Los autores de la falla municipal infantil abren las puertas de su taller para hablar de arte, los límites de la fiesta, las (falsas) etiquetas y responder a la pregunta: qué es un falla
VALÈNCIA. Anna Ruíz Sospedra y Giovanni Nardín son bien conscientes del impacto que provocó su selección como autores de la falla municipal infantil de este año. "El día en que se eligieron las fallas municipales no dormí. El jurado eligió las que yo no me habría atrevido", reconoce el propio concejal de Cultura Festiva, Pere Fuset, en el especial de Fallas de la revista Plaza. Con Descobrir i Redescobrir buscan llevar a la plaza del Ayuntamiento una estética poco convencional, que no tiene nada que ver con lo tradicional o no tradicional, un proyecto que saben que puede abrir las puertas a la llegada de otros tantos creadores, digamos, distintos. Las etiquetas no van con ellos, no porque no las usen, sino porque tienen muy claro su discurso, y no siempre gusta. Son artistas plásticos, independientes y saben que sus fallas son muchas cosas, pero no innovadoras. Llegan con una misión: hacernos leer.
-Muchas veces, cuando se habla de fallas distintas, hay quien cae en el manido 'esto no es una falla'. Tengo la tentación de preguntaros, ¿qué es una falla?
-Anna Ruiz: La entiendo como una necesidad de expresión de un pueblo, que lo hace a través de una festividad. La falla surge como algo muy espontáneo que alguien después lo quiere cargar de contenido y genera un ninot. La falla es la necesidad de expresar, por eso para mi cabe todo, siempre que tenga esa intencionalidad y sea en un momento concreto, en marzo. Además, también entiendo falla como el momento en el que se corta la ciudad, sus calles, y se introducen elementos que interrumpen la cotidianidad. Si no se da ese contexto, con la música y otros elementos, no lo es. No me vale que cojamos este elemento que vamos a hacer para el Ayuntamiento y lo lleven a otra ciudad. En ese otro contexto es una instalación, no es falla.
-Giovanni Nardín: En mi tierra se celebra un evento parecido, unas hogueras algo más primitivas. Yo también entiendo esa tradición como la necesidad de expresarse a través de la fiesta y donde se utiliza el catafalco que poco a poco se carga de contenido. La falla no se puede dar en otro lado.
-La primera vez que hablamos, hace unos meses, me decíais: "la gente ve la falla como un objeto precioso al que ver desde una valla, nosotros queremos romperla".
-G.N.: La valla se puede romper a todos los niveles, físico y no.
-A.R.: Este año, por ejemplo, sí llevará valla, porque hay unas horas puntas en las que es imposible. Hemos llegado a un acuerdo, que espero que se cumpla, para que puedan acceder los niños durante unas horas al día. Es su falla y nos gusta que puedan estar más cerca ellos.
-G.N.: Sobre todo, que la vean libres de juicios, que puedan percibirla a su manera. Esta es una vía intermedia, nos habría gustado quitarla pero no se podía.
-A.R.: Nos pasó en la Merced, acordamos con los falleros que no hubieran vallas y nunca se quitaron. En ese momento no sé por qué no fuimos lo suficientemente fuertes para decir: esto se quita. Para nosotros el proyecto nunca se completó, estaba pensado para ser pisado, los carteles estaban en el suelo, el vacío se llenaba con el espectador... Por eso este año la hemos compuesto de manera en que desde fuera funcione y también desde dentro.
-Cuando se anunció que ibais a ser los autores de la falla muchas personas se llevaron las manos a la cabeza. Ahora, habláis de unos niños "libres de juicios" y, además, precisáis que es una falla hecha para ellos, ¿qué queréis sacar de esos visitantes?
-A.R.: Sabemos que hay otro público que quiere ver otro tipo de falla. Queremos abrir la mente a la ciudadanía: las Fallas no deben ser cerradas, pertenecen a una ciudad en la que hay muchas sensibilidades. También tienen cabida otras formas de verlas. Los más pequeños no tienen ese prejuicio previo, con eso ya estás cambiando.
