MEMORIAS DE ANTICUARIO

Arte y patrimonio en torno a la fiesta del Corpus de València

3/06/2018 - 

VALÈNCIA. Tengo debilidad por el colorido y la tipicidad que desprende la fiesta del Corpus de València, la llamada hasta el siglo XIX 'Festa grossa'; patrimonio vivo y un ejemplo de recuperación y conservación por quienes año a año intervienen en su organización, principalmente la Asociación d'Amics del Corpus. Desde el año 1355 se celebra por las calles de València y en otras ciudades españolas una fiesta, que en nuestra ciudad cobra una vistosidad única. Más allá de creencias religiosas que cada uno tenga, desde el punto de vista artístico el Corpus es una experiencia visual en la que se mezcla tradición oral, escrita y musical, danzas, orfebrería, escultura, vestuario o arquitectura. El corpus genera también a su alrededor un pequeño mundo coleccionable en forma de azulejería desde el siglo XVIII, material gráfico (fotografía antigua) o libros. Algunos artistas importantes, como veremos, también se han acercado a una festividad llena de color y movimiento.

La arquitectura del Corpus 

Mas allá de las casas señoriales que a lo largo del recorrido visten los balcones, existe un concurso organizado por la citada Asociació d'Amics del Corpus, tres hitos arquitectónicos están presentes en la festividad. Obviamente la Seu de cuya puerta gótica sale la procesión en la que hay momentos especialmente llamativos como la salida de los Cirialots y, finalmente, la custodia en plata dorada. Más de doscientos años tiene la conocida como Casa Vestuario situada frente a la citada portada de la catedral ya que en 1803 ya se tiene constancia de su existencia. Su función era la de disponer de un emplazamiento junto a la Seu donde cambiarse los jurados de la ciudad y demás personajes de la procesión del Corpus, y tras ello acudir a los actos festivos que se celebraban en la catedral. Un testimonio “gráfico” de relevancia artística es el óleo de José Benlliure Gil (1855-1937) titulado Personajes de la Procesión del Corpus en la Casa Vestuario. 

La Casa Vestuario fue proyectada poco antes de que acabara el siglo XVIII por Josef García que era el arquitecto mayor de la ciudad y tuvo que concluirla en el año 1800 Cristóbal Sales por la muerte temprana del primero. Magnífica en su sobrio estilo neoclásico posee un frontón central con un grupo escultórico que sostiene el escudo de la ciudad, obra de Ignacio Vergara Gimeno. Si subimos a la biblioteca podemos estar estudiando, en la sala de lectura, bajo un techo pintado en 1800 nada menos que por Vicente López Portaña en 1800 alabando la fama y prosperidad de Valencia. 

Llama la atención una puerta sobredimensionada, en relación a la altura del edificio con la que nos topamos en el llamado carrer de les Roques, junto a las torres de Serranos. Algo de una altura fuera de lo normal se almacena en ese edificio. Se trata del acceso a Casa de les Roques, como se habrán figurado, y el dintel, quizás sea el más alto de la ciudad. Sus dimensiones viene dada porque lo deben atravesar, tanto  los carros triunfales de grandes proporciones, como por los gigantes que también allí se cobijan y que participan en la procesión. El origen de este singular edificio hay que situarlo en la primera mitad del siglo XV ya que existe constancia documental de que el rey Pere IV el Ceremoniós autorizó su construcción para la función de guardar los elementos de la fiesta del Corpus. Hoy tras la restauración llevada a cabo hace unos años, es visitable como lugar expositivo desde su acceso por la calle Roteros. Su interior, único en la ciudad, evoca una gran casona de pueblo del interior con esa techumbre de grandes vigas de madera a dos aguas. Tiene también una característica balconada de madera que mira hacia el patio, recordando las corralas típicas del centro de España.


La espectacularidad de las Rocas o carros triunfales 

Impresiona llegar a la plaza de la Virgen y ver dispuestos los grandes carros triunfales barrocos que son trasladados el viernes por la tarde a través de la calle de Serranos y Cavallers. Propios del último Renacimiento y Barroco español formaban originariamente un conjunto de construcciones efímeras junto con los arcos triunfales, escenarios móviles o jardines.  Muchos se realizaban para durar únicamente el tiempo de la celebración y dar la apariencia del gran poder de la Iglesia de entonces, a través del asombro que provocaba lo teatral. El peculiar nombre de 'Rocas', podría venir de que, inicialmente, eran obras levantadas sobre sobre montañas de tierra en las que se disponían hasta plantas y árboles como visión idealizada del Paraíso. En los carros se llegaban a interpretar escenas o “entremeses” acompañados de música, de clara función didáctica. Hay un total de once y las más antiguas son del siglo XVI, aunque se encuentran muy restauradas, estando dedicadas a los más diversos motivos: La Diablera (1511) Roca de San Miguel (1528), la Roca de la Fe (1512) o la dedicada al patrón de la ciudad San Vicente Ferrer (1512).

La Custodia

Es el elemento central de la procesión. Sale la Custodia por la puerta de los apóstoles envuelta en pétalos y la perfumada bruma del incienso, que para este acto se quema sin escatimar, tal como se percibe en una tablilla de Ignacio Pinazo que pertenece a la colección del IVAM y que sería ejecutada seguramente allí mismo, a plein air con la rapidez que le permitía su enorme destreza para el dibujo. En el caso de esta pintura, la Custodia que aparece intuida en el esbozo no era la que sale en la actualidad puesto que aquella fue saqueada. Hubo una primera, gótica, del siglo XV que fue fundida en Mallorca en 1812 para hacer moneda con la que financiar la resistencia napoleónica, y la segunda de estilo y época barroca, saqueada y destruida en ese infausto día para el patrimonio valenciano que fue el 21 de julio de 1936. Propio de nuestro carácter, desaparecida la antigua custodia, se acometió la tarea de proyectar una mucho más grande. Y así se consiguió, porque la actual está la considerada como de mayor tamaño del mundo con 600 kg de plata y 8 de oro fue realizada en catorce años por el orfebre Francisco Pajarón Suay y se sirvió de numerosas donaciones en forma de oro y piedras preciosas realizadas por los devotos valencianos.

 

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