La ciudad acoge una concentración de espectáculos y de programas de formación de nuevos públicos en La Rambleta, Las Naves y el barrio de Ruzafa
VALENCIA. Todas las primaveras, desde hace 27 años, la danza eclosiona en Valencia en torno a su día internacional, el 29 de abril. Este rebrote periódico de la disciplina artística no está tan ligado a la efeméride como al festival que durante casi tres décadas le ha servido como catalizador, Dansa València. Y el resto del año, un páramo con escasos retoños. Hasta ahora. En los próximos meses, la ciudad aguarda una concentración de citas coreográficas. La más inminente, este sábado, 17 de octubre, en La Rambleta, que recibe la visita de la compañía de Guillermo Weickert. Su propuesta Lirio entre espinas se inspira en el Cantar de los cantares, incluido en la primera Biblia traducida al castellano. La carga carnal de este conjunto de poemas, que celebra el amor en todas sus manifestaciones, contrasta con la represión física que siempre ha caracterizado a la Iglesia católica.
“Queremos construir desde la música, el canto y la danza (quizás las artes que más apelan a la emoción directa) un universo propio que hable del cuerpo, de lo sensorial, de la sensualidad, como canal de conocimiento, pero también de la coraza que cada uno se construye con él para , como dice Bill Viola, “resistir a uno de los estados más delicados y conmovedores que existen: la rendición a un amor absoluto, devastador: desde los excitados, ingenuos latidos del primer amor adolescente hasta la comprensión expansiva de un amor más grande como principio universal fundamental, intuido más tarde a lo largo de la vida y descrito en detalle por santos y místicos de todas las culturas a lo largo de la historia”, apela el reconocido coreógrafo onubense.
La puesta en escena se enriquece con el canto de los versos en directo a cargo de los cantaores Charo Martín y Niño de Elche, que en los últimos tiempos ha revolucionado la escena del flamenco con su cante crítico y su puesta de largo en el Sónar.
“Desde la descomposición de Dansa València, hay una necesidad tanto de oferta como de demanda, y los espectáculos que llegan son contados –lamenta el coordinador de programación de La Rambleta, Juan Manuel Artigot-, de modo que este año nos hemos propuesto incluir trimestralmente montajes que hasta ahora no hayan podido verse en Valencia”.
La apuesta viene facilitada por el programa PLATEA del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (INAEM), que apoya económicamente la circulación de espectáculos. El organismo autónomo del Ministerio de Cultura se hace cargo de la diferencia entre el ingreso por taquilla de cada obra y el caché de la compañía.
“Son formaciones grandes, con elencos numerosos y unos presupuestos que no entran en el planteamiento habitual de programación de una sala, porque van destinadas a un público muy definido. Estas ayudas a gira nos dan la oportunidad de llegar a acuerdos sin correr tanto riesgo”, detalla el programador.
También cuenta con ayudas, pero en este caso a través de un programa portugués de apoyo a la movilidad europea, Your Majesties, Welcome to the Anthropocene, de Vórtice Danza, programada el 22 de octubre. La pieza combina los lenguajes del movimiento con el videoarte para reflexionar sobre nuestra era, marcada por la crisis de conciencia y por la impotencia ante las huellas indelebles de los excesos del pasado. La propuesta se ancla en el discurso de Barak Obama durante la entrega del Premio Nobel de la Paz: “Nuestras acciones importan, y pueden redirigir la historia en la dirección de la justicia”.
El envite por la danza del centro cultural de Bulevar Sur se completa este trimestre con dos reposiciones. El 8 de noviembre regresa el híbrido de flamenco y contemporáneo Relieves, que en abril colgó el cartel de “No hay localidades”, y el 21 del mismo mes, En el desierto, del Premio Nacional de Danza Chevi Muraday, que supone la primera incursión en el baile del actor Ernesto Alterio.
A la programación de espectáculos, La Rambleta decidió incorporar este pasado 4 de octubre la iniciativa gratuita Terrassa Dansa, por la que el público pudo asistir a la hora del vermut a una selección de píldoras de baile. Tras el éxito de la propuesta, la organización pretende repetir la experiencia. “Con este proyecto buscamos crear nuevos públicos y educar a la audiencia infantil. La danza tiene un aspecto visualmente rompedor y contemporáneo que resulta atractivo para descubrir y compartir en familia”, justifica Artigot.
Desde Las Naves claman no ser un espacio de exhibición al uso. “No somos un teatro, somos un espai mutant”, advierte su programador, Guillermo Arazo. Y en coherencia con esa condición mutante, sus propuestas dancísticas incorporan un giro que pasa por la formación y por la indagación en los procesos creativos. Entre sus próximos “atrevimientos”, convocan al público a asistir a work in progress, esto es, trabajos por ultimar.