-G.N.: Cuanto más amplío sea el registro de lenguajes estéticos que tengan los niños nos encontraremos con personas más abiertas. Es una inversión. La tradición es transmisión, no permanencia. Queremos hacer entender que el espacio fiesta es un espacio muy abierto, no ponemos canonizarlos desde que son pequeños. Sería un error. Nuestra intención es despertarles, incentivarles. Si no hay fantasía, no hay avance; si no hay estímulo, no hay fantasía.
-Decís que en una falla cabe todo, ¿hay límites?
-A.R.: Existen unos límites que te otorga el fuego, los materiales. Por otro lado, no. Las fallas están cargadas de narratividad, es una parte que no quitaría. La falla te exige, con lo que ellos llaman guión, leer visualmente o por escrito. La creatividad es necesaria, si no la fomentamos es imposible avanzar. Queremos que se entienda la fantasía como una herramienta de conocimiento pero también como esa parte que te hace más feliz. Ese discurso lo enlazamos con los cuentos, de los que nos hemos ayudado para hacer estéticas diferentes y enriquecer esa visión. El espectador no se encontrará con procesos automatizados, que es lo que te encuentras más o menos en todas las fallas. Jugamos con las texturas, acabados, colores... todo eso también forma parte del discurso.
-Con los índices de lectura tan bajos se podría decir que es una falla reivindicativa.
-A.R.: Es nuestro aspecto social y crítico. Nuestra crítica siempre quiere ser constructiva, comprometida.
-G.N.: Podemos disfrutar de la fiesta y, a la vez, llevarnos algo más. En este caso está la reivindicación de la literatura, de la creatividad... siempre jugamos con un mensaje directo e indirecto.
-Sois un perfil distinto con respecto a muchos de los autores de las fallas municipales, no solo por la estética, también por vuestra trayectoria, muy cercanos a otros ámbitos. ¿cómo os sentís con las etiquetas de 'artista fallero'?
-G.N.: Hay mucho desconocimiento y confusión. Artistas falleros son solo los que pertenecen al gremio.
-A.R.: Aunque deberían eliminar la palabra 'artista' y llamarse 'artesano fallero'.
-G.N.: Bajo esta etiqueta hay un gran abanico, hay de todo. Siempre intentamos corregir y decir que somos artistas plásticos, hagamos o no fallas. Así no confundimos a nadie.
-A.R.: De esta forma nos desmarcamos. No entendemos las fallas del mismo modo. No creo que sea peyorativo, sencillamente queremos llamarnos de otra manera, como nos sentimos nosotros.
-G.N.: Nos movemos en un terreno independiente, no pertenecemos a ningún colectivo.
-¿Y con la etiqueta de 'innovadora'?
-A.R.: Si las usamos como como un modo de referencia, lo aceptamos, aunque no creo que sea muy certero. Consideramos falla lo que hacemos, sin necesidad de etiquetar. Es una manera de hacer piña.
-¿Por qué queríais plantar en la plaza del Ayuntamiento?
-A.R.: A mi me gustan las fallas, desde pequeña. No he formado parte de ninguna comisión ni nada, pero he vivido las plantàs de mi padre. Cuando dejó de hacerlas tenía la costumbre de seguir yendo a verlas, pero cuando salía no veía nada que me gustara y dije: ¿por qué no hago lo que me gustaría encontrar? Aquí me ocurre lo mismo, íbamos a la plaza del Ayuntamiento y no encontraba aquello con lo que nos sintiéramos identificados. No gustaría que el año que viene, ya que hemos abierto una puerta, pueda haber otra cosa. Es casi egoísta el planteamiento porque se trata de preguntarme: qué quiero ver yo.
-¿Tenéis esa sensación de estar abriendo una puerta?
-A.R.: Hay chavales que están haciendo cosas interesantes, ¿por qué no están ahí? Espero que se abra.
-G.N.: Es muy importante también el hecho de que seamos independientes. Espero que tampoco ahí se cierre, que haya cabida seas independiente, agremiado o perteneciente a cualquier otro colectivo.
