ALICANTE. La escritora y periodista alicantina Chus Sánchez —que hace unos meses presentaba el libro Eligieron ser libres (Editorial Aloha)—, vuelve a la carga con un nuevo trabajo: Nadie se conoce (Apache). Su último libro se hizo público recientemente en Valencia, pero la presentación oficial en Alicante prevista para el 27 de marzo en la librería Pynchon & Co se ha tenido que suspender y próximamente se anunciará nueva fecha para el evento, una vez se calme la situación desatada por el coronavirus.
La obra más madura y original de Chus Sánchez está ambientada en Finisterre, un lugar de acantilados nebulosos e inviernos fríos y sombríos. El escenario perfecto para una historia de terror, el género por excelencia de la editorial de culto que lo publica. Un género que la autora no había tocado todavía y que, sin embargo, sí se ha atrevido a hacer ahora. Y es que ese debut permanente es precisamente algo impuesto y buscado por ella misma. "A mí me gustan todo tipo de temáticas y estos cambios de género son para mí todo un reto con el que trato de no encasillarme mientras pueda", afirma la autora.
En su anterior trabajo recopilaba varios relatos novelados en los que la escritora arroja luz sobre la figura de diversas mujeres que han sido silenciadas a lo largo de la historia, pero anteriormente había escrito también novela histórica de intriga e incluso se había atrevido con los relatos eróticos. Entre tanto, en su labor de documentación para otro libro de investigación que próximamente verá la luz, se topó con ciertas cosas que dieron rienda suelta a su inspiración para esta nueva obra que ahora presenta.
"Me estaba documentando para otro proyecto cuando, de repente, encontré ciertas historias tétricas y verdaderamente asombrosas que me inspiraron de tal manera que tuve que aparcar lo que tenía entre manos para escribir este libro", explica Chus Sánchez. En seis o siete meses tenía escrita esta novela, desde que se encontrara buceando entre documentos que hablaban de adelantos de la medicina en mitad del siglo XIX, donde se trataba la embalsamación y otras técnicas.
Es por tanto en esa época donde se ubica esta historia en la que Emma Soler, una adinerada viuda, narra su extraña amistad con Arthur Hensen, un doctor de origen inglés afincado en Finisterre. "Al principio no la iba a ubicar ahí, sino en la ciudad de Dover, en Inglaterra, donde se sitúa el canal de la Mancha con esos impresionantes acantilados blancos", recuerda. Sin embargo, se dio cuenta de que necesitaba traerla a un lugar que ella conociera mejor y le resultara más familiar. "Era un escenario fuera de mí, así que lo traje a España, y en particular me gustaba enmarcarla en Galicia, en una zona en la que podía vivir un hombre como él; un sitio pequeño rodeado de niebla y supersticiones junto al mar", detalla.
Hensen y Soler entablan una relación que nace de la soledad y el dolor. Cuando él pierde a su esposa, el dolor le embarga de tal manera que rechaza darle sepultura y se decide por embalsamarla para poder convivir con el cadáver en su enorme mansión. Emma tendrá que enfrentarse por tanto a una macabra situación con la que pone en peligro hasta su propio juicio. Y es que Nadie se conoce es también una historia de maltrato psicológico en el que no hay golpes, gritos ni insultos, pero sí mucho sufrimiento. "Ese maltrato sutil que no se ve, pero que te va minando y transformando tu realidad", apunta la autora.
Está dividido en dos tramas simultáneas que actúan como dos líneas en el tiempo. Una historia en el presente, narrada por la protagonista, y otra que se desarrolla en el futuro y que se va desgranando a raíz de los secretos que ella va descubriendo a partir de recuerdos. "Hay una historia oficial que es la que va desvelándose a través de sus secretos, pero también hay otra que surge a través de los secretos que ella va descubriendo en los demás... porque nadie es lo que parece", explica la escritora. Algo que le avoca a un final insólito e inesperado con tintes de terror.
Javier Sandá López, bajo el seudónimo de 21 cicatrices, es quien ilustra la portada del libro al que da título un dibujo de Francisco de Goya que se expuso en 2017 en el MUBAG. Durante la muestra Goya, testigo de su tiempo, Chus Sánchez vio un grabado del artista en el que plasma un ambiente tétrico e indefinido donde una joven aparece con máscara. Sobre esta pieza, el manuscrito del Museo Nacional del Prado indica que "el mundo es una máscara; el rostro, el traje y la voz, todo es fingido; todos quieren aparentar lo que no son, todos se engañan y nadie se conoce". La idea quedó inevitablemente en su cabeza hasta el momento de titular este libro.
"Nadie es lo que parece... nadie se conoce hasta que se desvelan todos los secretos", sentencia la escritora. Una idea en la que coincide con la escritora Mónica Carrillo, recientemente ganadora del Premio Azorín de Novela con La vida desnuda, una historia que también gira en torno a la importancia de conocer los secretos de alguien para conocer realmente a quien tenemos en frente.
Chus Sánchez opta por el género de terror porque se siente libre. "No tengo ningún sello propio sobre un género concreto", explica. Además, reconoce que antes se encontraba más cohibida pretendiendo gustar. "Estaba más encorsetada y buscaba que interesara a las editoriales", confiesa. Ahora se siente más suelta y dispuesta afrontar cualquier reto que se le presente, aunque este libro le mantendrá un tiempo ocupada ya que le llevará pronto hasta América, donde se distribuirá y presentará. Pero también se encuentra terminando aquello que dejó aparcado para escribir este libro, un proyecto de investigación con el que promete una historia muy sorprendente. El caso es no parar, a pesar de esta pausa impuesta por el coronavirus. "El impacto económico va a ser muy duro y lo primero que se resentirá será el sector cultural, como ocurre en todas las crisis", lamenta al respecto.