De Fandogamia a 'El Jueves'

Apuntes sobre el estado del humor gráfico a partir del caso de 'El niño Jesús no odia a los mariquitas'

27/05/2024 - 

VALÈNCIA. “Hay gente mala a la que no le gustan los homosexuales. Ellos creen que los hombres deben besarse solo con mujeres y las mujeres solo con hombres. ¡A veces incluso matan a la gente solo por ser homosexual!” reza una de las páginas del cuadernillo El niño jesús no odia a los mariquitas, publicado por Julio Serrano -Don Julio dentro del universo de la ilustración- de la mano de la editorial valenciana Fandogamia, y sigue así: “¡Imagina que te hiciesen daño solo por darle un beso a la persona que te gusta!” mientras en el dibujo que sucede al texto muestra a dos lesbianas en la hoguera junto al verdugo y un cura que sujeta una biblia. En el libro, presentado como un cuaderno de actividades para adultos, se exponen varios ejercicios para aprender sobre “lo mala que es la homofobia coloreando y pintando”, algo que ha provocado una querella por parte de Abogados Cristianos, quienes acusan a Serrano de “posibles delitos de provocación a la discriminación, al odio y provocación sexual”. 

En esta misma demanda se acusa también a la editorial de “recomendar el libro a niños mayores de 6 años cuando aparecen escenas de sexo explícito”, como dos monjas desnudas masturbándose, algo que ha llegado a escandalizar hasta al propio Elon Musk, quien califica esta publicación como “demencial” a través de X (antes Twitter). A esta segunda demanda la editorial Fandogamia ha respondido que el libro “se vende como un cuaderno de actividades para adultos pero varias webs de proveedores han decidido borrar esa parte del texto y añadir que es un libro para mayores de seis años”, un grave error que se escapa a su control, señala.

Pedro Medina, cabeza de la editorial explica que todo esto les parece “una broma pesada” y señala que han pedido la eliminación del texto que indica que la lectura es para "niños mayores de seis años" de manera inmediata: “Los pequeños grupos no podemos controlar que las distribuidoras vuelquen bien los datos, no somos una editorial que trabaje con libros infantiles y el bulo se extendió como la pólvora por redes. Rápidamente explicamos que Fandogamia no es una editorial que haya intentado publicar este libro a espaldas de la sociedad para colar este tipo de contenido, la gente ni siquiera se paró a buscarlo”, añade el editor.

De este modo Medina se defiende de la segunda parte de la demanda, la del mal etiquetado del libro, pero ¿y de la primera?: “Nosotros defendemos la libertad de expresión y el público objetivo al que va referido este libro, no coincidimos con los ataques recibidos. Las cuentas de ultraderecha se basan en un enfado que les permite alimentar la guerra cultural en la que se habla de agenda queer y contenidos de izquierda, una teoría de conspiración que hace que todo tenga que ser “políticamente correcto y que todo esté bien” y no coincidimos con esas afirmaciones”, aclara Medina, quien se ha mostrado fiel defensor de Serrano a toda costa. 

El ilustrador de El niño jesús no odia a los mariquitas contempla que ese “borrado estratégico” sea una herramienta para seguir alimentando el bulo y llamar la atención para que los humoristas “se callen”: Con esto buscan machacar a los dibujantes y mostrarles que les van a linchar, amenazar e insultar, creo que generar una campaña de miedo es parte de su estrategia. La pregunta aquí no es con qué te metes sino con quién”, apunta Serrano.

Este caso ha suscitado un gran debate en redes sociales respecto a “los límites del humor” y a la forma de trabajar de los humoristas gráficos. Otros perfiles, como los humoristas valencianos Raúl Salazar -también colaborador de la revista Plaza- y Juanjo Cuerda se han visto en situaciones muy similares por sus viñetas publicadas en El Jueves, llegando a recibir ataques de odio por partidos políticos como Vox -por la publicación de la “pandilla VOXura”- o denuncias por parte de grupos como la Unión de Oficiales de la Guardia Civil por parodiaba a un mando comiéndose el cerebro de un agente.

Analizando el caso de Don Julio y Fandogamia, Salazar señala que los humoristas gráficos necesitan mantener la cabeza bien alta antes las polémicas para seguir dibujando: “Tienes que aprender a seguir trabajando, muchas veces recibimos mucha tralla en redes sociales y si te paras a mirarlo todo no estás dibujando”, explica Salazar, “cuando pasa la tormenta todo el cuerpo se relaja pero se nota el desgaste pero si tienes respetas tus límites trabajando puedes estar tranquilo”. Ahora bien, ¿existen los límites del humor? Para Salazar no existen, más allá de los propios y generales: “Podemos decir que cada uno tiene límites dentro de su sentido del humor pero no se puede delimitar el humor general. Mientras exista alguien que se ría aunque haya un humor muy profundo y negro sigue existiendo”.

