VALÈNCIA. "Estamos hartos de ir viendo cómo se deteriora la Marina de València". Así lo lamenta Ángela Pérez, vicepresidenta de Health in Code, presidenta de Bioval, premio Jaume I al Emprendimiento y cofundadora de Biohub, proyecto que reside en una de las bases de la Marina Sur y cuya puesta en marcha costó muchos más meses de los previstos inicialmente.
Pérez reacciona a la decisión del empresario valenciano Juan Roig de abandonar el proyecto de ampliación de Marina de Empresas, impulsado en el tinglado 4 -cercano al Biohub- para levantar un edificio en Atarazanas, dada la paralización que la Marina sufre por la falta de un ente gestor que avance con las licitaciones de espacios. Un organismo que debería ponerse en marcha, pero para el que todavía falta abordar las negociaciones con Puertos del Estado.
"Recibimos la noticia de que Marina de Empresas renuncia a la concesión del tinglado 4 y presenta un proyecto fuera de la Marina de Valencia, porque sus proyectos no pueden seguir esperando indefinidamente", reflexiona. "Que el entorno de Juan Roig decida alejarse de la Marina es una muy mala noticia y pone de manifiesto el nivel de bloqueo político que tiene esta parte de la ciudad".
Pérez insiste en que, si dieran facilidades, podrían impulsar muchos más proyectos emprendedores en un espacio que sienten descuidado por parte de la ciudad. "Hace meses que los responsables de Marina de Empresas se lamentan de no poder acelerar más proyectos porque sus instalaciones se quedan pequeñas. En Biohub tenemos más de 30 empresas a la espera de esos tan cotizados metros con vistas al puerto. En general, todos los afortunados ocupantes de la primera línea de La Marina miramos hacia los Tinglados imaginando y diseñando mentalmente más empresas tecnológicas, más proyectos de emprendimiento y más innovación e inversión privada", recalca.
"Los indicadores funcionan muy bien y vemos cómo el ecosistema madura en nuestra ciudad, situándonos en las posiciones que corresponden a nuestra Comunidad", insiste. Sin embargo, siente que hasta el momento la parte pública no rema a favor para hacer crecer el ecosistema en el espacio. "Estamos hartos de años de declaraciones políticas en las que se manejan términos como inseguridad jurídica, consorcios en liquidación, deudas condonadas, titularidades que van y vuelven a la Autoridad Portuaria de Valencia para justificar no hacer nada y seguir viendo cómo se deteriora La Marina", destaca. "Exceptuando las bases rehabilitadas, el resto de la zona está en unas condiciones lamentables que no parecen preocupar a nadie".
Pérez recuerda como, desde 2015, algunos emprendedores locales, de forma independiente, visionaron un futuro alternativo y con mucho mejor impacto a largo plazo, para esta zona de Valencia más allá de los grandes eventos. Sin embargo, califica el recorrido como "un via crucis con la administración" para transformar las construcciones efímeras empleadas por los equipos deportivos de los diferentes países de la Copa América 2007 en edificios tecnológicos.
"Tan difícil fue este camino para muchos de ellos, que la hemeroteca está llena de historias sorprendentes que dan para más de una noche de insomnio", lamenta. No obstante, señala que el sufrimiento conjunto también les ha llevado a concluir y generar iniciativas privadas de emprendimiento, formación e inversión en la ciudad de Valencia En la Marina de Valencia trabajan más de 2000 personas diariamente que se dan cita en alguna de las más de 350 empresas tecnológicas, ubicadas en Marina de Empresas, Biohub, Insomnia o Zeus, entre otros.
"Sinceramente, no creo que los responsables dentro de la administración sepan lo que supone estar en la Marina", cuestiona. "Edificios efímeros sin licencias, ni registros de propiedad, que han requerido inversiones millonarias de acondicionamiento. Mucho dinero y muchos trámites administrativos sin certezas en cuanto a plazos de concesión ni seguridad jurídica. En el caso de la antigua Terminal marítima o Biohub, la reversión de la concesión a la Autoridad Portuaria, nos dio algo de impulso y nos sacó de la incertidumbre de un Consorcio sin rumbo", reconoce.
"A mí lo que me parece complejo es retener en nuestra ciudad referentes tecnológicos mundiales, me parece complejo diseñar empresas tecnológicas basadas en resultados de nuestra infrafinanciada investigación. Me parece titánica la labor de conseguir capital privado para crear y escalar estos proyectos o trabajar en lobbies para atraer nodos tecnológicos europeos para que tengan su sede en Valencia. Por comparación, una vez que esos pequeños milagros se materializan, me parece absurdamente sencillo facilitar los espacios necesarios para que estos proyectos fructifiquen lo antes posible", sentencia la emprendedora.
"Me gustaría que, de una vez por todas, y de forma prioritaria, Valencia apueste por La Marina y la transforme mediante iniciativas privadas, en esa zona de emprendimiento e inversión que la ciudad necesita", insiste. "Qué dejemos de hablar de complejidad y trabajemos urgentemente en transformar esta parte de la ciudad. Nuestros futuros ingenieros e ingenieras, médicos y profesionales tecnológicos en general, nos lo agradecerán".
En este sentido, señala que la concentración en un entorno singular es uno de los factores que contribuye positivamente al éxito de un proyecto emprendedor y atrae talento e inversión. "La Marina cumple con creces nuestras expectativas y queremos que sea el lugar de destino de cientos de emprendedores", apunta. "Creo por tanto que, a esos super héroes y super heroínas que trabajan en cuestiones singulares y escasas es muy complicado explicarles que lo difícil, según nuestros dirigentes, es que las administraciones de diferente color político se reúnan, que es complicado buscar el mejor acuerdo para la ciudadanía o tomar decisiones para desbloquear conflictos", apunta.
"Podríamos incluso malinterpretar que estos bloqueos mantenidos en el tiempo, que las reuniones que no se consigue agendar y los consensos que no llegan nunca responden a réditos políticos más que a un interés real por transformar La Marina", lamenta.