X REHOGAR EN VALÈNCIA

Tú no lo sabes, pero así es como el diseño abierto y la reutilización pueden cambiarte la vida

13/01/2020 - 

VALÈNCIA. Frente a ese consumo exprés que sacia la ansiedad vital únicamente durante unos segundos antes de devolvernos al vacío; frente a la dictadura de la fugacidad encarnada en la interminable gama de artículos de usar y tirar; frente la obsesión de existir en la novedad permanente, en ese último modelo que, por fin, seguro que sí, nos traerá un pedacito de felicidad absoluta…En definitiva, frente a un modelo de existencia concebido como una interminable carrera hacia la nada en el que bajar el ritmo te lanza al pelotón del fracaso, parece casi una cuestión de supervivencia plantear nuevas formas de ser y estar en el mundo. Así lo creen los impulsores de Rehogar, una iniciativa que, con el diseño abierto y la reutilización como banderas irrenunciables, exhibe cada año todo tipo de productos, herramientas y proyectos cuyo objetivo es transformar la vida cotidiana. Tras pasar por distintos espacios de Madrid, Barcelona y Donosti la décima entrega de esta exposición llega a La Nau el 14 de enero con 43 propuestas que ofrecen una forma más amable y sostenible de habitarnos a nosotros mismos.  ¡Vade retro obsolescencia programada!

Entre las premisas que nutren el core de este proyecto, resalta la firme convicción en el que el diseño, abrazado en toda su potencialidad, puede ser un elemento fundamental para cambiar el mundo (a  mejor, claro).“Tanto los objetos como los espacios con los que nos relacionamos condicionan la manera en la que vivimos, ningún artilugio es inocuo ni inocente, ya que han sido diseñados, fabricados, su ciclo de vida termina…La estética es importante, pero creo que todos los que trabajamos en el ámbito del diseño debemos ser conscientes de que los productos deben responder a unas necesidades y han de ser pensados con criterios de responsabilidad social y medioambiental en todo su ciclo: no solamente en su consumo, sino también en cómo van a ser construidos y en que va a pasar con ellos cuando acabe su tiempo de funcionamiento”, apunta Mireia Juan, impulsora del proyecto. En ese sentido, y con València nombrada Capital Mundial del Diseño 2022, se manifiesta también Alberto Flores, otro de los responsables del proyecto: “el diseño, al final, es un conjunto de herramientas y depende de cómo se utilice puede ser beneficioso o muy maligno. En esta situación de hiperconsumismo en el que nos encontramos también ha tenido gran parte de culpa el diseño, así que puede ejercer como problema y solucionador al mismo tiempo. El nombramiento de la ciudad es una buenísima noticia, pero debemos reflexionar sobre qué errores cometidos en pro del diseño no queremos volver a repetir”.

409 proyectos en una década

Rehogar surgió en en València en 2009 a través del colectivo Makea Tu Vida y en esta década de existencia ha ido mostrando al público cerca de 490 proyectos de todo tipo. “Empezó como una necesidad propia de lanzar un proyecto en el que se abordara el diseño de una forma responsable con el medioambiente, con las personas y con el entorno en el que vive”, resalta Juan. En ese marco, desde Makea Tu Vida decidieron lanzar una llamada “a aquellas personas que trabajaban en la línea de la reutilización y, en esa primera edición, nos planteábamos el reto de construir una casa en el que todos los muebles y accesorios estaban hechos a partir de esa idea de reutilización. Buscábamos, además de ser un espacio de reunión, mostrar un contrapunto de lo que se suele ver en las ferias de mueble usuales, que suele ser un diseño más preocupado por obtener beneficios y por responder a unas tendencias más que a unas necesidades sociales”, explica.

En esta década, el proyecto ha pasado de centrarse en el universo del mobiliario y el equipamiento doméstico a avanzar hacia todo tipo de latitudes temáticas que encuentran en el diseño su razón de ser. “Hemos pasado de centrarnos en los objetos que se encontraban dentro del edificio a pensar en el edificio en sí mismo, en sus procesos constructivos, y en los espacios que le rodean. Y eso ha supuesto un cambio de escala”, subraya Flores.