El próximo montaje de Taiat Dansa, Still Life, se estrenará a finales de 2016 en Londres, pero el 30 de octubre tendrá un pase en LN3. Los asistentes podrán acceder a un muestra de una parte de la investigación coreográfica y dramatúrgica que conducirá a la factura final de la pieza. Tras la muestra a cargo de seis bailarines, se ofrecerá una charla a cargo del dramaturgo de la compañía valenciana, Roberto Fratini, y el público podrá opinar y preguntar a las coreógrafas Meritxell Barberá e Inma García.
En marzo se repetirá la jugada con la compañía de teatro contemporáneo La Tristura, que presentará los mimbres de su nuevo montaje, Cine, cuyo estreno está programado en el Festival de Otoño a Primavera de Madrid.
“Ojala la demanda de danza sea real y la situación esté cambiando, pero creo que esta coincidencia de espectáculos en la cartelera se debe a una casualidad en la programación. No obstante, es cierto que desde las instituciones se ha educado bastante al público en danza contemporánea. Dansa València ha creado una escuela y una afición que en otras ciudades no se da. El panorama de la danza en Valencia no lo veo tan desolado como, por ejemplo, en la performance”,
Para proseguir en esta “educación” de la audiencia, Las Naves va a poner en marcha en los próximos meses Poblats en Dansa, un proyecto de danza comunitaria que involucra a los vecinos de los Poblados Marítimos. “Es una experiencia enriquecedora para sacar adelante una obra de danza en la que se involucren jóvenes, ancianos, niños o adultos, personas con diferentes capacidades, gente con y sin experiencia escénica. Pueden participar cualquier persona: no se requiere ninguna formación artística al respecto”, señala la coordinadora del proyecto, Sara Esteller.
En noviembre arrancan las charlas explicativas en los barrios de Cabanyal, Nazaret, El Grau y Malvarrosa. Los participantes formarán parte de un proceso que durante tres meses les convertirá en protagonistas y cocreadores de una pieza que se representará el 26 de febrero. La convocatoria se hace extensiva a aquellos vecinos interesados en otros aspectos de la creación del espectáculo, como el vestuario y la música.
“La danza comunitaria es un instrumento muy interesante de cohesión social, confirma que el arte siempre puede dar respuestas y convertirse en una herramienta para la inclusión”. Asevera Arazo.
Yoshua Cienfuegos será el coreógrafo encargado de dar forma a la pieza a partir de la singularidad de cada participante. "Buscamos códigos propios, sin olvidar que la danza es una manera útil para desarrollar la inteligencia musical, la espacial y la interpersonal” afirma el coreógrafo, Premio Nacional de Danza de Costa Rica 2010. En la danza comunitaria "surge todo a partir de consignas de trabajo pero despegándose del lenguaje codificado de la danza, hecho que permite la búsqueda de los códigos propios a partir de los movimientos de cada intérprete" resalta Cienfuegos.
Hasta aquí la iniciativa pública. ¿Qué hay de la privada? Durante la última década, el histórico festival Dansa València ha ido diluyendo su función de estímulo y cuna de las nuevas tendencias de danza contemporánea, así que la profesión ha optado por organizar su propia plataforma de difusión. El próximo 24 de octubre arranca con una fiesta de inauguración la tercera edición del Circuito Bucles en el barrio de Ruzafa, una iniciativa basada en la autogestión y la autofinanciación que este año ha recurrido a la fórmula del micromecenazgo a través de Verkami. La muestra se extenderá del 29 de octubre al 1 de noviembre y llevará por lema Disciplinas convergentes.
“Hemos vivido muchos años en la oscuridad. Ha sido un periodo precario, porque había poca programación, era complicado producir y exhibir, así que ha habido una reacción por parte de distintos colectivos”, explica la directora artística del festival, Isabela Alfaro.
La idea reiterativa de esta propuesta es acercar la danza a espacios no convencionales: cafeterías, librerías, restaurantes, galerías de arte, comercios y terrazas. El precio lo marca el espectador, ya que la taquilla funciona a partir de donativos.
“Nuestro objetivo es acercar la danza al ciudadano de a pie. Para ello hemos revisado las fórmulas de programación tradicionales hasta llegar a la conclusión de que hay que romper con lo instaurado y prescindir de los teatros. El formato habitual en Valencia es ir al Teatro Principal, que se encuentra descontextualizado de cualquier barrio de ocio”, establece Alfaro.
La propuesta oferta facilidades tanto para el espectador, por cuestión de precio, corta duración del espectáculo y ubicación en una zona de recreo habitual, sino también para los bailarines, al proponerles montajes de en torno a 15 minutos. “Lo que ofrecemos son pildoritas de danza en un ambiente agradable con barra dentro de la agenda de un viernes o un sábado después de trabajar”, especifica su directora.
Este año a sus habituales Bucles de Danza de pequeño formato y duración, se unen los Extra Bucles, espectáculos de gran formato y larga duración. Otras novedades del festival otoñal son una sección de actividades gratuitas y para todos los públicos, la puesta en marcha de conferencias, talleres para niños y la fusión con otras disciplinas artísticas. El objetivo último de todo esto es ayudar a la normalización de la oferta de danza en la ciudad y que la danza en otoño no sea un espejismo.