APUESTA POR EL TRABAJO COLECTIVO 

Va!: así es la plataforma ‘made in València’ que puede revolucionar la fotografía contemporánea

Aproximación al colectivo que está tejiendo una red de colaboración y disfrute común para profesionales de las imágenes

7/01/2019 - 

VALÈNCIA. Sí, 2019 es un hecho y, como era de esperar, el nuevo año ha arrastrado consigo las ya clásicas proclamas que braman contra una sociedad de individuos cada vez más aislados y robotizados. Frente a este relato tremendista, se vuelve imprescindible buscar algunas grietas de esperanza. Aunque solamente sea por conservar un mínimo de cordura en la cabeza que llevamos atornillada sobre los hombros. Uno de esos resquicios de luz es Va!, imperativo nombre de la plataforma valenciana que busca potenciar y difundir la fotografía contemporánea desde una perspectiva colectiva. ¿Cómo? Pues mediante actividades de espíritu participativo y disfrutón que ponen a la imagen en el centro de su universo. Observar, conocer y maravillarse en común con los trabajos visuales presentados es el mantra que sobrevuela todos sus encuentros. Al frente de la iniciativa, cuatro sospechosos habituales en esto de disparar instantáneas: María Sainz, Marta Pérez, Pili Lidón y Eloy Pérez. Y dado el éxito de sus convocatorias, parece claro el diagnóstico: a las personas les sigue gustando compartir oxígeno con otras personas.

Proyecciones, encuentros con autores y sesiones de trabajo grupal son algunas de las sendas por las que transitan.  Se trata, al fin y al cabo, de reivindicar las nuevas formas de observar el mundo, pero también de hilvanar complicidades. Esta iniciativa de pies inquietos y pupilas galopantes tomó en una primera fase las hechuras de una revista impresa y gratuita que mostraba en cada número el trabajo fotográfico de cuatro autores. Corría 2012. Como explica María Sainz, “surgió a través de unos encuentros que se hacían en la sala Doctor Nopo. Ahí nos juntamos para editar nuestros trabajos de fotografía y se creó un grupo interesado en lanzar algo. Al principio éramos un montón de gente, luego se quedaron 10”. Sin embargo, mientras que Va! como publicación languideció pronto debido a cuestiones personales y presupuestarias, de sus raíces comenzaron a brotar proyectos complementarios que mantenían el espíritu del medio en papel, pero buceaban en otros caladeros conceptuales. 

 

Así surgió la plataforma Va! como anclaje aglutinador de propuestas que encuentran en encuadres, obturadores y enfoques su razón de ser. Por el camino, se definió el cuarteto que lidera actualmente el proyecto. “Ha sido un proceso natural, fue muriendo porque la teníamos que preparar en nuestro tiempo libre. Además, hacer solo una revista en papel se nos quedaba corto y creíamos que el proyecto podía generar otro tipo de iniciativas”, explica Sainz. “Era una cuestión de ambiciones personales. Somos amigos en la vida y en el ámbito fotográfico, pero luego tenemos estilos y predilecciones distintas. Nos interesaba unir esas referencias para sacar adelante otras actividades”, apunta Lidón. 

Piscolabis, proyecciones y mucho más

Actualmente, el cuartel general de Va! se halla en el bar Festinar. Es entre sus paredes donde tienen lugar acontecimientos como el Visiona, una sesión de visionado de portfolios no competitivos en la que mostrar sin temor el trabajo propio y descubrir el ajeno. Como apunta Sainz, el objetivo es “compartir imágenes sin juzgar, con el único objetivo de aportar ideas (no de restar) y de conocer a otros autores. La gente suele venir esperando soluciones, pero nuestro concepto es más conocer otras opiniones, otros puntos de vista que quizás tú no te habías parado a pensar”. “Tenemos un público muy heterogéneo que trabaja tanto foto documental, artística, personal… Esa mezcla es genial, porque se generan conversaciones muy interesantes y enriquecedoras para todos”, sostiene Lidón. Miradas de naturaleza diversa que se entrelazan, se influyen y se hibridan en unos cuantos metros cuadrados. En este sentido, Sainz clama por una mayor flexibilidad dentro del sector: “creo que los fotógrafos son versátiles y pueden dedicarse a muchos géneros distintos. Hay cierta tendencia a encasillar a los profesionales en uno u otro cometido, ¿por qué no van a tener capacidad y herramientas para realizar proyectos diversos?”.

 

También es en este local del Cabanyal donde cada último viernes de mes se celebra la Mesa de Edición, iniciativa abierta a todos los fotógrafos que quieran reunirse para compartir horas de trabajo frente a las pantallas de sus ordenadores. “Puede que a la hora de captar la imagen estés tú solo con tu cámara, pero es en la edición donde le das forma y nosotros apostamos porque sea un momento que se viva desde la colectividad, con opiniones externas. Por eso nos parece una actividad tan importante dentro del proyecto, es una fase más del proceso fotográfico y aporta muchísimo”, apunta Lidón.

 Por otra parte, entre los eventos sociales que Va! busca potenciar en los próximos meses se encuentran las jaraneras sesiones de Piscofotos (efectivamente, ahí tienen botando el juego de palabras con ‘piscolabis’): “Se basa en tomar algo informalmente mientras disfrutamos de proyecciones de trabajos fotográficos de cuatro autores”, indica Lidón. Además, en su afán por tejer complicidades, la plataforma colabora con los proyectos de otros equipos, como el colectivo de autores emergentes o de medio recorrido Raïm, en cuya fiesta de primer aniversario jugaron un papel esencial. 

