El despacho LouVit Design se ubicará en el histórico edificio, que mantendrá un espacio para exposiciones y distintos actos culturales
VALÈNCIA. En pleno centro de València se sitúa un singular edificio que, en sus 150 años de historia, ha acogido desde batallas de gallos hasta exposiciones de arte contemporáneo. Hablamos de La Gallera. La sala, situada en el número 7 de la calle Aluders, ha tenido más de una vida, siendo la última como parte de la red de espacios del Consorci de Museus de la Comunitat Valenciana (CMCV). Durante años, el organismo cultural llevó allí algunas de sus propuestas de carácter más vanguardista, una sala privada que dejaron en el año 2016 con el doble objetivo de ahorrar en el alquiler y, en consecuencia, potenciar los espacios propios de un Centre del Carme, sede del CMCV, que en ese momento estaba en pleno proceso de redefinición.
Tras la ‘ruptura’ con el Consorci, el espacio quedó dormido a la espera de un proyecto que ocupara de nuevo el singular inmueble, unos portones que han permanecido cerrados durante años, cubiertos de grafitis y con el cartel de una inmobiliaria en el que se podía leer: “Disponible”. La espera, con todo, ha terminado y la sala se prepara ya para abrir de nuevos sus puertas al público, una nueva oportunidad que llega bajo el nombre de Galería LouVit. Es el estudio de arquitectura y diseño LouVit Design, impulsado por Vitor Condeço y Lourdes Benítez, el que ocupará el espacio en las próximas semanas, un inmueble que acogerá las oficinas del despacho y, también, dedicará sus salas principales a distintas propuestas expositivas.
Tras años cerrada a cal y canto, desde hace algunas semanas se puede observar un trasiego inusual en La Gallera, donde se está llevando a cabo actualmente distintos trabajos de adecuación del espacio, acciones de carácter puntual, pues el edificio ya fue rehabilitado y está protegido, que tienen que ver con la limpieza y pintura, reparación de alguna humedad o mejora en instalaciones como los aseos. El objetivo es reabrir sus puertas el próximo mes de noviembre, en el que se celebrará la inauguración del espacio reconvertido en Galería LouVit, un nuevo “espacio cultural” con “arte y música para satisfacer los sentidos”, tal y como se presentan.
La casualidad hizo que Condeço y Benítez acabaran en La Gallera, pues fue durante uno de sus paseos por la zona, en unos meses en los que estuvieron trabajando en un proyecto en la conocida como finca de hierro, oficialmente edificio Garcerán, que dieron con ese cartel que anunciaba el alquiler del espacio. La primera curiosidad dio paso a un desembarco que ya ultima los detalles para su inminente reapertura, un espacio que contará con un pequeño ‘showroom’ del estudio y que abrirá con una exposición dedicada al arte físico y digital de la propia Benítez, que es pintora, una oferta que quieren abrir a distintos artistas así como con una propuesta que sirva para explicar la historia del propio inmueble.
Este proyecto supone una nueva vida para un espacio que llevaba años durmiendo a la espera de un destino. El espacio, cuyo nombre original era Circo Gallístico, fue construido en 1870 para acoger peleas de gallos, lo que explica su singular arquitectura, una construcción que cuenta con un ‘escenario’ central poligonal rodeado en varias plantas por gradas para el público. “[Es] posiblemente el único vestigio de una tipología que aunque rara no fue infrecuente en su época. Era una afición extendida en la zona desde mediados del s. XVII hasta la Guerra Civil de 1936. Su tipología es similar a la del circo urbano pero de menores dimensiones”, reza la Guía de Arquitectura de Valencia publicada en 2007 por el CTAV.
Las batallas de gallos dieron paso años después a las exposiciones de arte contemporáneo, como parte del circuito del Consorci de Museus. Allí derivaron las propuestas de carácter más actual y experimental, aprovechando su singular arquitectura. Algunos de los proyectos más recordados fue Comedias a honor y gloria de Greta Alfaro, que cubrió la sala con centenares de copas de vino tinto, o El rayo verde, una instalación de Fermín Jiménez Landa que hilvanaba literatura y ciencia y que supuso la última intervención artística antes de que el Consorci se desvinculara del espacio.
Un viaje por la València sin pandemia ni gofres con forma de pene a través de los gestos de sus espacios culturales pasados