VALÈNCIA. Hubo unos años, no hace demasiado, presididos por la austeridad decorativa. No hablo del ambiente que podemos encontrar en los interiores de la arquitectura minimalista, sino de un momento en que la moda imperante en las viviendas era la ausencia de elementos accesorios sobre los muebles lacados de diseño italiano de mejor o peor calidad, y de paredes desnudas. Líneas más o menos puras, paredes blancas, focos led empotrados y mucho feng sui. En la ya larga historia del arte, las modas decorativas son un ir y un venir. Sístole y diástole. La vuelta al decorativismo de los espacios, en estos últimos años, no ha venido de la mano del barroquismo y el horror vacui, sino de la personal combinación de estilos y elementos de distintas épocas. Así que no hay límites en los períodos artísticos y culturas en la actual decoración. En cuanto al diseño del mobiliario existe una tendencia a adoptar un estilo que, como tal, ya existió hace unas décadas como ejemplo de modernidad: el Vintage. Evidentemente en los años 50 el Vintage no se llamaba así. Era diseño pura y llanamente. En aquellos años lo que hoy llamamos Vintage, era vanguardia.
No hay una definición clara sobre lo que es Vintage, lo que parece claro es que el Vintage es ya un estilo dentro del amplio mundo de las antigüedades. El paso de medio siglo y la calidad de las creaciones han introducido el Vintage en un mundo en el que, hasta ahora, sólo interesaba aquello que había cumplido los 100 años desde que fue creado.
Ambos son dos términos que, en ocasiones, se emplean incorrectamente de forma sinónima cuando se trata de dos conceptos que sobre el papel al menos son muy distintos. La diferencia entre retro y vintage parece muy delgada, pero no lo es tanto. El mundo de lo retro lo forman un conjunto de objetos que evocan al pasado pero que pueden haberse fabricado en el momento presente. Por ello no es un término que se emplee en el mundo de las antigüedades y el diseño. Se trata de una estética que nos hace viajar a una época cercana en el pasado apelando a nuestros recuerdos. Sin embargo, el estilo Vintage emplea objetos o prendas diseñados y fabricados en aquel momento asociándose el término a firmas, marcas y diseños que han pervivido por su calidad en la fabricación y por el diseño. En ocasiones tienen un valor económico más alto que mobiliario con siglos de antigüedad. Para ello debe atribuirse a un diseñador y fabricante determinados. El Vintage debe aportar estéticamente algo y no simplemente tratarse de un mueble u objeto viejo. La calidad de ciertos muebles Vintage diseñados hace más de medio siglo permite que todavía hoy se sigan fabricando.
El Vintage no tiene contornos definidos desde el punto de vista formal y a su vez un número indeterminado de sub-estilos. Sería uno de estos, por ejemplo, el estilo nórdico nórdico original de los años 50. Si la decoración con ese estilo se lleva a cabo con muebles fabricados hoy en día y no originales de época, como ciertos diseños que pueden adquirirse en IKEA estaríamos ante el retro y no el Vintage.
He leído en alguna ocasión que para que un mueble sea considerado como Vintage debe ser anterior a los años 90, fecha que avanza conforme nos adentramos en el siglo XX. Es decir, es ahora cuando empezamos a apreciar cierta estética Vintage en parte del mobiliario diseñado en los años 80. En ocasiones pienso cual es la tendencia decorativa actual y no obtengo contestación. ¿Puede adivinarse cual el estilo decorativo “propio” de los años 2000? ¿Podemos diferenciar de otros estilos las piezas genuinas de nuestro tiempo, es decir, aquello que será Vintage dentro de 40 años?. Hay quienes opinan que por primera vez, vivimos unos tiempos carentes de un estilo propio.
Para saber si estamos ante una pieza genuinamente Vintage, hay ocasiones en que no es fácil, salvo que se sea un experto, dilucidar entre una pieza original o una reproducción posterior. Hay que distinguir las piezas originales que se diseñaron en su día y se lanzaron al mercado en vida del diseñador, y que, obviamente, alcanzan altos precios en el mercado precisamente por estar ante piezas “históricas” de otras fabricadas con licencia o exclusividad posteriormente. Este es el caso, entre otras, de Vitra el gran fabricante suizo-alemán desde los años 50, empresa creada por Willi Fehlbaum, dueño de una tienda de muebles de Basilea que adquirió inteligentemente los derechos sobre los diseños de Charles y Ray Eames y George Nelson. Desde entonces Vitra fabrica muebles de diseño para oficinas y vivienda comprando derechos de diseños míticos además de los propios diseños de la firma.
Si tenemos en cuenta que, en España, las décadas de entre los 40 y los 70 estuvieron copadas por el estilo llamado “franquista” protagonizados por muebles de corte clásico, muchos de excelente factura, de eso no hay duda, pero que poco tenían que aportar desde el punto de vista del diseño y la innovación, y a ello añadimos una afición, bastante nuestra, a llevarnos por delante lo que huela a pasado y renovar, podemos afirmar que todo un estilo decorativo en espacios privados-interiores comunes de fincas urbanas- como públicos, que podríamos llamar Vintage, está en peligro de extinción.
Para que nos entendamos ¿recuerdan el antiguo Bar Congo en la avenida Reino de Valencia?. Digo “antiguo” porque hace menos de diez años se acometió su reforma en un estilo más “moderno”, quitándole todo en encanto Vintage aunque su interior no fuera especialmente vanguardista. De vez en cuando sale a nuestro paso, sin que nos demos cuenta, algún hito sobre los que habría que comenzar a plantearse alguna clase de protección ya que, de lo contrario, habrá que recurrir una vez más al archivo fotográfico. La fachada y zaguán en Calle Alta 38 con esas letras en forja con el nombre del promotor Facundo Martínez, o la fachada y algún elemento interior de la actual tienda Kubelik en la calle de los Derechos son ejemplos a cuentagotas. Si buceamos por la ciudad algo más irá saliendo, pero de seguir esta tendencia, en pocos años nos lamentaremos sobre aquella “reforma interior” que se llevó por delante los elementos decorativos originales de un edificio. Les suena, ¿no?
Valéncia fue una de las grandes factorías del mueble desde los años cuarenta. Saliendo de aquella industria algunos nombres propios dentro del diseño que hoy ya podemos llamar Vintage. José Martínez-Medina (1919-2006) es quizás el gran nombre propio como diseñador de interiores y mobiliario, y gran promotor del arte y el diseño en España, desarrollando su admirable carrera desde los 50 hasta los años 90, trabajando con los grandes creadores del momento como el gran arquitecto Javier Carvajal (1926-2013) o artistas como Anzo, Michavila o Andrés Alfaro, Yturralde o Mompó. Hoy ya podemos decir que la producción de Mobisa de aquellas décadas hasta los 70 es Vintage del bueno por sus cuidados diseños y la impecable ejecución. El Centro del Carmen le dedicó una merecida exposición en el año 2014.