Cómo copiar mal en ámbito autonómico programas lamentables de emisión nacional
VALENCIA. Empecemos esta crónica dándole al César lo que es del César. Los programas de crímenes molan. Las cosas como son. Si son crímenes comprendidos entre 1978 y 1986 en Estados Unidos tienen un interés añadido por los peinados de las fotografías reales, pero sin son actuales también, no hay más que ver el éxito que han tenido en La Sexta. Por eso un programa de crímenes ocurridos en España es morboso, puede ser incluso triste y desagradable, pero su calidad no tiene por qué ser mala.
Es un problema, quizá, que los programas morbosos de sucesos a día de hoy han quedado desnaturalizados. Sus contenidos han pasado sin ningún disimulo a los magazines matutinos en los que la superperiodista de rigor comenta con sus expertos de cabecera hasta el último detalle de un presunto asesinato o desgraciada desaparición.
Y la cosa no se ha quedado ahí. Los informativos de televisión también le han robado los contenidos a los programas que humildemente pretendían sobrevivir en horario golfo ofreciendo su trabajada ración de sangre. No, ahora estas historias truculentas han pasado al parte de mediodía, se notifican con puntualidad y sirven para extender un mensaje tóxico muy en boga actualmente, el famoso: Señora, en la calle le espera la muerte.
Por eso, que ese tipo de información esté concentrada en un programa con una presentación ad hoc, es decir, oscura y con músicas tétricas, pues es perfecto. La criminología, aunque esté vendida como entretenimiento, también tiene sitio en la parrilla de una televisión pública. Sin embargo, esto no es lo que ocurrió con Zona Cero en la televisión pública de Murcia.
Este programa se nutrió durante su emisión el año pasado mayoritariamente de crímenes. Según sus presentadores, en el espacio ofrecen "la cara B de muchos temas en el olvido de muchos murcianos". Generalmente, se trata de antiguos sucesos. Crímenes que conmocionaron a la región.
Aquí tienen un resumen de la primera temporada de Zona Cero.
Supimos del robo de la cruz de Caravaca, la "reliquia más querida por los caravaqueños". Fue robada, fíjense en qué fecha, la noche del 13 al 14 de abril de 1934. El juez que investigó el robo fue asesinado por el hermano del alcalde. Los contertulios llegaron a la conclusión de que la cruz la robó la iglesia para "protegerla por lo que iba a pasar". Y un invitado, autor de la web descubriendomurcia.com, considera que, efectivamente, lo más normal es que la iglesia sustrajera la reliquia para protegerla en aquel ambiente "con una guerra civil por ahí".
También comentan 'El crimen de las tres copas', en el que una familia arruinada de La Rioja acudió a suicidarse a Mazarrón. Tomándose una copa de vino -por supuesto- con veneno y adentrándose en el mar. Todo bien, excepto por una hermana de la que no se encontró el cuerpo. Pero los presentadores creen que no hay misterio, dicen que se lo llevaría el mar. Vaya programa de misterio, piensa uno. Pero al menos no elucubran.
Otra joya es el crimen de Piedad, la pequeña envenenadora. Mató a sus hermanos envenenándolos cuando tenía doce años. "Se convierte en una asesina de leyenda", dice uno de los presentadores. Y a continuación se ponen a pensar dónde estará en la actualidad ¿viva? ¿muerta? Si una es psicópata con 12 años lo sigue siendo siempre ¿no?, razona su compañero, al que contestan en la más pura línea ¡vamos a morir todos! con un: "puede que esté en Murcia o alrededores, puede que nos la hayamos cruzado alguna vez".
Y hasta ahí todo bien. La crónica negra por qué no va a existir. Si llena la literatura, tres cuartas partes de la cartelera ¿por qué no va a tener su sitio en la información? El problema es cuando solo se habla de asesinatos y desapariciones y no se hace en espacios reservados y señalados para dichos contenidos.
No obstante, el problema de Zona Cero en la televisión pública de Murcia no son sus crímenes, sino sus fenómenos paranormales. Al más puro estilo Iker Jiménez, los presentadores Benjamín Amo, investigador y Antonio Alpáñez, técnico de imagen, presentaron genuinas tonterías a su audiencia entre crimen y crimen.
En una ocasión se fueron al Hospital, "maldito", le dicen, de Sierra Espuña. Comentan que "hay una presencia que sigue recorriendo estos pasillos". Y acuden a este antiguo sanatorio de tuberculosos abandonados a ver qué hay de cierto en ello. Entran por la noche en el centro sanitario desmantelado y uno dice "es difícil no dejarse llevar por el miedo". Nos ha jodido.
Con un aparato llamado "caja de fantasmas" rastrean "las frecuencias tanto de FM como de AM" en busca de psicofonías. Luego sacan fotos con iluminación ultravioleta a ver qué encuentran que los globos oculares humanos no pudieran ver. "En las paredes parece que hay rostros", sugiere uno de ellos no muy convencido. La respuesta es nada. Pero dos chicas que se llevan a las que ponen a recorrer los pasillos del centro, dicen que escuchan un grito.
Fueron momentos realmente intensos, recuerda el presentador. "Cuando llevas unos minutos paseando por aquí, rodeado de la más completa y absoluta oscuridad, llegas a tener la sensación de estar perdido", advierte. ¡No me digas!
En fin, luego se van con un medium a buscar espíritus. "Intentamos mantener la calma en un lugar de estupor". El medium siente algo. "Noto este lugar como más denso", "aquí hay algo". Una voz parece que le pide al medium que se vaya todo el mundo. Y ojo, se queda solo en el baño hablando con ella. Luego las fotos con luz ultravioleta de rigor y para casa.
Y para concluir con los ejemplos, sale el caso de "la Kika de Torrejunco" que "vio a la Virgen María". A esta mujer, que no sabía leer ni escribir, en 1900 se le apareció la Virgen. Todos le creyeron porque de repente empezó a hablar con una gran riqueza de vocabulario. Y soltó unas profecías: "En el año 2000 habría más enfermedades, los ríos estarían secos y los hijos faltarían al respeto a sus padres" ¡Acertó en todo! Júbilo en el plató, pero desgraciadamente su historia concluye con ella ahogada en un río.
En fin. Como decimos, los crímenes, bienvenidos son, pero en una televisión pública, una pantomima a lo Cuarto Milenio está fuera de lugar. Solo queda preguntarse una cosa, un verdadero fenómeno sobrenatural, al hacer este programa: ¿Cómo es que no les da la risa?