El proyecto crea en el Museu de Belles arts de Castelló un ecosistema único para conectar 

Una puerta a la imaginación: Play Cube recupera los espacios de juego para educar en la creatividad

31/10/2024 - 

CASTELLÓ. El aprendizaje supone un mundo en sí mismo. No obstante, los caminos que se recorren para llegar hasta él suelen presentarse establecidos desde que el ser humano llega al mundo. Pese a ello, en la telaraña de vías que tejen el conocimiento existen rutas alternativas para alcanzar el fin último de la educación. Una de estas sendas 'singulares' se divisa en Play Cube, un proyecto que construye, en el Museu de Belles Arts de Castelló, un "espacio de juego y experimentación lúdico y dinámico". A través de "cubos gigantes y materiales en constante evolución", el entorno, diseñado para los más pequeños y sus familias, crea un escenario de diversión "único e interactivo".

En la interacción estriba uno de los objetivos principales de Play Cube. Así, la iniciativa plantea un lugar cambiante, que se transforma y reacciona de acuerdo con el individuo. Dividido en tres fechas - una por mes de octubre a diciembre - los más pequeños, acompañados de un adulto, experimentan cada día durante tres sesiones de una hora la libertad de habitar un mundo mágico de paisajes. Entre sesiones, el proyecto participó además este pasado fin de semana en el festival bienal de diseño de Castelló, el Besign Fest. Play Cube busca "unir la pedagogía y la creatividad para forjar una forma de educar diferente", explica Ana Pérez, creadora de la iniciativa. "Nacemos con la meta de que el aprendizaje se centre en el niño y no tanto en los mayores".

El juego para conectar con el presente

Play Cube se concibe desde el sentimiento puro de la maternidad, que llevó a su impulsora, diseñadora gráfica de profesión, a cambiarlo todo para abrir una escuela infantil propia en Castelló, Apapachoa. Allí, Pérez empezó a diseñar unos entornos educativos diferentes que pronto se quedaron pequeños. "Presenté una propuesta al Museu para convertirlo en un espacio jugable y atraer otro tipo de públicos al centro cultural", asegura. La iniciativa se convirtió en realidad y, desde 2019, realizan sesiones continuas - sólo detenidas por los meses de verano - que cuentan con "listas de espera". Aquel que decide adentrarse en Play Cube encuentra "un ecosistema para jugar y conectar con el presente, sin importar la edad y en un ambiente de comunidad", detalla Ana Pérez.

Los asistentes descubren tres cubos gigantes - de dos metros de alto - que actúan como una "puerta a la imaginación; a un juego sin instrucciones, intergeneracional e inclusivo". En cada cubo se encuentra un material diferente con el que poder interactuar, todos ellos "naturales, reciclados o recuperados", señala la fundadora del proyecto. "Buscamos valorar lo que existe y encontrar la belleza en lo que otros descartan o desechan". Por otro lado, la experiencia se completa con mesas de luz, una zona de moqueta y proyectores.

Posibilidades infinitas

El universo de posibilidades que ofrece Play Cube se extiende hasta el infinito, pero siempre con la visión fijada en la educación de los más pequeños y su "mirada sin prejuicios". Por ello, el proyecto apunta a fomentar su "creatividad y la capacidad de fusionar el placer y el disfrute". "Todo lo demás desaparece una vez accedes a Play Cube; ya no importa el tiempo, sino el juego y lo que nos provoca", afirma Pérez. Dentro de este cosmos, la iniciativa ha atraído tanto a niños como a adultos, e incluso a los más mayores, pues ejercita también la maravillosa e innata conexión que se establece entre los abuelos y sus nietos.

El espacio sirve asimismo para reivindicar los entornos de juego necesarios en las ciudades, que "desaparecen poco a poco". "Ya no quedan prácticamente zonas urbanas donde poder dar rienda suelta a un aspecto vital del aprendizaje como es el entretenimiento", afirma Ana Pérez. En este sentido crítico, la creadora de Play Cube pretende que se convierte en "una forma recuperar estos lugares, tanto en el propio Museu como en los espacios abiertos, pues el diseño de estos influye en el cerebro de los niños". En cuanto al futuro de la iniciativa, Pérez tiene claro que quiere extenderlo no sólo a otros espacios, sino también a "otros colectivos como las personas con trastorno del espectro autista o diversidad funcional". Con todo, el próximo 16 de noviembre, los cubos gigantes volverán a ocupar una sala del Museu de Belles Arts de Castelló para que niños y mayores exploren el camino del juego y la creatividad como medios para llegar al fin de educar.