Buceamos en la V edición de las Jornadas de animación a la lectura, escritura y observación
En la trinchera. Es ahí donde habitan quienes se dedican a difundir y fomentar la creatividad en la infancia. Quienes defienden la necesidad de educar la mirada crítica en los más pequeños, de negarse a generar una niñez conformista, edulcorada y monocorde, lista para envasar. Es la trinchera de quienes aspiran a escuchar los anhelos y peticiones de los infantes, quienes reconocen a los infantes como interlocutores válidos. Bajitos, sí, pero con la misma dignidad que los adultos omnipotentes que rigen su destino. Y precisamente es en esa trinchera jaranera y reivindicativa a partes iguales, donde encuentra su razón de ser JALEO, las Jornadas de animación a la lectura, escritura y observación que acometen este año su quinta edición. “Necesitamos ser conscientes de la importancia de generar mente crítica, pero también compartir ese acto afectivo, de amor y cuidados que supone leer a un niño, contarle un cuento o descubrirle un libro”, explican los poetas Mar Benegas y Jesús Ge, directores de esta iniciativa.
Con la palabra como galón, del 9 al 12 de julio, JALEO 2019 busca tejer en València “una red” de profesionales que actúan en el universo de la mediación cultural y que a menudo se sienten asfixiados por la sensación de aislamiento: “La animación a la lectura es algo que no le importa a mucha gente, que no interesa, que no tiene rédito político, especialmente si es para niños. Es una trinchera muy solitaria”, señala Benegas. Trinchera, de nuevo, la palabra clave.
Reunirse a escuchar, compartir experiencias e intercambiar inquietudes se convierte en una forma de crear comunidad, de encontrar a voces con las que sentirse identificadas e inspiradas. Así, ante todo, las Jornadas JALEO - que se celebran en la Facultat de Filologia de la UV y cuentan con el respaldo de la UIMP- son un escenario para el encuentro, “para juntarnos y defender nuestra labor, para demostrar que seguimos en pie, preparando proyectos. A veces podemos dejarnos llevar por una actitud derrotista al pensar que no tenemos apoyo público suficiente, pero hay propuestas que consiguen funcionar, que tienen éxito y queremos conocerlas”, sostiene la creadora. Además, cada edición adopta un tinte más internacional, no solamente en cuanto a los ponentes (una mixtura que en 2019 combina a especialistas del territorio estatal con otros provenientes de México y Francia), sino también respecto al público que se acerca a empaparse de palabras ajenas. “Me sorprende la cantidad de personas que vienen adrede del otro lado del Atlántico”, en concreto, este año reciben asistentes de coordenadas tan distantes como Perú, Chile, República Dominicana o Argentina.
Un afán transfronterizo que encuentra su lugar de ser en una máxima arrolladora: la infancia es infancia, más allá del contexto social en el que se desarrolle. “Hay características específicas culturales, claro, pero un buen libro, una buena reflexión profunda o una buena acción de fomento lector son algo colectivo, hay un punto de conexión en la propia humanidad que permite extrapolar experiencias y emociones. Al final, los niños de México o Alemania tienen una forma similar de enfrentarse al aprendizaje”, apunta Benegas. Por algo decía Rilke que la verdadera patria del hombre es su infancia.
Este cosmos jaranero a puesta a fuego por la transversalidad: hay espacio para los cuentos, el teatro y la poesía, sí, pero también para la música popular, la ilustración, el folklore, la didáctica de la literatura en el aula, la filosofía y antropología. Ámbitos que se abordan tanto desde la reflexión teórica como a través de iniciativas prácticas que ejercen de ejemplo e inspiración. “JALEO es de los pocos proyectos que se dirigen por igual a maestros, bibliotecarios, escritores, editores y mediadores culturales, por ello, buscamos generar temas que puedan interesar y dar recursos a todos ellos. Queremos que estén presentes todas las disciplinas y todas las edades”, indica Gé. El resultado es un programa trufado de nombres como la antropóloga Michèle Petit, el ilustrador Miguel Calatayud, la poeta María Baranda o las bibliotecarias Ana Nebreda y Pilar Luján.
La idea de la sensibilidad artística como trinchera resurge al abordar las ofertas pasivas para el ocio de los ciudadanos recién llegados al planeta Tierra. “Estamos viviendo una eclosión muy fuerte de productos infantiles, pero desde una perspectiva puramente comercial. El mercado se ha dado cuenta de que hay un nicho abierto en las familias que compran cosas para los niños, así que lo están invadiendo todo con propuestas mediocres que no tienen nada que ver con el arte, la creatividad… La única intención es vender”, apunta Jesús Ge. “Como son niños, parece que cualquier cosa vale. Muchos festivales tienen claro que deben incluir alguna propuesta infantil en su programación, pero no cuidan que tenga calidad”, denuncia el autor, quien reivindica que la programación para los menores no debe interpretarse como un simple servicio de ‘aparcaniños’.
