en les arts

'Tristán e Isolda' de Wagner: la ópera que cambió la música

19/04/2023 - 

VALÈNCIA. Wagner fue literalmente un revolucionario. De hecho, participaba activamente en un movimiento político de izquierdas con un papel muy entusiasta en el ala progresista. Tras una insurrección en Dresde y una orden de arresto contra los revolucionarios, el compositor tuvo que exiliarse, primero a París y después a Zúrich, donde pasaría los siguientes 12 años.

Marginado del mundo musical alemán, sin ingresos y con pocas esperanzas de poder representar las obras que componía,  este pequeño hombre alemán de mediados del siglo XIX se encontraba en una situación muy precaria. Pero en ese momento de crisis existencial pasaron dos hechos fundamentales en su vida. Primero, descubrir las obras del filósofo Arthur Schopenhauer, que le vendrán como anillo al dedo por la visión profundamente pesimista de la condición humana que tenía el filósofo. Y en segundo lugar, conocer a la poetisa y escritora Mathilde Wesendonck, casada con un rico comerciante de sedas fan de su música que, para ayudar al compositor en su delicada situación, le pondrá en su finca una casa a su disposición.

El desenlace no sorprende a nadie y Wagner termina enamorándose platónicamente de Mathilde. Pero parece que ella no tenía intención de poner en peligro su matrimonio, así que de esta situación no consumada surgió la necesidad del compositor por escribir un drama en el que la pasión se saciase de principio a fin, y purgar musicalmente su frustración. Pero esta obra trataría de algo más profundo que eso: del amor como un deseo ilimitado que siempre anhela algo más de lo que posiblemente pueda tener.

Y fue así como empezó a trabajar en 1857 en Tristan und Isolde, a partir de un poema medieval homónimo. En realidad no sucede mucho en términos de trama y acción, pero la música dura más de cuatro horas. Lo extraordinario de Tristan und Isolde es que gran parte de la acción transcurre dentro de la psique de los personajes y se desarrolla a través de la música. Sobre el esqueleto atávico del romance artúrico Wagner refleja un retrato de obsesión sexual destructiva que escandalizó a sus contemporáneos, fusionando misticismo erótico panteísta, pesimismo metafísico adquirido de Schopenhauer y una visión de la psicología humana que se anticipaba a Freud. Una visión cosmogónica embriagadora y abrumadora.

Además de ampliar el tema del amor dramático Tristan und Isolde también representa un punto de inflexión en la historia de la música. El acorde de apertura del preludio, llamado “Acorde de Tristán”, es visto por los especialistas como el comienzo de la música moderna. Wagner rompe las reglas de la armonía, emancipa los cromatismos, desata la atonalidad y sienta las bases para el siglo XX musical. La sensualidad hipnótica de las disonancias llevan al oyente al trance.

Toda la partitura es una gloriosa metáfora extendida del deseo insatisfecho, de la imposibilidad de satisfacer el deseo en general y la realización en la muerte. Esto es el liebestod (muerte de amor), la pasión romántica autoinmoladora.

Tras su estreno nadie quedó indiferente, inspirando reacciones tan viscerales como variadas. Nietzsche, que quedó con ‘una sensación duradera de éxtasis’, lo llamó el 'verdadero opus metaphysicum de todo el arte’. Thomas Mann dijo que era la 'obra más sublimemente morbosa, absorbente y mágica’ que jamás había visto. Verdi quedó ‘asombrado y aterrorizado’, mientras que Clara Schumann la describía como ‘la cosa más repugnante que había visto u oído’ en su vida. Alma Mahler escribiría en su diario ‘solo existe una ópera en todo el mundo: mi Tristán'.

Con Tristan un Isolde, Wagner ofrece algo diferente: un tratado sobre la vida a través de una experiencia musical. Cuatro horas dedicadas musicalmente al amor, el sexo y la muerte, al final del cual la audiencia puede sentir que ha presenciado algo revelador, que incluso le cambiará la vida.

De todas las óperas del repertorio, esta sea quizás la más desafiante intelectualmente, pero también la más intensamente emocional. Wagner es, una vez más, un revolucionario. Concibió todo acerca de este drama musical, solo. Trama, palabras, música, trasfondo filosófico, electricidad emocional. Todo brotó del cerebro de este hombre de cien contradicciones. Antisemita, vegetariano, ateo, obsesionado con el sexo, revolucionario, complejo, desagradable pero terriblemente atractivo, deshonesto, derrochador, totalmente despiadado, vanidoso, egoísta, amoroso. Wagner fue todas estas cosas, y quizás el mayor genio musical de la historia de todos los tiempos.

Abrió una caja de Pandora de posibilidades técnicas y expresivas, viveza de pensamiento y sentimiento musical que nunca más podría cerrarse. El futuro realmente comenzó aquí.

«Este Tristán se está convirtiendo en algo “terrible”. 

¡¡¡Este acto final!!! Temo que la ópera será prohibida [...] ¡Sólo las representaciones mediocres pueden salvarme! Las que sean perfectamente buenas forzosamente volverán loca a la gente. »

Carta de Richard Wagner a Mathilde Wesendonck en abril de 1859.


Tristan und Isolde puede verse en Les Arts del 20 de abril al 3 de mayo. Más información aquí.

Noticias relacionadas