitat, aquel al que ha consagrado su vida desde su paso por el servicio censor conocido como la Boca hasta su residencia actual en la Estación. 

Escrito antes de que los sucesos a los que asistimos en estos días sacasen a relucir nuestra vergonzosa pasividad, El Sistema se anticipa primero, durante el tiempo en que el autor fue huésped de la Internationales Künstlerhaus Villa Concordia de Bamberg en el que se escribió parte del libro, y coincide después, con su publicación, con unos hechos que dan entidad a su metáfora. La caída de Empiria y el Grexit, el asalto de los Ajenos y las migraciones masivas que una Europa incapaz trata de repeler con medios a la altura de nuestra catadura moral como imperio oxidado; Menéndez Salmón va un paso por delante demostrando tener la vista en perfecto estado de forma y la facultad para prever la catástrofe por encima de los muros y las concertinas. En su lectura, a veces podemos llegar a sentir escalofríos por lo profético: esos náufragos escupidos por el mar, esos cadáveres que abonan la playa con muerte y oprobio son demasiado reales. 

“El Sistema admite ser contemplado como la expresión perfeccionada de un anhelo: la reducción de la existencia humana a técnica pavloviana, el desarrollo máximo del reflejo condicionado que vincula la obediencia a la recompensa y la desobediencia al castigo”. Sumergido en este contexto vive el Narrador en su primera fase hasta que comienza a faltarle el oxígeno y aparecen las fisuras en su lealtad al discurso que aprendió. Es entonces cuando decide elaborar su propio discurso, y en esa evolución de nuestro protagonista nos vemos arrastrados e implicados, porque Menéndez Salmón hace que a medida que la situación del Narrador cambie, nuestra perspectiva también. Pasamos del él al yo y al tú. Contemplamos lo que ocurre desde distintos ángulos. Porque quien domina el relato tiene el poder y aquí de lo que se trata es de arrebatárselo, si bien en este caso, el relato pertenece a varios. 

Porque El Sistema es un fantástico juego metaliterario, a veces tan complejo de resolver como el propio Juego que se nos presenta en un momento determinado de la historia. En sus páginas tiene lugar el presente y el futuro, una partida de ajedrez tan colosal como la vida misma, tres secuestros: la política por la economía, la libertad por la seguridad, lo humano secuestrado por lo tecnológico. El héroe diurno, como en Soy leyenda (el libro, no la película), puede ser un monstruo que ataca a los indefensos cuando duermen protegiéndose de la luz del Sol, un Drácula revisitado. Lo Propio y lo Ajeno puede invertirse como se invierte la imagen de lo que vemos en un negativo. Y en mitad de la profecía, una pintura que viene y va, la Lección de Anatomía del Dr. Nicolaes Tulp, recordándonos que lo que estamos digiriendo no es solo un pasatiempo sino también una autopsia de la realidad que nos enfrenta a la pregunta clave: ¿Dónde estabas cuando todo dejó de ser como era?