Opinión

LA OPINIÓN PUBLICADA

Un escenario ilusionante: Rubalcaba candidato en 2015

Suscríbe al canal de whatsapp

Suscríbete al canal de Whatsapp

Siempre al día de las últimas noticias

Suscríbe nuestro newsletter

Suscríbete nuestro newsletter

Siempre al día de las últimas noticias

VALENCIA, Esta semana, sin que sirva de precedente, el PSOE ha sido noticia. El motivo de tal acontecimiento es el anuncio del calendario de elecciones primarias, que se desarrollarán a lo largo de este año 2014, y culminarán con la elección del candidato a la presidencia del Gobierno a finales de año. Muchos son los candidatos de los que se ha hablado, pero quizás no se ha ponderado suficientemente la posibilidad de que entre ellos se encuentre el actual secretario general, Alfredo Pérez Rubalcaba, con quien casi nadie cuenta... Salvo, tal vez, el propio Rubalcaba.

No es cuestión de hacer leña del árbol caído; y, la verdad, a mí me parece que Rubalcaba es un político que tiene algunas virtudes destacables: es buen parlamentario, es inteligente, parece gestionar bien los asuntos públicos... Pero el problema es que, sencillamente, se trata de un político amortizado. Le tocó asumir la derrota electoral de 2011 y lo hizo con cierto espíritu de sacrificio, pero todos, en el PSOE y fuera de él, suponían que, tras la derrota, daría paso a algún tipo de renovación.

Carme Chacón y Pérez Rubalcaba

De hecho, todo el mundo tenía esto claro, incluso después de que lograse vencer, por los pelos, a Carmen Chacón en el congreso de Sevilla: Rubalcaba sería un líder de transición, a la espera de que llegase la auténtica apuesta del PSOE para las próximas elecciones: un líder joven y que, al menos, dé apariencia de renovación. Pero los meses pasan, las primarias se programan casi llegado ya el año 2015, Rubalcaba permanece al frente del PSOE y, sobre todo, este partido continúa sin remontar en las encuestas.

Un candidato providencial... ¿demasiado tarde?

La teoría, elaborada por el propio Rubalcaba y sus adláteres, pero cimentada en todos los procesos de selección de liderazgos políticos, dice que conviene esperar hasta poco antes de las elecciones para hacer las primarias en las que se elija al líder: de esta manera, las personas que hagan la travesía del desierto de estos años de "herencia", con todos los sinsabores y erosión del liderazgo que comporta, serán otras, y el líder aparecerá casi en el último momento, inmaculado, para suscitar la ilusión del electorado y motivarle a votar de nuevo al PSOE.

Este planteamiento tiene su lógica, y se basa en dos principios básicos: el primero, que en España las elecciones no las gana la oposición, sino que las pierde el Gobierno. El segundo, que para ganar las elecciones el PSOE necesita una alta tasa de movilización electoral, a su vez derivada de los males que el electorado percibe en el eterno rival, o en el "miedo a la derecha".

La verdad es que ambos factores están hoy por hoy sobre la mesa: el balance de gestión del PP (que, tras dos años de Gobierno, es muy pobre) y la aplicación de la agenda conservadora deberían contribuir poderosamente a la movilización del electorado.

PP: puede que estemos mal, pero mirad al PSOE...

Pero, sin embargo, aunque el desgaste del PP es indudable, el PSOE no levanta cabeza. Y no sólo porque el gobierno del PSOE y su estrepitoso final estén aún muy cercanos, sino porque, sencillamente, el electorado no ve razón alguna por la que tenga que volver al PSOE. Huyó del PSOE por diversas razones; entre ellas, que se hacía difícil diferenciarle del PP, dadas las políticas que aplicaba. Ahora el PP posiblemente nos haya recordado que siempre se puede ir un poco (o mucho) más allá, más a la derecha, pero con eso no basta para volver al "redil" socialista".

 

Lo muestran, claramente, las encuestas de opinión: si las elecciones se celebrasen hoy, el PP perdería la mayoría absoluta, perdería incluso cincuenta escaños,... pero vencería en las elecciones y, posiblemente, volvería a gobernar. Puede que las encuestas sobreestimen la fidelidad del voto al PP. Pero, incluso en este caso, hablamos de un desgaste que tiene límites.

