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la histórica castielfabib limita con teruel y cuencia y destaca por su castillo y parajes

Sin tiendas ni colegio: los retos básicos del alcalde del municipio más alejado de València

3/03/2024 - 

VALÈNCIA. Tiene nombre de castillo, cuenta con el punto poblado de mayor altura de la provincia y se trata de la localidad más alejada de la capital dentro de la demarcación provincial. En concreto se halla a unos 160 kilómetros de distancia de Valencia, lo que significa, en vehículo privado, alrededor de dos horas de autovía y carreteras sinuosas, más si se va por Teruel o Ademuz y menos si se enfila desde Utiel.

Su topónimo contiene reminiscencias romanas (castillo de Fabio), llegó a alcanzar el rango de sede de las Cortes Generales de Aragón y en una de sus cinco aldeas, Arroyo Cerezo, se encuentra la denominada Cruz de los Tres Reinos por unir al citado de Aragón y a los de Valencia y Castilla.

Su fulgor pasado contrasta con su presente, sin tiendas ni colegio y con el único local comercial, la farmacia, a punto de cerrar por jubilación. Restaurante tienen los fines de semanas, cuando la clientela aumenta con los visitantes. De lunes a viernes, los autóctonos se conforman con sacar un café de máquina expendedora.

En el extremo noroeste

En la actualidad residen en Castielfabib, la localidad del recóndito extremo noroeste del Rincón de Ademuz y más al norte de la provincia de Valencia, 300 habitantes. Está tan arriba en el mapa que, en la práctica, constituye un islote entre territorio autonómico, turolense y manchego.

Sus moradores se reparten entre el casco urbano y su quinteto de aldeas: Arroyo Cerezo, Cuesta del Rato, Mas de Jacinto, Mas de los Mudos y Los Santos. En la primera, con apenas media docena de vecinos en los meses más crudos del invierno, se sitúa la famosa Cruz de los Tres Reinos.

Su presente, como se indicaba en párrafos anteriores, contrasta con el legado histórico que atesora. “No recuerdo tener horno desde pequeño. Las dos tiendas que había cerraron y la farmacia lo hará en junio por jubilación. Estamos buscando relevo”, describe su alcalde, Eduardo Aguilar, del PP, que gobierna con mayoría absoluta desde 2011.

Eduardo Aguilar, alcalde local, en un acto en su municipio.

No obstante, tras describir el panorama, el primer edil lanza una proclama de esperanza. “El Ayuntamiento abrirá un local multiservicio con restaurante y tienda. Se ocupará una pareja de Barcelona. Esperamos que esté a finales de año”, comenta.

Castielfabib destaca por su belleza natural y por su configuración medieval, con su imponente castillo sobre el promontorio rocoso y por la distribución de sus viviendas que las hace idóneas, por ejemplo, para una semana cultural en la que las antorchas, la recreación de duelos de espadachines o las danzas atraen hasta “800 personas”, según destaca el alcalde.

Más de la mitad, jubilados

En este municipio agrícola -resalta por su manzana Esperiega-, con más de la mitad de su población en estado de jubilación y con el resto buscando su sustento sobre todo en trabajos vinculados al empleo público, reunir a un número que se aproxime al millar de visitantes ya supone un logro.

El empleo se halla en los servicios sociales de la Mancomunidad del Rincón de Ademuz (Castielfabib, con sus más de cien kilómetros cuadrados, despunta como el término municipal más extenso), o en la residencia de ancianos de Ademuz y en el centro de día para diversidad funcional. No porque las plazas en estos recintos públicos sean directamente para sus habitantes, sino porque “es muy difícil que venga gente de fuera hasta aquí”, matiza Aguilar.

El primer edil constituye un ejemplo de habitante del municipio. Nació en la localidad, se dedicó a la construcción en la comarca para, posteriormente, consagrarse, con liberación, a las tareas de alcalde. Lo hace en una casa consistorial en la que comparte espacio con secretaria, administrativa y agente de desarrollo local. Gana por mayoría absoluta de cinco sobre siete. Los otros dos ediles los aporta la candidatura del PSPV.

A pesar del frío matutino que en esta época del año puede reflejar temperaturas que bajan de los cero grados, Aguilar defiende los encantos de Castielfabib. “Es precioso. Aquí se inició la conquista del Reino de Valencia con Pedro II. Tiene castillo e iglesia fortaleza, de reconquista, construida sobre una antigua torre de vigilancia árabe. De hecho, contamos con múltiples yacimientos árabes, restos de dinosaurios, arrecifes coralinos en barranco, hoces para entrar haciendo barranquisco o un convento en ruinas”, desgrana.

Semana Santa singular

Aguilar también incluye, en una rápida disertación que tira de pasión y memoria, “la Semana Santa diferente que celebramos y en la que se mezcla lo profano y lo religioso. Llevamos dos chopos a la plaza, los arqueamos y luego los mayorales y las mayoralesas hacen el encuentro con cantos tradicionales y se llevan a cabo los volteos humanos”, relata.

Su objetivo consiste en crear más puestos de trabajo que permitan convertir su municipio en un lugar con servicios y con tiendas. En esa línea se halla el local multiservicio antes citado. O ahondar en el reciclado de la propia basura para elaborar compostaje. O la disposición de solares para vivienda pública y "que venga gente".

"Así podríamos dar prestaciones básicas, como la del horno. Queremos hacer una apuesta como la de Albarracín, ya que nos parecemos, para que quienes viven aquí dispongan de sus establecimientos y prestaciones”, sostiene.

Competencia de Ademuz

Con la precariedad en la que viven cualquier pequeño detalle provoca que Castielfabib se resienta, como el hecho de “habernos quedado fuera de municipio turístico”, o que “la gente mayor que va a la residencia de Ademuz deje de estar empadronada en nuestro municipio porque ha de hacerlo donde se alojará en el futuro”.

No tienen colegio a la usanza general, ni siquiera centro rural agrupado. Sus escolares también se desplazan a Ademuz. “Queremos construir pisos para mayores con espacios compartidos y otros propios”, señala profundizando en retos.

Sin transporte

El transporte en un municipio tan recóndito constituye otro problema recurrente. “No hay autobús. Desde Valencia únicamente se puede llegar a Titaguas. Contamos con taxi subvencionado para servicios básicos, como acudir al hospital de Llíria (a unos 135 kilómetros de distancia) o desplazarse entre las pedanías para hacer gestiones en el Ayuntamiento”, describe.

Transporte, colegios, tiendas, trabajo… son algunos de los retos y dificultades que repiquetean en la mente de Eduardo Aguilar mientras pasea por las calles de su municipio saludando a sus convecinos y contemplando la belleza de la singular iglesia-fortaleza de Nuestra Señora de los Ángeles, uno de los tesoros acurrucados en el municipio de la provincia más alejado de la capital.

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