VALÈNCIA. La mayoría de los valencianos no lo saben, pero la ciudad en la que viven es mucho más la ciudad de Javier Goerlich Lleó que la de Rita Barberá, Joan Ribó o Ricard Pérez Casado. El arquitecto municipal (desde 1924) y mayor (1931 á 1956) del Cap i Casal proyecto más de 600 edificios. Un legado inverosímil por la cantidad y por la capacidad icónica otorgada a la urbe. Construcciones desaparecidos como el Trianon Palace, el Club Náutico, el Frontón Valenciano o el Pabellón de Marruecos, condenadas al ostracismo como el Cine Metropol o el Colegio Mayor Luis Vives, y todavía vigentes como la Casa del Médico, el Teatro Talía, el Hotel Londres, los Edificios Roig Vives y Patuel-Longás o los mercados de Abastos y de Ruzafa. Son solo unos pocos ejemplos de los que pueden recorrerse en el imprescindible libro Javier Goerlich Lleó. Arquitecto valenciano [1886-1914- 1972], editado por la Fundación Goerlich.
Entre todas esas edificaciones, una de ellas ha logrado convertirse en un filón de interés por parte de valencianos y visitantes desde que Facebook es Facebook: 'la tortada' de Goerlich. Esta reformulación de la Plaza del Ayuntamiento de València ha eclipsado a propios y extraños en páginas como Valencia Antigua, donde cada imagen que los usuarios comparten del diseño es jaleada con miles de 'Me Gustas'. Como comentó hace unos años el doctor Daniel Benito Goerlich a este diario, la plaza es hija de su tiempo. El proyecto trataba de imaginar un nuevo centro cívico para la ciudad, tras las expropiaciones que habían generado la anterior plaza de Emilio Castelar. La idea era la de generar un tercer polo de convivencia urbana más allá de las plazas de la Reina y la Virgen.
Muchos años después, la disposición de sus elementos urbanos y su ideación llaman la atención de cuantos conocen la vida aséptica del ágora actual. La obra de Goerlich (1933) estaba compuesta por una plataforma elevada y triangular, y en cada una de sus tres esquinas se fijaban tres grandes fuentes en representación de las tres provincias de la Comunitat Valenciana. Con el apodo de 'tortada', por la visión del pastel típicamente valenciano de almendra que sugería su base superior, el distintivo más relevante de su uso durante casi tres décadas estaba en el centro: su Mercat de les Flors y las escalinatas de estilo clásico que daban acceso a este. Un mercado de flores subterráneo y con una gran fuente en su interior que han inspirado una de las muchas intervenciones artísticas en la ciudad que tendrán lugar entre los días 3 y 20 de mayo durante el Festival 10 Sentidos.
En este caso concreto, será el 12 de mayo cuando València recupere la 'tortada' de Goerlich a través del arte sonoro. Será el investigador y creador Edu Comelles el que tratará de trasladar las sensaciones de esa fuente y su entorno floral en el subterráneo a través de una instalación. 10 altavoces (aproximadamente) situados donde se encontraba el Mercat de les Flors de València recrearán los sonidos de la fuente que serán capturados de manera original. Esto es posible porque la fuente se encuentra al inicio de la Avenida Constitución, en el barrio de Zaidía. Allí, comenta el artista a Valencia Plaza, se grabará el sonido de la gran pila floral cuyo mecanismo no ha sido alterado desde entonces. Como curiosidad añadida, cinco de las 16 columnas que sostenían este atrio inferior se encuentra al final de la Avinguda Regne de València y forman parte del proyecto de investigación que Comelles está haciendo para el trabajo.
En torno a la fuente que se podrá volver a escuchar en su emplazamiento original, los puestos de flores servían su producto a València. Tras su derribo, fueron trasladados a la superficie. Fueron algunos de los principales instigadores para revertir la obra, ya que que las flores se situaran bajo tierra suponían "una ruina comercial". Así lo recogió la prensa de la época. Sus comerciantes se opusieron de entrada a que sus puestos se instalasen bajo tierra –ya se encontraban en superficie antes de la reforma de Goerlich– y el resultado fue el de un espacio "angosto y oscuro", cuando lo que se pretendía era que fuera un elemento distintivo de la plaza.
Comelles comenta que siempre le ha llamado la atención "la obra de Goerlich". Asegura que, a su juicio, "él es uno de los personajes más interesantes de la historia de València y, a la vez, de los más desconocidos". La propuesta conecta con buena parte de los trabajos de este referente estatal del arte sonoro, que a menudo trata por provocar sensaciones y viajes en el entorno urbano a partir del sonido. En este caso, trasladando a valencianos y visitantes al Mercat de les Flors de València de la 'tortada' de Goerlich.
El artista afincado en la ciudad desde hace años "el uso 'único' de la Plaza, que gira en torno al lanzamiento de las mascletaes, pero que por esto mismo no tiene más implicación en la ciudad durante el resto del año. Por eso mismo, como un lugar poco habitable y curiosamente rodeados de algunos de los sitios más interesantes de la ciudad, me atraía poder generar una experiencia que nos trasladase a algo más orgánico". No incluirá el bullicio de la plaza, dado el existente, sino que enfatizará con el chorro único de la fuente original ahora situada en la Zaidía y algunos efectos de reverberación inspirados en los que se podían generar en el habitáculo subterráneo.
El diseño de Goerlich ha sido muy reivindicado a través de las redes sociales. Algunos expertos valoran positivamente su desaparición de 1961. Rafael Rivera, arquitecto municipal de Valencia durante los 80 y profesor de urbanismo de la Escuela de Arquitectura de Valencia, comentó hace algunos años a Valencia Plaza: "es un horror la plaza" de Goerlich. "Leo con sorpresa los comentarios en Facebook. La gente habla de la plaza con ilusión por lo antiguo, pero no porque sea algo antiguo de forma original. En los años 30 Mies van der Rohe ya estaba haciendo maravillas por Europa y por eso la obra sólo habla de la pobreza cultural del poder y la burguesía de aquel momento en Valencia".
La audiencia tiene percepciones muy distintas, sean cuales sean sus motivos. La última algarabía sucedió con las proyecciones de la película El niño que robó un millón. En ella, además de una descripción visual de la ciudad en el año 1960, hay algunas escenas en el entorno de la 'tortada'. Precisamente filmadas poco antes de su demolición.
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