De hecho, entre los proyectos que podrán verse en València se encuentran desde jarrones hechos a partir de tuberías de PVC o papel hasta un colectivo que plantea la construcción de tractores y otros vehículos de maquinaria industrial. También hay aquí espacios para propuestas sobre telefonía, recuperación de espacios urbanos abandonados en los barrios o creación de gafas, escritorios o lámparas. “Nos parece muy interesante ir encontrando propuestas con niveles tan distintos de aplicación y escala. Buscamos mostrar a un público general todas estas iniciativas que se están desarrollando, pero también servir también de inspiración para otros profesionales que estén interesados en este tipo de prácticas y así puedan sentir que no están solos, que hay otras personas interesadas en sus campos de trabajo”. “Puede que los productos que mostramos no sean de uso masivo, pero sí se utilizan y se sostienen económicamente. Para que se conviertan en artículos de uso mayoritario los ciudadanos deben comprender que hay otras maneras de consumir y de vivir. Más allá del acto de tener dinero, comprar algo, y en algún momento dejar de usarlo, apostamos por el compromiso, por la implicación de cada persona en los procesos de creación de los proyectos”, apunta Alberto Flores.

Un abanico de propuestas que en su diversidad mantiene a fuego una de las esencias de esta iniciativa: la apuesta por el código abierto como posicionamiento creativo e ideológico básico. “Cada proyecto va acompañado de su propia receta: ingredientes, instrucciones paso a paso para replicarla…Incluimos todo tipo elementos que expliquen cómo se ha hecho para que puede volver a hacerse de nuevo: planos, enlaces…No estamos hablando de proyectos utópicos, sino de cuestiones que están poniendo en marcha”, explica Mireia Juan. De esta manera, cada idea mostrada en Rehogar puede ser llevada a cabo por todo aquel curioso interesado en ella.  Así, el concepto troncal de reutilización es entendido aquí desde toda su inmensidad, no solamente como una forma de dar una segunda vida a los materiales, “sino también de compartir conocimientos, procesos ya desarrollados y espacios que antes habían tenido otra finalidad”, señala la integrante de Makea Tu Vida. La creatividad se entiende aquí, ante todo, en clave colectiva.

Propuestas internacionales a problemas globales

Ese collage propositivo funciona, además en clave internacional: en esta décima edición, Rehogar acoge proyectos de coordenadas tales como Palestina, Países Bajos, Costa Rica, Japón, México o Argentina, entre otras. Propuestas que, además, recogen los recursos, anhelos y carencias de cada comunidad. La voluntad de proponer alternativas sostenibles no entiende de fronteras, circunstancia que para Juan no es sino un síntoma de los tiempos convulsos que habitamos “estamos viviendo un momento de emergencia no solamente climática, sino también social. Esto nos lleva a que cada uno desde su posición plantee soluciones y propuestas que planteen otras vías de acción. Ante una situación de crisis global, creo que es normal que las alternativas de cambio también surjan de manera global”.

Como complemente al proyecto expositivo, Rehogar apuesta también por incluir una batería de distintas actividades que tratan de profundizar en esa capacidad del diseño para cambiar la vida de otros seres humanos. En el caso de València, la cita comienza con la conferencia de la investigadora e historia del diseño Raquel Pelta, una charla con la que desde Makea Tu Vida pretenden “contextualizar todas esas prácticas que hemos expuesto hasta ahora. Es necesario explicar que no vienen de la nada, sino que hay una serie de referentes académicos y formales de hace décadas que no podemos olvidar”.

El 80% de las abuelas que habitan Valencia y sus alrededores podrían impartir unas 300 conferencias sobre las bondades de la reutilización y de las nuevas oportunidades que se pueden aplicar a artículos ya transitados por nuestras manos. Al fin y al cabo, llevan toda su existencia haciéndolo, creando un marco teórico de consumo sostenible a menudo sin ser conscientes de ello. “Hace décadas era normal guardar las cosas que dejábamos de usar por si podíamos darles una nueva finalidad. De esa cultura, pasamos a un modelo de consumo muy rápido de usar y tirar, parecía que reutilizar tenía unas connotaciones negativas, como si fuera solamente para gente sin recursos. Pero en realidad, se trata de una toma de conciencia de cómo estar en el mundo, de asumir que los objetos pueden tener muchas vidas y que sus materiales se pueden transformar en otra cosa”, indica Flores, para quien la cultura de ‘usar y tirar’ implica “unos valores muy pretenciosos en los que parece que da igual todo. Pero creo que poco a poco nos damos cuenta de que esa no es la manera más inteligente de afrontar nuestra trayectoria y que debemos encontrar un equilibrio que vaya más allá de un consumismo individualista y compulsivo y que se centre en establecer vínculos sociales”

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