VALÈNCIA. No se trata de mostrar todo, sino de jugar con el misterio. Es sobre lo que no se ve, lo oculto, que trabaja el artista Ignasi Aballí (Barcelona, 1958) quien aterriza en el IVAM con una exposición que pone atención en su serie de obras Desapariciones (2002), piezas que aterrizan en València tras haberse visto desde su creación en el Museo Reina Sofía y el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona. Esta serie de piezas tienen su punto de partida en la novela La Disparition, de Georges Perec, en la que el autor omite en todo el texto la letra ‘e’ –la más común en el vocabulario francés- como ejercicio de subversión de las convenciones literarias. "Los carteles son como una retrospectiva de mi obra porque recogen mis intereses por temas como la ausencia, la huella, el vacío, lo que ya no está”, indicó el artista durante la presentación de Caso de estudio. Ignasi Aballí, un acto en el que estuvo acompañado por el director del museo, José Miguel G. Cortés, y el comisario Sergio Rubira, subdirector de Colección y Exposiciones.
La desaparición empieza por las propias películas que anuncia la veintena de carteles expuestos, cintas en muchos casos inexistentes pero que exploran en este formato la idea de lo oculto. De un papel doblado que nunca podremos leer a un inmueble en ruinas. “El propio cartel acaba siendo la película”, indicó el Aballí, que considera esta pieza como un “ámbito neutro” entre su obra y la de Perec, un campo intermedio donde la obra de ambos cede y se adapta al otro. El ámbito de lo olvidado recorre todo el proyecto pues, no en vano, la mayoría de imágenes que ilustran cada película son capturas que recogió de otras obras suyas anteriores, de proyectos que quedaron apartados o inconclusos. También ellos quieren salir del baúl de los recuerdos.
“En la obra de Ignasi Aballí siempre hay mucho más de lo que vemos a primera vista, su obra está llena de pequeños gestos con gran significado y grandes reflexiones”, expresó el director de la pinacoteca. Entre la realidad y la ficción, el artista presenta obras sin estridencias en las que “hay más de lo que parece”, un montaje que en este caso pone más peso en la balanza en su relación con la literatura. La exposición reúne tres proyectos dedicados al cine de Ignasi Aballí en los que queda patente que en su trabajo, más allá de ser esa eterna ordenación de los objetos y materiales cotidianos, lo fundamental es la necesidad por encontrar la imagen de lo invisible.
El segundo proyecto que incluye la muestra es Sinopsis II (2009), ocho fotografías con textos en los que se describen situaciones violentas que han sido grabadas por cámaras de seguridad, como un atraco o unos jóvenes que prenden fuego a un indigente en un cajero automático. "Me interesa la idea de grabación sin fin, de la cámara como testigo mudo cuyas grabaciones se pueden utilizar para ver qué ha ocurrido, llevar a alguien a juicio o a la cárcel a los culpables", señala Aballí. Aunque la idea del mundo convertido en una suerte de Gran Hermano es controvertida, lo cierto es que el barcelonés no trata tanto de entrar en el debate entre lo bueno o malo de estar rodeados de cámaras, sino que toma el resultado de su propia existencia.
Se trata pues de “un testigo acusador al que todos estamos sometidos” y, también, un elemento que pasa la mayor parte de su vida siendo espectador de eventos sin interés. La exposición se completa con la cinta Listado (2005) que subraya la obsesión de Aballí por ordenar y clasificar en un intento de comprender la complejidad de lo cotidiano. "Aballí actúa como una especie de meticuloso archivero catalogando documentos para crear esas obras en las que se mezclan realidad y ficción, ausencia y presencia, lo que se muestra y lo que se esconde", resumió Rubira. De igual forma, se ha incluido a la entrada de la sala la proyección de una entrevista al artista grabada hace pocos días en su estudio y realizada por Mercedes Cebrián, traductora de la obra del cineasta Georges Perec.