El discreto encanto de acariciar imágenes

En cuanto al germen de esta aventura, la propia revista Va!, tras la obligada ausencia, regresa ahora a la carga con un nuevo número en el que ansía volver a difundir los trabajos fotográficos más estimulantes y sugerentes de nuestro entorno. Sin embargo, lograr que la publicación recupere el pulso no ha sido sencillo. “En su momento, tuvimos que pararla porque no era sostenible…Publicar una revista en papel gratuita resultaba algo suicida. Contábamos con algunos patrocinios, pero al final acabábamos poniendo dinero”, señala Sainz. 

 

“Era una idea bonita: difundir fotografía de manera gratuita para que llegara a todo el mundo…” añade nostálgica Lidón. En este segundo round en el que se embarcan, aspiran a contar con un mayor colchón financiero. Para ello, convertirán la revista en un producto de pago. Además, de cara a costear el próximo número lanzarán un crowdfunding con el que lograr la ansiada viabilidad económica, “creemos que puede funcionar por el interés que ha generado el anuncio de que íbamos a retomar el proyecto”, añade. 

Eso sí, apuestan por seguir editando una revista en papel, por la imagen en formato físico, esa que puede acariciarse con las yemas de los dedos, guardarse en un cajón, pasar de mano en mano o coleccionarse en el estante predilecto de la madriguera a la que llamamos hogar.  “La fotografía también hay que tocarla. Ahora mismo, el medio digital a veces te da un exceso de información”, apunta Lidón. Además, optar por una publicación tangible, palpable “exige otro ritmo, igual que los fotolibros”. “Es una manera distinta de vivir el material”, señala Marta Pérez. “La fotografía cobra otra vida en papel, adquiere otras cualidades. Además, permite relacionarlas entre ellas porque lo que estamos publicando no son imágenes sueltas, sino trabajos fotográficos. Por ello, es importante contemplar cómo conviven unas con otras, cómo las estás leyendo. El objeto tiene valor en sí mismo”, apunta Lidón. “Claro, en cada proyecto que incluimos en la revista hay una narración. Y puedes volver a ella tiempo después. Supongo que hay algo de fetiche también”, añade Sainz. Ya saben, el culto al tacto no decae. 

Respecto al eje vertebrador de esta nueva entrega, se otean novedades en el horizonte. “Al principio, hacíamos una convocatoria abierta y elegíamos un hilo conductor dependiendo de los trabajos recibidos. Por ejemplo, en el primer número se abordó Lo cercano y se hablaba de la familia, el entorno, la pareja…, indica Marta Pérez. En esta nueva etapa, han optado por plantear un asunto concreto como punto de partida. El escogido ha sido Energía cinética de un sólido en rotación es el lema establecido. Sí, lo han leído ustedes bien. Sainz coge el timón para explicar la decisión: “Antes, al no plantear una temática, recibíamos un montón de trabajos, algunos tremendamente potentes y otros no, pero nos costaba muchísimo esfuerzo realizar la selección de las imágenes y luego hilarlas entre sí. Quisimos cambiar el planteamiento sin tirar de conceptos generales, así que optamos por un título un poco raruno, extraño. Hay gente que se ha asustado”. 

 

Que no cunda el pánico, más allá de la estrambótica formulación, el objetivo es recopilar proyectos que aludan a “la constante transformación de todo lo que nos rodea. También es una forma de hablar de la propia revista que está en proceso de evolución”, indica. En principio, la convocatoria está abierta hasta el 9 de enero, “aunque posiblemente planteemos una ampliación”, indica Sainz. Un proyecto, el de la revista, que resurge sin una vocación periódica concreta. Nada de atarse a calendarios, nada de dejarse asfixiar por rígidos plazos de entrega: “No queremos presionarnos, sino disfrutar de todos los procesos de la revista. Deseamos tomarnos el tiempo necesario para estudiar bien los trabajos que nos mandan, para editar, cuidar el contenido…”, apunta Lidón. Frente a la despiadada inmediatez que gobierna con puño de hierro nuestras rutinas, la edición de Va! rema a la contra.

Buena salud, pocos recursos

Llega el momento de abordar el ecosistema en el que Va! se desarrolla. “En València han surgido unas redes geniales entre los fotógrafos, se está generando un movimiento muy interesante que hace que los fotógrafos nos apoyemos una barbaridad. La fotografía en la ciudad goza de muy buena salud, un ejemplo es la próxima conversión de La Llotgeta en un centro dedicado a esta disciplina”, señala Lidón. Y aunque comparte este optimismo, Sainz añade también un punto agridulce al diagnóstico: “Hay mucha gente haciendo buenas fotos, mucho movimiento, pero no hay demasiados recursos. Debemos reivindicar el derecho a recibir una retribución justa por el trabajo artístico y exigir la implicación de las instituciones”. Sí, los fotógrafos también necesitar comer para seguir respirando. Con semejante telón de fondo, tejer redes se conjuga como una herramienta imprescindible para que el sector gane visibilidad y músculo: “Es una manera de que se vea que se está haciendo una labor importante y de calidad. De hecho, desde otras ciudades nos felicitan porque no existe en España un proyecto como el nuestro”, apunta Sainz.

 

Vinculado a la problemática monetaria, otro escollo se alza desafiante en el camino: “para muchos, la fotografía no es considerada arte. Eso es así”, apunta Marta Pérez. Lidón matiza: “creo que ha mejorado mucho en los últimos años. No tan fuerte como debería ser, pero ahora ves mucha más fotografía en los museos que hace 5 o 10 años. Y creo que esto va a más, aunque sea de forma lenta. Se trata de un medio de expresión fascinante y abarca un montón de áreas”. Mientras logran vencer los prejuicios en torno a las instantáneas como lenguaje creativo de primer orden, desde la plataforma se conforman con seguir invitando al personal a juntarse, hablar de fotografía, tomarse un vermut, observar y dejar que la mente cabalgue salvaje entre las imágenes. Venga, ¡va!