de vuelta en el Sant Antoni Pop de Betxí

Rock, garage y música negra con The Meows

16/01/2025 - 

CASTELLÓ. Una de las grandes bandas de rock, garage y música negra de todo el país volverán a los escenarios, para suerte de los asistentes, en el Sant Antoni Pop Festival de Bextí el 25 de enero. The Meows llevan un tiempo inactivos, y volverán a calzarse las botas del rock en esta cita ineludible y exclusiva. Los de Barcelona regresarán a álbumes de la rapidez, el sudor  y las melodías como At the Top of the Bottom (2016) o su última referencia All you Can eat (2011). En 2024 publicaron un disco de rarezas y versiones, All you gotta do (Familiy Spree Recording), del que no tocarán nada en Bextí, así que todas las canciones serán clásicos de la banda. Castellón Plaza queda con Francis Riera, vocalista de la banda, que ese día lleva un buen constipado para saber las historia de la banda.

El combo nació en uno de tantos conciertos que Enric Bosser, miembro del grupo Marmates y Francis en Revved-Up Bulls realizaban por la geografía catalana. Una noche en Cardedeu les tocó actuar juntos y ahí dieron rienda suelta a la idea de una nueva banda: The Meows. “Ellos (Marmates) eran muy garageros”, me indica, Francis. Que recuerda perfectamente cómo fue aquel bolo “Coincidimos en un pueblo de Catalunya que se llama Cardedeu, y yo recuerdo que el concierto fue muy psicodélico porque era un bar pequeño, que había un futbolín, que la gente estaba jugando y a la par viéndonos”, dice. “Y de ahí salimos los Meows, y hablamos, aunque ya nos conocíamos de vista, porque Enric es más joven que yo. Quedamos un día, charlamos y ya comenzamos a buscar músicos para crear The Meows”

Dos jóvenes con diferentes influencias, pero que tenían como nexo de unión el rock. Así que cuando se forma el grupo se inicia con algo más de melodías pop, que luego irían derivando hacia el garage y la música negra, en una evolución llena de matices pero siempre ascendente. Ya como The Meows publican, gracias al sello Goo Records, el sencillo, Crazy (1995) y Little Thing con Louie Recods. “Si escuchas el Crazy era un poco más pop, ya pasamos de esa faceta a la música más negra del final; claro, claro no había nada (a nivel musical), no había una postura clara, íbamos haciendo lo que salía. Yo era más poperos, me gustan mucho las melodías y el powerpop, y él siempre ha sido más oscuro y más punkie. Queríamos hacer rock & roll y no teníamos claro qué hacer”, sentencia.

Una confianza "a ciegas"

Tras esa publicaciones un joven de Castellón se interesa por ellos y la banda publica el single, She con el sello No Tomorrow Records. “Se puso en contacto con nosotros, no recuerdo si fue vía telefónica, todo esto lo llevaba más Enric que yo”, recuerda. “Él se interesó por nosotros. Javi (propietario del sello), lo que pasa es que es amigo, se lanzaba a la piscina, nosotros grabábamos y él no había escuchado nada de los habíamos grabado, había una confianza total. Los grupos de No Tomorrow eran vascos, como Catecismo, tenían a Shock Treatment que eran más ramonianos, nosotros éramos más garageros. Confió en nosotros a ciegas”, comenta con gratitud.

No Tomorrow fue un sello importantísimo en el underground español, Javier Ordoñez, es un personaje necesario para conocer la historia de la música en Castellón y su sello un referente. El grupo publicó un primero elepé homónimo en 1999 y tuvieron, como por desgracia era habitual, mejores críticas fuera de su país que dentro. “Eso todos, todos los discos, el que tuvo más repercusión fue el último, que lo nombraron disco del año en El Sótano (programa de Radio 3), y a raíz de eso tuvo más impacto”.

La realidad de la música que no está impulsada por una discográfica importante es que les cuesta el triple vender y darse a conocer, sobre todo en los años del fanzine y la radiofórmula. Así que era normal que la gente, el público, ni se enterara de la existencia de una banda, por muy buena que ésta fuera. “Yo recuerdo ir al País Vasco y encontrarnos cien personas de público (sonríe). No fue una época de: ¡qué pelotazo han pegado estos!, fue un desastre (risas). Yo recuerdo ver aquí a Green Day en un pabellón cuando sacaron el primer elepé con quince personas. Teníamos un público fiel, pero no de masas”.

Una buena promoción

El underground no es algo que se busque intencionadamente, simplemente las circunstancia a veces son así, lo mejor es tener una buena promoción. “A cuanta más gente puedas llegar, mejor”, espeta. Me pregunto por las giras. “Hemos hecho conciertos sueltos, nos salió alguna oferta, pero en aquella época tanto Enric como yo teníamos trabajamos bastante estables y no podíamos dejar el trabajo más que un fin de semana, recuerdo que nos salió algo por Estados Unidos para hacer una semana”, dice. Esa gira por Estado Unidos, coincidimos, hubiera sido la releche, aunque luego no hubiera ido casi nadie. “Nos salió Roma y nos fuimos a tocar. Esto fue al principio, no recuerdo si fue en el primero o el segundo. Si me hubiera tocado ahora, dejo el local, chapo y me voy tan feliz”, comenta.