-A.R.: A veces se dice que las Fallas son la manifestación de arte popular más grande del mundo. No, todavía no. Las Fallas no son arte, se puede hacer arte en las fallas, pero no lo son. Son manifestaciones de artesanía, como se pueden dar en los carros de carnavales. No son instalaciones de arte. No me gusta que se hable con vocablos erróneos. Es una fiesta popular y, dentro, cabe lo artístico y lo artesanal. Lo popular no es negativo.
-G.N.: Nosotros somos artistas, de València y formamos parte pueblo, con lo que tenemos cabida. El concepto de tradición también ha sido transmutado en este sentido, ha sido cargado hasta convertirse en repetición e inmutabilidad. Hay fallas de los años 20 que son actuales a nivel estético, que se parecen más a lo que nosotros estamos haciendo.
-Es una falla cargada de símbolos, ¿con cuál nace?
-A.R.: Casi surgió todo del cuento de La biblioteca de Babel de Borges, a partir de ahí salió todo lo demás. La base tiene esa forma hexagonal porque Borges describe así la biblioteca, como un espacio repetitivo. Pensamos, ¿por qué no generamos uno de esos espacios? Al principio planteamos comunicar varios hexágonos, pero después cambiamos la idea y lo trasladamos al suelo. De ahí surgen muchas cosas, como la forma abstracta, que para nosotros es muy importante.
-¿Por qué?
-A.R.: En fallas nunca se ha hecho abstracción, sí geométrica, pero no expresionista, que rompe todavía más. Generalmente la gente rechaza porque no es capaz de relacionar. Sin embargo, para nosotros identifica la fantasía porque puede ser todo aquello que tú quieras, es la parte más fundamental.
-Después, por supuesto, hay una selección de obras, de cuentos, muy reconocibles. ¿cómo habéis hecho la selección?
-A.R.: Ha habido de todo. Hemos querido elegir cuentos más reconocibles, clásicos, pero al mismo tiempo releerlos. De hecho, nos hemos sorprendido, porque hay cuentos, como Peter Pan, que son muy violentos, hay niños matando a piratas con espadas.
-Más antes que ahora.
-G.N.: Sí, porque antes había una inocencia un tanto salvaje.
-A.R.: Para el resto de cuentos sí queríamos investigar más, algunos que hubiéramos leído, como La casa de Thendara. Es estupendo. Te hace muchísimas preguntas, como adulta y como mujer. Es muy profundo, no es nada superficial.
-G.N.: Hay también libros clásicos como Moby Dick, que puede ser para adultos, con los que hemos querido jugar, poner a los mayores en el compromiso de abrir un libro y contárselo a sus chiquillos. Hay dos o tres libros de novela caballeresca que son en italiano antiguo, no sé si habrán traducciones, pero es un pretexto para que la gente investigue. También está El Rey Mono, que es literatura china.
-Por lo que contáis esta falla tiene poco de superficial, pero hablemos también de ello. ¿cómo ha sido la creación?
-A.R.: En parte viene por la limitación del fuego, necesita materiales combustibles. Normalmente utilizo el realismo, entonces la manera más fácil es a través del modelado clásico en barro, lo que significa hacer el molde en escayola y el positivado en cartón. Hasta ahí estoy repitiendo el mismo proceso tradicional desde que se introdujo el cartón, que no siempre ha habido cartón en las Fallas. Me aprovecho de una parte tradicional pero al mismo tiempo intento darle mi propia lectura, la hago afín a mi lenguaje, más actual, aprovechando la textura del cartón sin modificarlo especialmente. A partir de ahí pinto sobre el cartón, algo que no se suele hacer, para resaltar aquellos defectos que para mí no lo son, forman parte de la expresividad de la obra.
-G.N.: Yo trabajo por la madera por afinidad con el material. Mi proceso nace de un caos, de la mesa del caos, de piezas pequeñas. Ahí vamos seleccionando, construyendo según las necesidad y adaptando la madera a mis necesidades estéticas. Poco a poco he ido aprendiendo del oficio de carpintería, siempre adaptado a mi personalidad.
-Una última pregunta, ¿nos recomendáis un libro?
-A.R.: Alfanhuí.
-G.N.: La casa de Thendara.