VALÈNCIA. El órgano de la Capilla del Santo Cáliz, a pesar de su aspecto contemporáneo, sería el más antiguo de toda la ciudad de València, según una investigación reciente. El organista de la Catedral de València y catedrático de clavecín del Conservatorio Superior de Castellón, Pablo Márquez, ha publicado en la revista especializada Cuadernos de Investigación Musical, un riguroso estudio que sigue la pista del instrumento, que en realidad se construyó e instaló originalmente en una capilla desaparecida en la antigua ubicación del Hospital General de València.
La investigación ha recuperado los contratos originales de construcción de principios del siglo XVIII, que describen con gran detalle las características del instrumento primigenio, aunque se remonta incluso a los primeros documentos que datan del siglo XV el primer órgano que tuvo la institución. Fue el deterioro de este el que impulsó la compra de uno nuevo, casi tres siglos después: “El 10 de junio de 1736 se trataba en la junta de gobierno la necesidad de adquirir un nuevo instrumento, ya que el órgano que ay en la iglesia de dicho Hospital es muy viejo, y cada día es preciso remendarle, y con todo esso nunca puede estar aun de mediano servicio, de forma que más sirve de molestia a los ohidos, y de perturbar las vozes del coro, que de acorde armonía para acompañar los divinos oficios, y parece justo ocurrir a dar aquella providencia más oportuna”. En todo caso, la situación económica de la institución y el uso del instrumento apuntaban a la adecuación de “un órgano mediano y lo más reducido que se pueda, pero descente”.
El nuevo órgano fue construido por Martín Userralde en 1736 con un coste final de unas 700 libras. Este constructor, junto con Nicolás Salanova y Tomás Grañena, formaba parte de una factoría de órganos que llevarían el estilo barroco valenciano a su zénit.
En la capilla del antiguo Hospital General estuvo funcionando este órgano barroco hasta mediados del siglo XX, cuando se decide la demolición del complejo medieval para trasladarse al actual en la Avenida del Cid. Afortunadamente, durante la Guerra Civil, ni el instrumento ni la capilla sufrieron daños, según apunta el investigador “quizás por encontrarse en el interior de un recinto sanitario, lo que permitió que el instrumento de Userralde se salvara en gran medida”.
Con la demolición de los edificios, se abre el debate de qué hacer con los elementos y el patrimonio que queda en su interior. Una de las opciones era la Capilla del Santo Cáliz, que en esa época estaban poniendo más en valor; por otra parte, también se debatió si el destino final del órgano sería Casa de la Beneficiencia y la Casa de la Misericordia, que dependían de la misma Diputación de València. Finalmente, se opta por la Catedral a mediados de los años 60.
“Uno de los grandes atractivos de la Catedral de València es sin duda la capilla del Santo Cáliz. Su arquitectura gótica de elegantes trazos no solo da cobijo a una de las reliquias más importantes de la cristiandad, sino también a una serie de obras de arte de gran relevancia y belleza. Quizás por ello, la presencia de un órgano de apariencia más contemporánea pase totalmente desapercibido o más bien extrañe al visitante. Sin embargo, y más allá de las apariencias, se trata del instrumento más antiguo conservado en la ciudad de València”, amplia a este diario Pablo Márquez.
En el traslado “se descartó la caja histórica de Userralde, puesto que ésta estaba construida e integrada dentro de la propia decoración de la iglesia, tal y como se aprecia en las fotografías realizadas. Por otra parte, estaba diseñada para un órgano en tribuna y no sobre planta, dificultando más si cabe una hipotética adaptación. Por ello, el organero dotó al instrumento de una nueva caja que encerraba el órgano histórico bajo una piel estética contemporánea, muy en boga en los años 60, especialmente en Francia, Alemania y el Norte de Europa. Con esta modificación el órgano perdía externamente su aspecto barroco, generando un gran escepticismo en aquel espectador que leía o escuchaba sobre su naturaleza barroca o histórica”. Hubo, ya en los primeros años del siglo XXI, una nueva modificación en 1998: “debido a la organización de la exposición La Llum de les imatges, el órgano fue desmontado y trasladado al taller de los organeros Berenguer & Díaz, sito en Torrent. Al término de dicha exposición, el órgano se volvió a montar, esta vez dotado de un nuevo armazón de corte todavía más contemporáneo que el anterior, en el que los tubos no están albergados dentro de una caja sino que yerguen sobre una base de madera situada sobre la consola”.
En todo caso: “el mayor porcentaje de la tubería que se conserva en su interior es la original del siglo XVIII. Los elementos que lo caracterizan son los propios de la escuela barroca valenciana: la extensión de los teclados y su división en dos mitades, los registros o sonidos que lo componen, la trompetería horizontal, el tipo de afinación, etc. Por ello, esta investigación hace justicia a un instrumento que por sus características, historia y valor patrimonial bien merece la pena recuperar”. Y es que según apunta el investigador, en sus palabras finales: “En estos casi 20 años de andadura, en los que la catedral ha gozado de una intensa vida cultural, llena de cambios importantes como la construcción del nuevo museo o la restauración de algunos elementos de la capilla, el órgano ha sufrido un desgaste claramente visible y audible. Por otro lado, los tiempos y planteamientos en el mundo de la organería han cambiado mucho en estas dos últimas décadas, y la aproximación históricamente informada predomina en las intervenciones de este tipo de instrumentos. Sirva, pues, este artículo como primera piedra en la revalorización de este órgano barroco, centenario y único en la ciudad de Valencia, con la esperanza de volverlo a escuchar como en sus mejores días”. En la actualidad, se sigue utilizando diariamente en la misa conventual y en el canto de la liturgia de las horas, así como en otro tipo de celebraciones religiosas.
La investigación de Pablo Márquez parte del descubrimiento y transcripción de los contratos originales de principios del siglo XVIII, donde quedan recogidas las características primigenias del instrumento, y continúa con las diferentes reformas y periplos que sufrió hasta llegar a la catedral de València. Bien conocedor de la historia de otros órganos de la ciudad, Márquez concluye que este sería el más antiguo de todos, a pesar de pasar desapercibido.