Al mismo tiempo, el poeta sonoro señala cómo los poderes públicos “están reduciendo el tiempo destinado a las humanidades y el pensamiento en todos los niveles académicos, desde Primaria hasta la Universidad. Se trata de un planteamiento ideológico puramente capitalista que actúa dentro de las lógicas empresariales”. “En la escuela cada vez está menos presente el arte, la literatura…áreas que sirven para cultivar el alma. Realizar labores como la nuestra se convierte casi en un acto de resistencia. Habitamos en los márgenes, en esos espacios en los que puede parecer que no hay nadie, pero ahí estamos”, indica Benegas, quien señala la necesidad de que haya “voluntad política para dejar de entender las escuelas y las bibliotecas como meros contenedores de niños y libros”. A veces, la subversión toma la forma de un poema infantil que reta a la realidad, que se celebra en su verdad y en su capacidad de imaginar otros mundos menos tóxicos, más amables. “La literatura infantil de calidad, la que de verdad vale la pena es un espacio para darle la vuelta al mundo impuesto por los adultos, desde Peter Pan a Pipi Calzaslargas. También para hablar de lo que sucede dentro de la cabeza y el alma de los niños, de sus dudas, miedos y cambios. Frente a eso, vemos como muchas editoriales se lanzan a sacar títulos vacuos, sosos y banalizadores, que reproducen modelos equivocados de conducta y que no invitan a pensar”, sostiene Gé.
JALEO busca actuar como coctelera experiencial, pero también visibilizar la labor de los profesionales dedicados al universo de los menores de edad. “Lo que no se nombra no existe. Para mí es muy importante dignificar el trabajo relacionado con la infancia, que no suele ser valorado. De hecho, cuando escribes para niños no te toman en serio, no hay presencia de medios. Apenas se hablar de la literatura infantil. Para sentirte reconocido en tu oficio tienes que dedicarte a la ‘literatura de mayores’”, señala Benegas.
Llegados a este punto, Benegas lanza otro de los grandes retos a los que se enfrentan los profesionales que integran JALEO: el mandato social de convertir a los pequeños en seres productivos, pluriempleados, sin tiempo para imaginar, aburrirse o reflexionar. La clase extraescolar de inglés enlaza con la de piano que, a su vez, constituye la antesala del entrenamiento de fútbol o de tenis. “Los niños mayores de 8 años solo participan en actividades de lectura de poesía cuando se realizan durante el horario escolar, después ya no pueden porque están ocupadísimos produciendo, dedicados a labores que tengan un objetivo academicista. De 8 de la mañana a las 8 de la tarde tienen que tener una repercusión funcional, tienen que servir para algo que un adulto ha decidido que es lo bueno para él. No pueden simplemente sentarse a escuchar poemas o aburrirse, que es la semilla de la creatividad”, apunta la poeta. Así, la responsable de JALEO subraya la gran queja que le transmiten los pequeños “siempre me dicen que nadie les escucha, que nadie tiene en cuenta qué es lo que tienen que decir. Esa es su gran proclama, su gran reclamación”.
A la hora de abordar los primeros años de vida de cualquier persona, se recurre a menudo a una versión edulcorada de la existencia, un oasis idílico, a salvo de las preocupaciones de ese terrible horizonte llamo adultez. Está extendida la idea de la niñez como un paraíso perdido y, sin embargo, los pequeños sufren, temen, dudan, experimentan tristeza y frustración. Quizás sus miedos e inquietudes sean diferentes a los de tus progenitores, pero ahí están. ¿Por qué ese empeño por pintar de un estomagante tono rosado la experiencia de los pequeños? ¿Por qué negarse a aceptar que la niñez también puede estar plagada de sombras?
“Tenemos un problema con la construcción del imaginario de la infancia”, asevera la poeta e impulsora de JALEO. “Sentimos cierta necesidad de sobreprotegerles, pero en la realidad hay momentos terribles y los niños los experimentan, así que tenemos que la obligación de explicarles las cosas importantes que están pasando a su alrededor para que no tengan después que gestionarlas sin recursos. La ficción ayuda a tener herramientas para afrontar esas situaciones difíciles cuando vengan. Queremos que nuestros niños no sufran, por supuesto, pero en la vida hay sufrimiento”, recuerda Mar Benegas. En ese almíbar impuesto influye, y mucho, la concepción del propio menor como “un individuo siempre incompleto. Es cierto que está en un proceso de formación, pero ya es un individuo en sí mismo”. “Además, los adultos esperan constantemente que el niño responda a sus expectativas”, añade la autora de tomos como A lo bestia o Versos como una casa.
Frente a este flujo vertical de la creación y la cultura, que únicamente acepta la transmisión vertical de propuestas desde el humano mayor de edad hasta el recién llegado, JALEO plantea alternativas como una jam de poesía infantil, iniciativa de micro abierto pionera en todo el mundo en la que son los menores los que toman la palabra, suben al escenario y recitan poemas (suyos o de terceros) ante un público que les cuadriplica la edad, “consideramos que es un acto revolucionario. Los niños viven en la poesía, hasta los 10 años tienen pensamiento metafórico, poesía pura”. “Darles, permitir que se expresen a través de la escritura es una de mis grandes batallas. Tenemos desde pequeñines que recitan con sus familias hasta adolescentes que comparten sus propias piezas. Y ahí, los mayores nos paramos y escuchamos lo que ellos tienen que decir”, indica la coordinadora del evento. Creer en la infancia, poner el mundo patas arriba, sumar fuerzas en la trinchera del jaleo.
Asegura sentirse afortunada, ya que siempre ha podido vivir de las palabras. Periodista, escritora y correctora literaria, Irene Genovés (Valencia, 1974) aprendió muy pronto a compaginar su carrera como reportera con la escritura para niños, con más de medio centenar de relatos publicados en los proyectos educativos de la editorial Santillana. Ahora acaba de salir a la luz su primer libro infantil en solitario, De Tutucán a Cantutú, un viaje al mundo de la imaginación «para todas las edades»