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una encuesta analiza 2.597 locales

¿Por qué no se llenan las salas?: 3 diferencias entre hacer música en Europa y España

9/11/2019 - 

CASTELLÓ. Pongamos por delante el contexto de precariedad que heredan por defecto todas las prácticas culturales. Librerías, cines, galerías, videoclubs o salas musicales; todas saben que no son las primeras (ni las ‘segundas’) en la lista para recibir ayudas públicas. Pero, no nos equivoquemos, hay más razones por las que hacer cultura en España se convierte, en muchas ocasiones, en una tarea meritoria. Si nos centramos en la música en vivo, la primera diferencia que encuentran tanto Elda Gómez (responsable de proyectos en la Asociación Estatal de Salas de Música en Directo ‘ACCES’) como Adriana Alcover (responsable de comunicación de la Asociación de Salas de Conciertos de Cataluña ‘ASACC’) entre nuestro país y el resto de Europa es sencillamente la manera de referirse a sus locales. “En otros países se ven como espacios de cultura, mientras que en España son concebidos como meras salas de fiestas”, explican. Esta perspectiva, que ambas profesionales ambicionan con cambiar, marca una brecha a la hora de hacer frente a las necesidades de cada espacio. 

Ayer la red Live DMA presentaba en la Fira Valenciana de la Música una encuesta en la que se han analizado más de 2.597 salas de conciertos de Europa y 400.000 eventos musicales donde se han involucrado a 87.000 trabajadores y con los que se han facturado 1,8 mil millones. De todos ellos, 194 pertenecían a España, y ¿en qué se caracteriza nuestro país frente a la mayoría? En que priman los clubes privados y faltan las subvenciones. Los ingresos de las salas de conciertos nacionales proceden en gran parte (un 60%) de lo recaudado por comida y bebida; el resto de las taquillas (40%). Así que no hay ningún tipo de subsidio. ¿Y cómo se vive esto en Europa? En la mayoría de países vecinos el 27% de las ganancias llegan de las taquillas, el 15% de la barra y nada menos que el 37% de las subvenciones. 

“No entendíamos cómo era posible esta diferencia, pero todo se explica por el tipo de estatuto legal que tienen los locales”, indica Elda Gómez. En España el 92% de las salas son privadas; pero en Europa -a nivel global- el 48% es privado, el otro 44% son sin fines de lucro y un 8% tiene pertenencia pública. “Si dividimos los gastos por estatus legal no hay diferencia, ya que todos más o menos tienen el mismo coste de programación, de empleados y de alquiler de sala, pero en los ingresos la cosa cambia considerablemente”, señala la responsable de ACCES. Y es que no es lo mismo dirigir una sala pública en la que casi la mitad de lo invertido es de subvenciones gubernamentales que un local privado donde lo invertido depende directamente del dinero recaudado. 

“En Europa hablan mucho con las instituciones, porque es muy importante tener buena relación con el ayuntamiento y el gobierno. Por eso estamos construyendo con las salas estos diálogos para poder mejorar”, manifiesta Gómez, quien cree además que poco a poco se van tendiendo puentes. “Las salas han tomado consciencia lo que importante que es esta ayuda y se están agrupando entre ellas”, agrega. 

Este cambio de chip puede ayudarles, además, a lograr un entendimiento y coordinación para programar, ya que otro de los problemas que tienen las salas es la contraprogramación que existe con actividades públicas, muchas de estas gratuitas. Así mismo, la ‘lucha’ por los cabezas de cartel acaba lastrando la agenda de los locales privados. “Si grandes grupos tocan en todos los pueblos, luego es imposible que toquen en salas porque nadie pagará por ellos”, cree el especialista Arne Dee. También Alcover sostiene que “en Cataluña los mayores contrastadores de música en directo son el ayuntamiento”. “Tendrían que centrarse más en apoyar a las bandas locales y no a los cantantes del momento”, defiende.

Foto: Stephen Dawson

Con todo ello, hay un tercer asunto que nos aleja de la manera de hacer europea: los voluntarios. Dependiendo del país, la forma de tratar con este tipo de ‘empleados’ es bastante diferente. Hay países donde se les dan compensaciones económicas y se les recompensa con descuentos, bebidas y otras actividades. También, se ve con mejores o peores ojos si trabajan para grandes salas y macrofestivales o, en cambio, para pequeños locales donde apoyan a los trabajadores profesionales y su papel pasa a ser “crucial” para la estabilidad de estos negocios. Además, como consecuencia, su compromiso termina siendo mayor y pueden “obtener nuevas habilidades”, señalan en la Live DMA. En el caso de España, no queda demasiado claro cómo tratar con voluntarios y eso queda reflejado en los números: solo representan a 9 de cada 100 empleados. En cambio, en países como Alemania este tipo de contratos suponen el 35% del total. 

Así, la falta de subvenciones, la contraprogramación y aspectos como los voluntariados hacen que la puesta en marcha de salas no encaje de la misma manera que en España como en el resto de Europa. Igualmente, haciendo un último barrido de peculiaridades entre unos locales u otros; en España solo el 17% de estos establecimientos son exclusivamente de música, un 63% tienen bar y restaurante, y un 47% incorporan acciones sociales y educativas. Por su parte, en Europa un 37% son puramente musicales, un 34% agregan el toque educativo y un 31% tienen bar y restaurante. Ah, ¿y dónde está la sala más grande de Europa? En Holanda, con capacidad de 5.592 personas. La más pequeña estaría en Alemania con sitio para solamente 28 entusiastas. 

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