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10 años de 'Back to Black': una revisión desde aquí

Productores, músicos, artistas y periodistas hacen una revisión colectiva de las once canciones que compusieron un disco icónico y trascendental para la música popular en el siglo XXI

28/10/2016 - 

VALENCIA. Entre los meses de marzo y octubre de 2006 se publicó en todo el mundo Back to Black (Island). Desde sus singles iniciales y hasta la edición definitiva en formato físico, la considerada figura de Amy Winehouse se convirtió en un tsunami que durante los siguientes cinco años no dejaría de elevarse. La revisión de toda una galería de estilos (soul, funk, blues, ska...) a través de aquellas 11 canciones se exhibía en el escenario global que acababa de explotar a través de la propagación de dos nuevos reproductores de música para masas: MySpace y YouTube. 

En la citada horquilla temporal y hasta 2007, año en el que Winehosue actuaría en el XIII Festival Internacional de Benicàssim, los sencillos 'Rehab', 'You Know I'm No Good', 'Back to Black', 'Tears Dry on Their Own' y 'Love Is a Losing Game' se convertían en el caldo de cultivo propicio y banda sonora para acolchar las horas de telebasura, docenas de portadas de diarios sensacionalistas británicos y el pujante consumo de información dispar que acompañaría a 'la chica de Candem' en la interminable gira del disco. El último que, contra todo pronóstico y como concepto unitario, publicaría, con el único y genial precedente de Frank (Island, 2003). 

El trabajo de Mark Ronson en una grabación que ha sido estudiada hasta la extenuación por productores de todo el mundo, en uno de los trabajos de empatía entre la artista y los recursos más memorables de la historia de la música, el jazz parecía ejercer de estilo supervisor, con agradecimientos explícitos a Slick Rick o a Ray Charles. 10 años después, sin más excusa que volver a escucharlo y someter a un juicio múltiple lo que verdaderamente fue el que todavía es uno de los últimos 'discos más vendidos' en lo que va de siglo, reunimos a los periodistas musicales de Valencia Plaza con algunos productores, músicos y artistas para volver a sumergirnos, canción a canción, en Back to Black.

1.'Rehab',
por Eduardo Guillot (periodista musical)

“Intentaron que fuera a rehabilitación y les dije: No, no, no”. Así comienza una de las composiciones más famosas de Amy Winehouse, una artista que siempre basaba sus descarnadas letras en experiencias personales, y confirmaba que iba a seguir metiéndose lo que quisiera y cuando quisiera. El documental Amy (Asif Kapadia, 2015) no dejaba lugar a dudas: La chica de Camden Town tenía una garganta prodigiosa, pero era una choni de manual. Cuando tocaba lidiar con desequilibrios emocionales, solo el alcohol y las drogas le servían de anestésico. Y las canciones, claro, donde volcaba en crudo y sin filtros todo lo que sentía. La ornamentación que hizo asequible al gran público tanta angustia existencial quedó en manos de un Mark Ronson que convirtió 'Rehab' en un hit global gracias a su esencia de soul añejo, una sección de metal que la emparentaba con la Motown y esa voz magnética, heredera de Ella Fitzgerald, con la que la Winehouse se llevó de calle un Grammy más que merecido.

2.'You Know I'm No Good',
por Pau Paredes (productor)

Un fantástico groove de bajo y batería le dan la entrada a una voz que, la primera vez que la escuché, casi no me la podía creer. En ese momento no lo sabía, pero Amy cantaba como vivió: desde las entrañas. Recuerdo tocar la batería encima del tema, en bucle, intentando descifrar cómo conseguía deslizarse sobre el groove con esa pereza de tía lista tan suya, y a través del arreglo de vientos magistralmente trazado por el mago Ronson. Frágil e inestable, anárquica y carismática, Amy sabía que no era buena, y lo decía sin cortarse. Lo que no tenía tan claro es que cierta gente a su alrededor tampoco lo era.


3.'Me & Mr. Jones',
por Marta Moreira (periodista musical)

Quizás no sea mi canción preferida del Back to Black, pero esta versión libre del clásico de Billy Paul (1973) tiene todos los ingredientes que distinguían a Winehouse del resto de cantantes de R&B contemporáneo. Sus historias de desamor son callejeras y explícitas, pero también están plagadas de inside jokes y exhiben sin pudor la esquizofrenia del enamorado. Básicamente son auténticas. En este caso concreto, el “judío negro” al que Amy dedica este rico doo-wop era ni más ni menos que el rapero Nas, cuyo nombre real es Nasie Jones.

4.'Just Friends',
por Guillermo Sanz (productor)

Supongo que cuando Amy escribió esta canción se encontraba en paz consigo misma. Quizá fue durante una jam improvisada en un ensayo o uno de esos pocos domingos en los que luce el sol en Londres, pero en este corte se nota que no es el dramatismo el motor creativo, es su beat alegre y la naturalidad con la que encaja letras y melodías lo que la hace especial. Amy sabía hablar de temas agrios acompañada de música muy dulce, y en sus momentos más negros decir “just friends”.

La fotografía que finalmente cubriría la portada del álbum 'Back to Black'

5.'Back to Black',
por Soledad Vélez (música)

'Back to Black', para mí es una de las mejores canciones de desamor que conozco. Amy Winehouse se la escribió a su “novio” más adelante marido Blake Fielder. Justo antes de grabar el segundo disco que lleva el título de la canción que he elegido, Blake dejó a Amy para volver con su novia y entonces ella escribió esta canción, letras, melodías en tan solo un par de horas, y eso es enormemente maravilloso, porque es verdadero, es real. Es una de mis canciones favoritas, la forma en que está compuesta la letra hace que empatices con ella, hayas o no vivido una situación similar, y eso es enorme. Back to Black.


