VALÈNCIA. El lugar natural de la escena de música electrónica en València es bajo el radar. En lo subterráneo conviven DJ, promotoras, clubs, fiestas y público fiel desde hace décadas, que no solo se van transformando con el tiempo, sino que reflejan también el amplio abanico y las posibilidades de la música de club. Tal vez dentro de la escena la gran pata olvidada sea el de los sellos discográficos, aunque desde los años 90 han formado parte del ecosistema valenciano y sus publicaciones han trascendido las fronteras locales.
Génesis Electronic junto el pasado 20 de junio en el Octubre Centre de Cultura Contemporània (OCCC), a algunos de los sellos más importantes de la actualidad: Acmé, Gordo Trax, HC Records, Low Syndicate, Oven Sound, Subsist Records y theBasement. Y entre todos forman un mapa mundi de géneros, pero también de maneras de hacer y de reflejos de cómo funciona cada una de las microescenas musical.
Subsist fue fundado en 2009 por Alfonso Civantos y tiene un catálogo de lujo contruido bajo un criterio: “dar visibilidad a artistas emergentes que no son muy conocidos o que no tienen la posibilidad de ser publicados”. Gordo Trax nace en el seno de la fiesta de techno más en boga de la ciudad, pero ha tomado un impulso muy importante recientemente: “fue a partir del año pasado cuando nos dimos cuenta que ya sabíamos tener un sello y teníamos las cosas claras. Ya sabemos cómo llegar a la gente que queríamos que nos pincharan, cómo conseguir que artistas nos mandasen música buena y no los descartes que no les habían cogido en otros sellos…”. El culmen de este viaje, en palabras de Pablo Barberá, es haber podido publicar a Óscar Mulero.
HC Records también nace de manera natural como ramificación de otro proyecto, el colectivo Hypnotica Colectiva: “Como en el colectivo nos ha gustado toda la música electrónica y hemos pinchado de todo, no teníamos ninguna idea prevista de tener un sello de techno o electro… No había fronteras, cada referencia es lo que nos apetecía sacar”. Low Syndicate Audio es el perfecto ejemplo de cómo una discográfica puede poner en valor un subgénero de nicho, en este caso el drum & bass: “El sello lo creamos para darle visibilidad a los productores de aquí de València. Pero también queremos trabajar con la gente que conocemos con las que compartimos valores en lo personal de sitios como México, Colombia o Brasil, para que vinieran aquí y hubiera una relación entre los artistas valencianos y ellos”.
Acmé es el sello de Álex Font: “El sello surge de la necesidad de poder crear un sonido propio desde mi propia identidad. Después de haber sacado ya algunos algunos discos y varias referencias en digital, me vi en la necesidad de poder crear un proyecto de esta envergadura”. TheBasement Discos es la evolución natural de la principal marca de house de la última década en València: “No sé si somo el mainstream del underground o el underground del mainstream”; y de hecho, confiesan que le llegan tantas demos diferentes que han ido creando subsellos para poder etiquetar cada textura.
Oven Sound es el sello más reciente de todos los que estaban en la mesa y, por supuesto, está relacionado con el club Oven, también uno de los principales impulsores de la nueva edad de oro de la electrónica en València: “Queremos sacar a relucir ese sonido que está se está cociendo en el horno de Oven. Realmente hay un montón de artistas, tanto lo que nosotros llamamos la la familia de Oven, como gente que está yendo al club, gente súper joven que está empezando en colectivos y empiezan a producir”.
Las escenas de música electrónica, en su particularidad de ser refugios autónomos de las influencias del pop, construyen sus propias reglas y tendencias. Por eso, cada uno de estos sellos tiene una manera totalmente diferente de tomarse su trabajo. Distribución, recepción de demos, plataformas, venta… Ninguno coincide con otro al 100%.
También influye el hecho de que suelen ser proyectos unipersonales o de pequeños colectivos que además, por la poca rentabilidad, suelen ser paralelos a la actividad principal de cada colectivo o club. En todo caso, lo que vale es el ojo (o mejor dicho, el oído), y de eso los sellos valencianos tienen de sobra.