El primer concierto de The Meows fue en el Magic, cuando estaban comenzando también tocaron con una de las bandas más míticas como teloneros en la sala KGB de Barcelona junto a Chesterfield Kings en 1994. Es la parte muy positiva de vivir en una ciudad como Barcelona, que es más fácil poder telonear a grandes como Chesterfield Kings. The Meows es un grupo donde se puede apreciar, y disfrutar muchísimo de la evolución musical del combo. Sería decir una gran mentira que la banda se ha estancado o siempre hace lo mismo.

“De lo que más contentos estamos, y en eso coincidimos todos, fue la evolución del grupo musicalmente y de cara al sonido del grupo, para mí personalmente el últimos disco es el que mejor suena, eso es algo que teníamos claro, que cada disco fuera mejor que el otro”, comenta. “A nivel composiciones, cada uno tiene sus gustos, pero a nivel de sonido cuando dimos con Santi García, que tiene los estudios en Sant Feliu de Guíxols, que grabamos los últimos dos o tres discos con él, sí que fue evolución y el últimos es el que estamos más contentos, y eso está muy bien, acabar con un disco que estamos contento es lo importante; acabar de momento, grabar, yo no lo veo, tocar quizás sí, porque ahora tocamos con Joel, el nuevo guitarrista, que sustituye a Enric”, apunta.

Un 10'' por puro placer

Tras ese primer disco homónimo, The Meows publican un 10´´, More & Better (2001) por puro placer. “Era un 10´´ y era el formato que más nos gustaba a Enric y a mí; o sea, como bonito, fue un caprichín, se lo propusimos a Javi y el tío le pareció superbién la idea, más que nada por lo bonito del formato, aparte de que eso que dicen que el vinilo si pones menos temas la calidad es mejor, no sé… el motivo principal fue un capricho, que queríamos un 10´´ porque nos gustaba ese formato muchísimo, ese disco es uno de los que me gustan más”, dice el cantante. At the Top of the bottom (2005), fue su segundo elepé, se hizo rápido, que no deprisa.  “Ahí tuvimos la ayuda de Jaime Gonzalo (cofundador de la revista Ruta 66) escribió letras, la que da título al disco seguro, y entones había mucho trato con él, tenerlo a él, que es un clásico, es mítico, como colaborador fue brutal”.

Una de las cosas que más agobiaba a la banda era su propio sonido, no exactamente el del grupo, sino más bien el que se reproducía en los vinilos; le faltaba empaque y fuerza, algo que irritaba a la banda que buscaban un sonido más similar a lo que ellos producían en el local de ensayo y en directo. “Ya grabamos con Santi, nos fuimos a Sant Feliu, ya conseguimos el sonido ese potente, porque el problemas de las bandas nacionales era eso, que el sonido era un sonido maquetero normalmente, escuchabas a un grupo americanos en vinilo y escuchabas uno de aquí y había una diferencia acojonante, y eso nos daba mucha rabia. Y no conseguir un sonido bueno que tuviera buena pegada nos agobiaba mogollón. Y con Santi conseguimos eso, tener un buen sonido en vinilo, y eso fue importante. Aparte de temas como las composiciones, que dimos un paso adelante”, aclara.

La grabación, siempre con el tiempo medido, era más directa. “La base se grababa en directo, batería y bajo juntas, y luego venían las guitarras y luego las voces, el marrón venía para mí (risas). Nos íbamos una semana allí, estábamos en un pueblo de la Costa Brava, nos dejaba un apartamento una semana, y nos metíamos a grabar, lo hicimos en cinco días, y el último también, nunca hemos estado mucho más de una semana para grabar un disco”, recuerda.

Unos teclados envolventes

Llegamos a la última referencia musical que tenemos de The Meows, aunque esperemos que algún día quieran o puedan grabar algún single. En All you can eat encontramos mucha música negra, y unos teclados envolventes y magníficos. Bar Ramón es de ms canciones favoritas, el teclado entra como un tiro. “El Bar Ramón es el bar donde quedamos siempre en Barcelona (ríe) y David, que es el dueño, cuando se enteró de la canción flipó. Era el bar donde siempre íbamos a tomar las copas y las tapas”, revela. Es una pena que esos teclados tan chulos no se puedan disfrutar en directo, aunque la sustitución sean guitarras afiladas.

“El problema que tenemos con ese single, es que a la hora de defenderlo en directo no teníamos teclado y en ese disco es bastante importante el teclado en muchos temas, y te quedabas colgado, no llevábamos pianista en directo ese momento. En directo lo que hacíamos era solo guitarra, y pasando de los teclados, y entonces los temas sonaban un poco distintos. Tenía quizás más caña, más contundencia, al ser solo guitarra, y sonido más guitarrero, le quitaba un poco el encanto de los teclados que están superbien, y hay mucho piano por ahí y mucha cosa chula”, dice.

En Sant Antoni Pop,  la banda dará un paseo por su discografía, aunque sin ningún tema de  All you gotta do, que la mayoría son versiones.  “Yo creo que no hacemos ninguna del All you gotta do (risas) La idea es tocar 14 o 15 temas, y hay un poco de todo, hay temas del primero, sobre todo de los elepé, y hacemos tres o cuatro versiones, hacemos un popurrí desde el 99 hasta el 2011. Hay dos o tres temas de cada disco, más del último”. Será tralla pura y dura de tres cuartos de hora, así que para lo que vaya a asistir será intenso y divertido. “Este concierto será de 45 minutos, nunca hemos llegado a la hora de concierto. Los conciertos largos nunca me han gustado. Es interesante que la gente se quede con ganas. Que sea un castañazo que les reviente la cabeza (risas)”.