VALENCIA. Ha sido un fundido a negro tan largo que no existe un precedente similar en la ciudad. Once años después de su cese de actividad, Valencia prepara el adiós definitivo al cine Martí con la llegada de un operador de la distribución alimenticia, tal y como informa hoy Valencia Plaza. Aunque ni siquiera existe una fecha concreta para la nueva realidad comercial del espacio, la compañía admite las negociaciones que supondrían un giro radical tras 52 años de un establecimiento vital para entender la influencia del cine entre los valencianos durante la segunda mitad del siglo XX.
La localización del propio cine, en el número 29 de la Avinguda Regne de València, ha sido el factor más determinante a lo largo de su historia. Influyó para atraer al público de dos de las zonas con mayor densidad de población y próximas al centro de la ciudad, Russafa y l'Eixample. Fue capital para convertirse en la sede de la Mostra de Cinema del Mediterrani de València, con un espectacular hall abierto a la gran avenida y que, cuando en 1991 pasó a contar con ocho salas, se convirtió en establecimiento único del certamen internacional en la que se puede considerar su década dorada.
El garaje de los hermanos Martí
Sin embargo, la existencia de estos cines sólo fue posible gracias al auge de la modernidad que en Valencia se vivía al inicio de los años 60. La exhibición de películas se había convertido en una negocio interesante. Muestra de ello fueron las decenas de grandes pantallas repartidas por la ciudad y su área metropolitana, casi todas en una única sala. Ante esta oportunidad, en busca de espacios cada vez más sofisticados en la ciudad creciente, los hermanos Juan, José, Enrique y Vicente Martí Díez decidieron clausurar su parking y taller que poseían para abrir una espectacular sala de cine. Así se describe en El libro de los cines de Valencia (1896-2014), el imprescindible volumen documental escrito por Miguel Tejedor.
En el Gran Garaje Martí de la antigua avenida de José Antonio, confluencia con el Carrer Borriana, levantaba un cine con el diseño del arquitecto Carlos Soler López "en dos niveles de altura, capaz de acoger cerca de 2.000 personas". La separación no incluía una diversificación de precios y el beneficio para el propio espacio fue una seña característica para las diferentes etapas del establecimiento: la parte baja del anfiteatro se convirtió en un amplio vestíbulo de acceso a la avenida.
El 16 de diciembre de 1964, con el punch comercial navideño a las puertas, el cine Martí proyecta su primera película en los "gloriosos 70 milímetros" en los que ha vuelto a rodar Quentin Tarantino. En concreto, 70mm Todd-Ao proyectados en una pantalla semicircular de 23 metros, un auténtico lujo cosmopolita que convertía al cine en una experiencia difícil de replicar en la actualidad. El audio, tecnología punta de alta fidelidad, permitía hasta seis canales en este tipo de cintas. La película de estreno fue Beckett (Peter Glenville, 1964), ganadora de un Globo de Oro y un Oscar (tras doce nominaciones). La primera proyección supuso tal acontecimiento que los diarios de la época la recibieron con crónicas entusiastas, recoge Tejedor.
Durante la primera década del cine se estrenaron clásicos como Moll Flanders (Terence Young, 1965); Boccaccio 70 (Fellini, De Sica, Minicelli y Visconti, 1962) o El poder del deseo (Juan Antonio Bardem, 1975). Según el citado libro, fueron 1.000 estrenos antes de que los hermanos Martí decidieran alcanzar la siguiente etapa. Pero antes cabe destacar que el espectacular escenario también sirvió para acoger grandes conciertos de music-hall. Por ejemplo, el de Sara Montiel en uno de los momentos álgidos de su carrera, consiguiendo un lleno total, o el recital de una joven actriz llamada Ángela Molina.
Del 'gran cine' a la multisala
El destape cambio el paradigma del cine en España a todos los niveles. La explosión de producción redujo los precios en el mercado, el cine español pasaba a tener un catálogo considerable y los espectadores, pese a la baja calidad de las películas, empezaba a diversificarse también ante un mayor conocimiento del audiovisual. Así llegó la idea de la multisala y en 1977, con la exigencia por parte de sus propietarios de "no sacrificar la confortabilidad ni la calidad técnica", el cine Martí pasó a tener cuatro salas (tres en la planta baja, una en el reconvertido anfiteatro) y a llamarse Cines Martí.
El proyecto de los arquitectos Antonio Escario, José Antonio Vidal y José Vives duplicó las butacas en esta tetralogía de salas: Martí-1, Martí-2, Martí-3 y la gran sala Martí-4. La oferta de cine se cuadriplicaba en un solo espacio y todavía quedaba lugar para un amplio e integrado bar. Fue la última reforma con los propietarios originales, la que aportó una novedosa escalera mecánica para acceder a la sala superior. Su auge, la ebullición de sus distritos aledaños, le llevó a convertirse en el escaparate de La Mostra del Cinema del Mediterrani a partir de 1980.
Tejedor llega a calificar la relación de la Mostra de "dependencia", aunque tras una década completa y la llegada -compra- de la familia Pechuán, el certamen pasaría a celebrarse íntegramente en los Martí. Para ello fue esencial la duplicación de salas y aforo, nuevamente. Los que pasarían a ser los cines ABC... Martí se ordenaban con sus pantallas de la A a la H, con la premisa de no perder la esencia del hall de la entrada que seguiría recibiendo espectadores hasta el 15 de enero de 2005.
El giro de los Pechuán
En esta época los Pechuán dieron un giro clave a la programación, incluyendo películas en versión original de cine europeo, pero no en la línea del 'arte y ensayo', sino con una cuidada selección de films donde predominaba la vigorosa producción francesa. La programación convirtió al cine en una referencia, también por la variedad, y era habitual ver allí las películas de estreno de Woody Allen o incluso algunos taquillazos de Hollywood (como la prolongada estancia de Jurassic Park) en versión original subtitulada, aunque el grueso de la programación era cine doblado.
Este éxito llevó a las empresas comandadas por las familias Pechuán y Soler a ir reconsiderando sus posiciones con el inicio de la crisis del cine, ya iniciado el nuevo siglo. Entre ambas se creó una particular comunión, la llamada 'Unión de Cines del Centro' (la extinguida mercantil Unión de Cines Centro, S.L.) que coordinó las programaciones de los cines ABC... Park y Lys, combinando también sus taquillas, la exhibición y compras y generando un auténtico monopolio entre los dos operadores del centro de la ciudad.
Esta unión y apuesta por ambos centros multisalas coincidió con el final de los ABC... Martí, aunque mucho se especuló con las posibilidades inmobiliarias del espacio que, 11 años después de su cierre, se resuelven. Nada que no se presumiera desde que el 23 de abril de 2012 se retiraron los luminosos y se acabó de vaciar un local que durante años había sufrido todo tipo de pequeños robos de butacas y hasta revestimientos que los vecinos vieron sacar con cuentagotas y como un lento y peculiar proceso de desmantelamiento durante la última década.