Con esto señala que las críticas muchas veces van a “machacar” directamente al medio o a los autores para que dejen de dibujar. Respecto a las polémicas que se pueden generar alrededor de su trabajo tanto Salazar como Cuerda y Serrano contemplan que les resultaría imposible trabajar si tienen que detener su producción “cada vez que ofenden a alguien” y es por ello que se amparan bajo la crítica y la sátira sobre lo que están publicando, siempre teniendo en cuenta su propio criterio moral. “Tenemos que informarnos mucho sobre el tema que vamos a tratar, aunque luego vaya a quedar reducido a un chiste muy sintético -señala Cuerda- porque aunque trabajemos desde el humor no estamos autorizados a contar mentiras a través de un chiste. El tono que se elige para plasmar la crítica depende del tema que se aborda y según la gravedad del asunto”.

Contemplando estos parámetros cada uno de los autores se presta a su propia autocrítica desde la que trabajan los límites de la sátira con la que también aprenden y evolucionan, tal y como lo señala Serrano, quien no teme admitir cuando se ha equivocado: "El humor al igual que la sociedad va evolucionando, yo he dibujado cosas que a día de hoy me dan vergüenza y he rectificado al respecto. Aprendes a decir que estabas equivocado cuando dibujaste aquello y evolucionas. Nosotros podemos rectificar, pero muchas veces los grandes grupos intentan lincharnos de manera desmesurada para que no sigamos haciendo nuestro trabajo", señala. Lo dice enfatizando que para dedicarse a la sátira es necesario “tener el inconformismo dentro”. Considerando los diversos tonos que puede adquirir una misma tira cómica -surrealista, caricaturesco o más seco- los humoristas gráficos son conscientes de que pueden generar “pataletas” en ciertos colectivos pero aprenden a responder a estas para poder seguir dibujando, o a rectificar ante ciertos grupos si es necesario. 

Por su parte, Cuerda señala que “si las razones por las que protesta un colectivo son lógicas yo puedo rectificar” y refuerza su argumento al decir que “si entiendo que lo que he hecho a través del chiste o la ilustración no está bien planteado o es injusto puedo ir modulando pero lo que no harán será callar nuestra libertad de expresión”. En su caso, como en el de Serrano y Salazar, sus viñetas trabajan bajo un paraguas en el que se comprende esta sátira como puede ser la revista El Jueves o el “cuadernillo de actividades” de Fandogamia, que se trabaja desde la sátira. 

Comprendiendo este contexto, los tres autores piden que sus viñetas que no se descontextualicen: “Nosotros trabajamos en medios que ponen la ilustración al servicio de la denuncia, generamos una crítica consciente y la trabajamos pero nuestros trabajos están dentro de medios que trabajan con la sátira y esto es crucial señalarlo”, apunta Cuerda.

Volviendo al caso de El niño Jesús no odia a los mariquitas, Serrano señala que “se puede ser católico y no ser un homófobo”, y que eso es precisamente lo que pretende explicar con el cuadernillo, aunque eso “a los grupos más intolerantes no les gusta”. Coincide con sus compañeros de profesión en que esta no es la primera “polémica gorda” en la que le meten -“ni la última”-, pero que saben defenderse porque la campaña de odio siempre sigue los mismos pasos: “Descontextualizar una viñeta, viralizarla e intentar que la gente coja asco a una obra sin haberla leído”. Asimismo, comenta que  “si estas personas vieran que esta obra está dentro de una editorial o una revista podrían comprender el contexto”. 

Con esto desde Fandogamia reconocen el error de que en su descripción la obra se “vendiera a los niños” por un error ajeno en algunos puntos de venta, pero no el que se refiere a su ataque entre las páginas. “Hacemos contenido de sátira apto para sus edades recomendadas, invitamos a quienes se hayan creído el bulo a que abran el cuadernillo y avancen en la lectura para comprenderla”, puntualiza Medina. Así, desde Fandogamia defiende la libertad de expresión en cualquier formato ya sea un libro, una ilustración o el “cuadernillo” que ha generado más odio que su “gemelo” destinando a repasar actividades de verano para niños.

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