VALÈNCIA.- El 21 de diciembre de 2021, Manolo Mata, síndic del PSPV, Pilar Lima, portavoz de Unides Podem, y Fran Ferri, entonces apurando sus últimos días como síndic de Compromís, posaban orgullosos ante las cámaras de los fotógrafos y operadores de cámara con el acuerdo firmado entre los tres pilares del Botànic sobre el diseño que debería tener la tasa turística en territorio valenciano, proceso que llegó a presentarse en Les Corts a principios de abril.
Para llegar a esa instantánea cabe retroceder unos cuantos años. Fue un largo proceso, como el vivido con otras tantas leyes que han impulsado desde el Botànic. Algunas fueron tramitadas a ritmo caribeño. El caso de la que nos ocupa, la ley de este Impuesto Valenciano sobre Estancias Turísticas, ha ido moldeando su forma hasta convertirse en un sucedáneo de las que pululan por España y Europa. Una tasa anhelada por los socios de los socialistas sobre la que han estado insistiendo desde 2017. Año a año se convirtió el asunto en tema recurrente en la negociación previa a los presupuestos autonómicos. Un tema con el que hemos llenado horas de tertulias, de papel y de páginas web. Ahora sí, han conseguido los partidos a la izquierda del PSOE alcanzar ese hito. Aunque podríamos sostener, irónicamente, que sería un hito sin hache, porque, como hemos apuntado, lo cierto es que es una tasa ligerita, blanda y con visos de que ni el pulpo lo implante.
Para llegar a semejante conclusión no hace falta hacer una ardua labor de investigación sino ceñirse a las palabras de Ximo Puig en una de sus múltiples declaraciones al respecto. «Realmente no se va a implantar en prácticamente ninguna ciudad de la Comunitat Valenciana, porque la inmensa mayoría de los ayuntamientos ha decidido no hacerlo», apuntó el jefe del Consell cuando no paraban de preguntarle los periodistas sobre esa medida que estaba siendo discutida por su propio secretario autonómico de Turismo. Algo inaudito. Que el responsable de Turismo, el socialista Francesc Colomer, rechazara la implantación de esa tasa. Pero desde el minuto uno. Ya en 2017, cuando empezaron a plantearse el impuesto, Colomer mostraba su postura contraria a la aplicación de la misma, lo hacía tanto en entrevistas como ante la comisión de Industria, Comercio, Turismo y Nuevas Tecnologías, celebrada en Les Corts.
El caso es que el responsable de Turismo ha rechazado sistemáticamente aplicar la tasa porque «perjudica al sector». Esa defensa a ultranza de Colomer le puso en la diana de los socios del Botànic. «Lo que sí nos preocupa es que los altos cargos del Consell, que deberían escuchar las diferentes opiniones, se posicionen tan claramente frente a un mandato de la mayoría de las Corts Valencianes», decía el diputado de Podemos, David Torres. También, la vicepresidenta Mónica Oltra disparó hacia el dirigente para señalar que el turismo en la Comunitat va más allá de la representación plasmada en el Consell de Turismo, y que hay otros agentes, como los propios usuarios, y los trabajadores, que podrían estar a favor de la tasa que gravaría las estancias en establecimientos hoteleros reglados. Declaraciones que se han ido repitiendo, casi palabra por palabra, durante cinco años. Un tema de esos que los juntaletras llamamos recurrentes, que vienen y van, y que ayudan a quienes trabajamos en esto a tener polémica asegurada cada cierto tiempo. Un clásico que de vez en cuando nos deja respirar de otros como el de la reforma del Sistema de Financiación Autonómica.
Colomer, verso suelto para algunos, es sociata de pura cepa. De familia le viene. Licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación, doctor en Humanidades, alcalde de Benicàssim, diputado en Les Corts y portavoz en la Diputación de Castellón, y brevemente, presidente de Les Corts, ha demostrado que no está dispuesto a ceder en su posicionamiento. E incluso ha endurecido, con el paso del tiempo, sus opiniones, hasta llegar a la fecha clave.