6.'Love Is a Losing Game',
por Jorge Salas (periodista musical)

‘Love is a losing game’ fue el último single que vio la luz mientras Amy Winehouse todavía intercambiaba oxígeno por dióxido de carbono. Parte del aroma a clásico moderno que tiene el Back To Black se lo otorga el tratamiento formal que reciben la mayoría de las canciones, con ‘Love is a losing game’ al frente del academicismo actualizado. Escrita por Winehouse y producida hasta lo enfermizo por Mark Ronson, sintetiza el fracaso sentimental a partir de una estructura soul clásica y una interpretación entre el terciopelo y la contención que, prácticamente como excepción en el disco, presenta a la cantante sin la red de un solo coro: sola, valiente.

7.'Tears Dry On Their Own',
por Arantxa Iranzo (música)

Tributo, sino, conocer, enamorarse, olvidar. Son las cinco palabras que me destripan ‘Tears dry on their own’ y que, paradójicamente, como muchos de los temas de Amy, relacionan de un modo tan veraz su propio destino, tan agrio, con los ríos de lágrimas que corrían por sus melodías. Éste fue otro claro ejemplo, el genial tributo- que no estafa- a Ashford & Simpson, y cómo no, Marvin Gaye. El sino de Amy exigía un fin temprano, una resignación a la vida: La intuición fría de que la tragedia no podía evitarse. En esta canción, Amy es consciente de que hiciera lo que hiciera, el amor que sentía jamás podría sanarse, porque no era correspondido. Flaquea, siente que sin él ella no sabe andar sola. Como con sus adicciones. ‘Tears’ refleja el eterno vínculo a los peligros de pertenecer a alguien: reconocer que tiene el poder de destrozarte, pero confiar ciegamente en él para que no lo haga. Sólo aferrándose a esos momentos felices, tan cortos, se insiste en que si es lo poco que puede conseguir, que así sea: Esos son los instantes que la completan, y no desea caer en el corriente engaño de volver a enamorarse para después tener que sufrir de nuevo. Ella prefiere el dolor conocido. Aún así, el final de la canción se presenta con un esperado plot twist: Amy decide que ella se salvará a sí misma y no necesita nada más para conseguir esa felicidad. Su propio final coincidía con dicho mantra póstumo contra su relación con las drogas y sus malas compañías, no sólo amorosas, pero llegó demasiado tarde. Amy creó imaginarias migas de pan, la vida no le correspondió tampoco. Inquietante, coincidencias así hacen pensar que, no obstante, el verdadero valor de su propia tragedia (tan brillante y brutal a la vez) radicaba en ser contemplada y aprendida por todos los demás, menos por ella.

8.'Wake Up Alone',
por Javier Botella (músico, crooner)

Pienso que hay un tipo de personas que reciben un don, repletas de cualidades innatas, no siempre sencillas de gobernar. La fuerza humana más visceral que, a veces, si te descuidas te arrastra directamente, sí, a la oscuridad. Esa oscuridad que permanece y ya no se va. Todo eso en 'Wake Up Alone'. La escucho y me llega un sabor genuino, me influye, sé que no hay impostura y que es una manera no terapéutica si no simplemente purificadora, un grito al vacío. La escucho y me recuerda a los mejores clásicos, me resulta familiar, pero tan desgarrada que cruje. Esa voz que te acuna entre miedos. Me sigue alucinando cuando veo los vídeos de sus actuaciones el dominio escénico tan inmenso. Quizá la manera más elegante que nunca nadie tuvo al estar cayendo.

9.'Some Unholy War',
por Edu Comelles (músico experimental)

Aunque literalmente no las escuchemos, las calles de Londres están presentes en canciones como Some Unholy War. Una canción como esta -independientemente de la letra- nos invita a pasearla rodeados de un paisaje sonoro surcado de ritmos, cadencias y ecos de infinidad de fuentes, referencias y culturas cruzadas. En la deriva, paseamos callejones que resuenan a reggae deslizándose desde una ventana, secciones de vientos en clubs subterráneos, coristas, tabaco y cerveza. Duchados por la voz de la Winehouse nunca sabes si el paseo te va a llevar a un antro infecto y húmedo o a una de tantas mansiones victorianas.


10.'He Can Only Hold Her',
por Eugenio Viñas (periodista musical)

En la gira de nunca acabar en la que se convirtió Back to Black, trufada de revisiones de clásicos como haría cualquier otro artista de jazz, Winehouse enlazaba 'He Can Onlye Hold Her' con 'Doo Wop (That Thing)', el primer single de Lauryn Hill. Sencillo debut de su álbum debut, The Miseducation of Lauryn Hill (Ruffhouse, 2008). El mensaje, lejos de ser uno de esos guiños a los clásicos del soul, más bien parecía querer apropiarse -lo había conseguido, de hecho- del trono en la década de los 2000. El paso a la nueva reina hundía sus raíces en una de las vetas más interesantes para la carrera en la frustrada evolución de la voz de Winehouse: la revisión del ska y el funk , Mark Ronson mediante, para el público masivo. 

11.'Addicted',
por Rafa Cervera (periodista musical)

Amy Winehouse llamaba a las cosas por su nombre. Con Addicted cantaba las bondades de la marijuana con su inimitable estilo. “Soy adicta a ello, hace más efecto que cualquier rabo”, dice casi al terminar la canción, una pieza de soul con ritmo brioso que resume el álbum al que pertenece y retrata a la artista que lo parió. Amy Winehouse vivía con intensidad pero seguía siendo frágil. La pasión, la droga y la bebida jugaban tanto a su favor como en su contra. La fama terminaría dándole el tiro de gracia. Ninguna mujer ha expresado tan claro sus necesidades y sus frustraciones.



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