Un gobierno que ha incumplido prácticamente todas sus promesas electorales, salvo las que suponen aplicar la agenda conservadora en materia social y educativa; que hasta la fecha se está mostrando impotente para mejorar la situación de los españoles frente a una crisis económica que se eterniza; y cuyo presidente y principales representantes están involucrados en un clamoroso escándalo de financiación ilegal. Ese gobierno, con este balance, está sometido a una severa erosión electoral, pero vive relativamente tranquilo, puesto que la debilidad del rival es su mayor salvaguarda.

De hecho, la estrategia del PP se entiende mucho mejor si la leemos en relación con el PSOE: con tener a su electorado movilizado, mientras el PSOE continúe en la situación actual, les salen las cuentas electorales: hoy por hoy, es muy difícil pensar en una hipotética coalición electoral que no pasase por el PP, como partido más votado. Esa es una de las razones de la intensificación de las medidas de corte conservador que está aplicando últimamente el gobierno: que, al menos, los "suyos" estén cohesionados.

Ahora mismo, la máxima preocupación en el PP (alguien diría que esta es siempre la principal preocupación) es contentar al ala derecha, entre los cuales hay mucha gente que ve "tibio" a Rajoy, que cree que no es suficientemente firme en cosas como la política antiterrorista, el movimiento independentista catalán, o la revocación de la "doctrina Parot". Gente que vota al PP actual porque no hay más remedio.

Este es un curioso ejemplo, uno más, de la esclerotización de la política española: los dos grandes partidos, PP y PSOE, definen sus estrategias según el inmovilismo, y a la espera de lo que haga el contrario. El PP vive de la debilidad del PSOE, y el PSOE espera ganar sólo con la condición de que el PP se encargue de movilizar al electorado socialista. Pero en la situación actual, y dado que pasan los meses y el PSOE no remonta, y parece difícil que el PP pueda bajar mucho más, posiblemente nos estemos acercando a un momento en el que el tiempo comience a correr en su contra.

Sobre todo, porque fue tal el hundimiento electoral del PSOE en 2011, y es tan patente la sensación de agotamiento del partido, de su proyecto, y de sus dirigentes, que no bastará con un cambio cosmético de última hora. La última vez que se intentó fue con Joaquín Almunia en 1997, y no salió demasiado bien (mayoría absoluta del PP en 2000). Fue justo después, con la victoria de Rodríguez Zapatero en el Congreso Federal de julio de 2000, con cuatro años por delante hasta las siguientes Elecciones Generales, cuando el PSOE comenzó a postularse como auténtica alternativa, con un discurso y un liderazgo renovados. En 2004 el PSOE venció, provocando que el PP pasase de la mayoría absoluta a la oposición. Y no fue sólo por el 11M: también porque durante esos años se había mostrado un nuevo estilo en la oposición, nuevas caras, y un propósito, no de enmienda, pero sí de evolución respecto del tradicional "felipismo".

Al PSOE le convendría hacer ahora una renovación similar; de hecho, probablemente una mucho más profunda que, con tiempo por delante, pudiera recomponer puentes y recuperar al electorado que ahora mismo está en la abstención, en IU o en otras opciones. Pero, visto lo visto, es posible que el cambio no sólo sea cosmético, sino que quizás ni se produzca, ya que todo el mundo da por amortizado a Rubalcaba... Salvo él mismo, que aún no se ha descartado para presentarse a las primarias y que quizás se mire en el espejo de Mariano Rajoy y piense "si él ha logrado ser presidente tras estar desahuciado y perder en dos ocasiones, ¿por qué no yo?". Y puede hasta que sea así y logre gobernar... pero tal vez siguiendo el camino de Rajoy. Es decir, en 2019, con 68 años, y no quiero ni imaginarme con qué escenario político, económico y social.

#prayfor... Pitos a Fabra

Ya casi se ha convertido en una tradición. El president de la Generalitat, Alberto Fabra, recibe pitos y abucheos allá donde va. El asunto comenzó con el cierre de RTVV: desde entonces, algunos trabajadores le siguen allá donde va, difundiendo la agenda de Fabra a través de las redes sociales. Como, además, no puede decirse que Fabra esté viviendo un momento álgido de popularidad, es habitual que a los empleados de RTVV se le sumen otras personas de las localidades (o colectivos) que esté visitando Fabra. Es lo que ocurrió el jueves en Canals, que celebraba la fiesta de Sant Antoni. En este vídeo puede verse el alcance de los gritos y abucheos, que obligaron a Fabra a quedarse dentro de la iglesia del pueblo y salir por una puerta lateral, sin participar en el encendido de la hoguera.

VÍDEO. Fabra en Canals. 

Recibe toda la actualidad
Valencia Plaza

Recibe toda la actualidad de Valencia Plaza en tu correo