colegio profesional de químicos

Vicent B. Vert: «Nuestro colectivo está poco reconocido a nivel social»

15/08/2017 - 

VALÈNCIA.- La nave donde nos encontramos parece sacada del sueño de un inventor. Hay poleas, cuerdas, tubos, palancas y prensas; todo a tamaño industrial. En los almacenes del Grupo Vento se fabrica maquinaria y tecnología para diferentes sectores. Desde sistemas de evaporación agrícola a calderines para la destilación de orujo. Es aquí donde transcurre la entrevista con Vicente B. Vert, presidente del Colegio Oficial de Ingenieros Químicos de la Comunitat Valenciana(Coiqcv), quien aspira a que su profesión deje de asociarse con los laboratorios. Quieren ganar visibilidad, pero solo hay tres asociaciones profesionales en toda España: Galicia, Castilla la Mancha y la Comunitat Valenciana.

—Desde su fundación hace ya once años, ¿han notado una evolución?

—Todavía hay un agravio comparativo, porque no estamos equiparados al resto de las ingenierías. Es verdad que la titulación llegó a España en 1992, precisamente cuando hubo una regulación legislativa de todas las profesiones, y nos quedamos fuera. Cuando las primeras promociones empezaron a salir al mercado vino el problema. Nos dimos cuenta de que necesitábamos equipararnos al resto para competir en igualdad de condiciones. Con ese fin se constituyó el Colegio, pero todavía no lo hemos logrado.

Lea Plaza al completo en su dispositivo iOS o Android con nuestra app

—¿La situación os confronta con el resto de ingenieros?

—Tenemos dificultades para justificar nuestra función. Existe una gran confusión social sobre el papel del ingeniero químico y siempre tenemos que dar explicaciones. Nos corresponde un campo de acción, independientemente de que hoy en día también lo ejerzan otros. Sería interesante que la ley estableciera una lista de atribuciones. Para ello es necesario redactar un real decreto que tiene que pasar por el Congreso.

—Hagamos entonces la pregunta, ¿cuál es la función del ingeniero químico?

—Trasladar cualquier proceso químico que exista a una realidad industrial. Esto quiere decir que podemos participar en la creación de un producto, pero nuestra principal función es desarrollar procedimientos para producirlo, distribuirlo y que se comercialice en masa de manera efectiva. No es fácil rentabilizar el resultado del laboratorio a escala industrial.

—¿Va por delante la demanda del mercado o la idea del profesional?

—Hay de todo. Algunos ingenieros están enfocados a la investigación y otros a la empresa. Normalmente se realizan trabajos con salida y no siempre es algo totalmente nuevo. Algunos clientes solo quieren hacer el proceso más barato, más eficiente, más sostenible.

—¿Qué industrias necesitan un ingeniero químico y todavía no lo saben?

—La alimentaria, por la transformación y mezclado de sustancias. También los fabricantes de fragancias, para extraer las sustancias naturales o para emular los olores de manera sintética. Incluso la farmacéutica, que podría hacer más eficientes sus resultados. Pero lo cierto es que ahora mismo la petroquímica sigue siendo la base de referencia. Somos una profesión muy joven a nivel nacional, así que las empresas optan por lo que ya conocen. Por ejemplo, hay ingenieros de caminos haciendo plantas depuradoras, cuando nosotros tenemos una formación mucho más completa para encargarnos.

 

—¿En la Comunitat se ha notado el pinchazo de la construcción y la cerámica?

—Sí. Al final las titulaciones de cada autonomía se perfilan pensando en el entorno productivo y nosotros salimos muy enfocados a determinados sectores. También al plástico, los cítricos, el automóvil. Son campos que ahora vuelven a repuntar otra vez porque nos hemos diferenciado en innovación y tecnología. Hay que exportar, moverse.

—¿Las empresas valencianas cuidan el medioambiente o requieren de la supervisión constante de la Administración?

—Más que hablar de la industria en general, se debería hablar del empresario en particular. Dentro de un mismo sector, los hay concienciados y no. Las grandes compañías tienen una política que les viene de arriba, pero es cierto que las pymes a veces se relajan. Más que control administrativo, hace falta conciencia social, para que los propios ciudadanos rechacen los motores contaminantes o los vertidos cerca de los colegios.

«Nos gustaría que nos tuvieran en cuenta en los procesos que nos hemos quedado fuera por falta de reconocimiento profesional»

—¿En qué bando se posicionan en el conflicto de Ecoembes y SDRR?

—Hombre, Ecoembes está presidido por el presidente de Coca-Cola, que es quien más envases pone en el mercado... El ciudadano paga una tasa por envase, pero no recibe nada a cambio. La empresa, sin embargo, hace mucha concienciación porque cuantos más envases vayan al contenedor amarillo, más acabará ganando. Es mejor un sistema de devolución y retorno, como en otros países europeos, porque fomenta la concienciación.

—¿Qué tal el feedback con el Consell?

—Nulo. Nunca nos hemos reunido con ellos porque nuestra problemática es nacional, aunque el Ministerio tampoco ha tenido a bien recibirnos. Lo que sí nos gustaría hablar con la conselleria, incluso a nivel retroactivo, es que nos tengan en cuenta en los procesos de los que nos hemos quedado fuera por falta de reconocimiento profesional.

—Con Bolonia se creó tanto un Grado en Ingeniería Química como un máster con el mismo nombre, ¿esto les supuso algún tipo de problema? 

—Para nosotros, los graduados no pueden igualarse a los antiguos licenciados. En el Coiq solo admitimos a quienes tengan el máster, aunque hayan cursado el grado en otra ingeniería. El resto puede acudir a otros colegios, como el de Ingenieros Técnicos. Al final, esto solo ha contribuido a crear más confusión dentro de un colectivo que, como decimos, ya está poco reconocido a nivel social. Y todo porque falta un renglón en la ley.

—¿Son partidarios de un Colegio de Ingeniería común?

—Es un paso lógico, porque todos los ingenieros tenemos una formación común, además de compartir reivindicaciones. Estamos en la mesa junto al resto de especialidades, pero tenemos menos voz por una cuestión de representatividad. También estamos esperando que nos aprueben un Consejo Estatal de Ingenieros Químicos, para lo que hace falta contar con tres colegios autonómicos y ese requisito lo cumplimos. Nos daría mucha visibilidad.  

* Este artículo se publicó originalmente en el número 34 (agosto/2017) de la revista Plaza

Noticias relacionadas