En diciembre del 21, en una entrevista concedida en 99.9 Plaza Radio no daba crédito al acuerdo al que hacíamos referencia. A esa foto de Mata, Lima y Ferri. «Sentí una gran decepción, desconocía el punto en que estaba este clásico, creo que es un error», respondía cuando le preguntaban si era conocedor de esas conversaciones. Tiempo después, cuando de presento la entente en sede parlamentaria, aseguró, en otra entrevista en esa misma casa, tener la esperanza de que se diera marcha atrás en los trámites parlamentarios, pidió rectificar porque «es de sabios y democrátas», para, una semana después, en À Punt, dejar caer que podría plantearse dimitir en caso de que se aprobara. A tope.
Esta defensa encendida de Colomer y su alineamiento, por lo tanto, con Hosbec (Asociación empresarial hotelera y turística de la Comunitat Valenciana) ha generado incomodidad, incluso, entre los suyos. «Ese se está buscando casita», me contaba un colega socialista tras aquellas declaraciones. Y es que consideran que el castellonense está posicionándose para preparar su futuro lejos de la política arrimando el ascua a los empresarios hoteleros. No es que en la sede del PSPV todos piensen de esta guisa. Pero si hiciéramos un sondeo, a lo mejor, ganaría por la distancia como la que consiguió Macron frente a Le Pen en Francia.
Ahora bien, fuera del Botànic, hay actores implicados o no en la tasa que consideran que Colomer hace lo que tiene que hacer, defender a su sector, eso sí, si consideramos a Hosbec como todo el sector, premisa que no comparten ni desde el PSPV, mucho menos los socios de gobierno. «No solo es Hosbec el turismo en la Comunitat, y además es el único que se queja», declaraba Papi Robles, síndica de Compromís. Como ella, de lo que más se quejan es de que Colomer deje la sensación de no respetar «que la mayoría parlamentaria que es la del Botànic es la que se presentó y eso es ser demócrata».
«Ese se está buscando casita», contaba un colega socialista que ve con cierto recelo la proximidad de las posiciones de la patronal Hosbec y Colomer
Pero si desbrozamos la cuestión y como ya hemos dejado caer, esa tasa, tasita, no es un gravamen que vaya a cambiar el sector. Porque Manolo Mata, que es el vicesecretario general del PSPV y portavoz parlamentario, ya se encargó, primero de dilatar la cuestión, dando largas año tras año, y de dibujar una herramienta para que los ayuntamientos pudieran disponer si implantar la tasita o no. Y como decía Puig, aquí parece que no están por la labor muchos de ellos, sobre todo los que se consideran destinos turísticos top y que, en algunos casos, están dirigidos por socialistas. Y esto no es casual. Porque en Presidencia lo tenían claro. Cederemos para implantarla para tener contentos a los socios, pero será articulada de tal manera que apenas tendrá impacto.
Además, ¿alguien cree que Colomer va a tocar las narices a Puig con este asunto? Aquí, quien manda es el jefe y los caminos y tiempos de Ximo Puig son irrefutables. Más aún teniendo en cuenta su relación con Colomer, que es, al menos, eso nos dicen, muy buena desde hace años. Por poner ejemplo, para no remontarnos mucho en el tiempo, cabe destacar que en 2017 fue coordinador de la campaña con la que Puig aspiraba a ser reelegido secretario general del PSPV y solo estuvo 20 días como presidente del parlamento valenciano, porque así se lo pidió el president, mientras se cerraba la llegada de Morera dentro del primer pacto del Botànic. Y esa cercanía es el motivo por el que Puig colocó a Colomer al frente de un área tan importante como el turismo, tan trascendente que no levantó una conselleria para ello, sino una secretaria autonómica que pendiera de Presidencia. Algo que muchos consellers desearían para que no hubiera tantas trabas y, en determinados casos, tanta distancia con el Palau para que el jefe les hiciera más casito.
* Lea el artículo íntegramente en el número 91 (mayo 2022) de la revista Plaza