El Teatre Micalet programa 'Hannah dels tres països' del 28 al 30 de diciembre
VALÈNCIA. En torno a 191 millones de personas afrontan el éxodo en todo el mundo. El 49% del total son mujeres que al racismo le suman el agravante de la desigualdad de género. Y su vulnerabilidad se acrecienta cuando son menores de edad. El trío protagonista de la obra de teatro infantil Hannah dels tres països, programada del 28 al 30 diciembre en el Teatre Micalet, comparte estos cuatro condicionantes: son inmigrantes, pobres y niñas. También tienen en común su nombre, pero con pequeñas variaciones idiomáticas: Anka procede de Rumanía, Ana, de Brasil i Hannah de Siria.
Las razones que las han llevado a marcharse de sus casas varían, aunque desde el principio de los tiempos han sido las mismas: la escasez, la guerra y un entorno devastado.
La compañía mallorquina Iguana Teatro tenía claro lo que quería contar a sus espectadores, el problema era el cómo. “Las situaciones que nacen de las migraciones son dramas y ese género no es conjugable con un espectáculo para todos los públicos, que ha de entretener y hacer reír. Así que hemos evitado la gran tragedia sin rehuir aspectos como el maltrato, la explotación y la discriminación”, puntualiza el dramaturgo y director del montaje, Pere Fullana.
La solución la halló en el trabajo de campo previo. Entre los testimonios recogidos reparó en que, a diferencia de sus padres, los niños menores de 14 años relatan sus experiencias de huida como si se tratara de una aventura. “Si están bien protegidos por su entorno, relatan sus vicisitudes como si fueran peripecias. Para que cambie el tono de sus relatos han de haber vivido desgracias muy traumáticas, como ver a su madre morir en la patera”, explica el director.
Así, la propuesta ha adoptado forma de fábula y de cuento de viajes. Y su mensaje final es de esperanza. “Transmitimos a los niños que hay que tener la cabeza abierta y ayudar en lo que puedan. También depende de ellos que esta gente pueda tener una nueva vida tras abandonar un lugar donde no ha sido posible”.
A partir de las conversaciones mantenidas con inmigrantes y especialista en la materia, Fullana construyó tres protagonistas femeninas de ficción y un buen surtido de personajes que les acompañan en la travesía a nuestro país y en la instalación en su nuevo hogar. Todos son interpretados por las actrices Carol Suárez, Alba Flor Salas y Patricia Morales.
“Elegimos que se tratara de niñas porque las mujeres se ven abocadas a mayores peligros que los hombres. De forma que si tomas la figura de una joven, el mensaje que quieres contar resulta más efectivo, porque es en este colectivo donde se producen los problemas más graves”, reconoce el autor.
El origen diferente de cada una de las Anas radica en la intención de subrayar que la inmigración es un fenómeno que afecta a todas las culturas y que la nuestra no ha sido ni es una excepción.
A los niños se les muestra el éxodo con naturalidad, subrayando que es una dinámica común a todas las épocas de la humanidad y que las fricciones en la adaptación en el lugar de destino se repiten una y otra vez: “La migración produce muchas distorsiones en la vida social de la comunidad, porque siempre hay suspicacias ante el elemento nuevo, y cuesta aceptarlo aunque pueda enriquecer”.
La empatía del público con los personajes es habitual. Desde lo más obvio, niñas que se llaman como las protagonistas, hasta críos que, como uno de los personajes, también huyó de Siria en la moto de su tío.
Los menores no son folios en blanco al llegar al teatro. El drama de la inmigración les ha llegado a través de las redes sociales, de los medios de comunicación y de las conversaciones escuchadas a sus mayores. Pero opina Fullana que el teatro anula, temporalmente, los prejuicios o confusiones que puedan traer de casa: “El teatro tiene algo fantástico, porque cuando un niño viene a ver una obra se mete en la historia y está enganchado el rato que dura. Una vez finaliza, hacen su propia reflexión a partir de su cultura, de lo que saben y han escuchado, y esa experiencia propicia que puedan realizar su propia aportación en los diálogos que mantengan en el futuro”.
Para hacer digerible la tragedia, la compañía se ha servido de una combinación de herramientas escénicas. Hay clown, bufón, máscaras y teatro de objetos.
El teatro tiene sus propios códigos y el payaso, por ejemplo, sirve al autor para representar “a un personaje muy ingenuo, que se encuentra en un entorno que no controla”. Del mismo modo que el bufón les facilita la sátira.
El uso de objetos les ayuda a estimular la imaginación, con casos como el empleo de una caja que se convierte en una barca. Las máscaras, en cambio, se emplean para darle un aspecto grotesco a amigos y enemigos de las tres Hannahs. La idea es reforzar la visión del personaje central de cada historia en un planteamiento similar al de Alicia en el país de las maravillas. “El objetivo es que los personajes secundarios no resulten realistas. Aparecen distorsionados porque forman parte de una aventura que es casi como un sueño. Le dan un aire simbólico y onírico”.
La acción también se refuerza con canciones. Hay un tema de bienvenida de los padres de acogida y otro donde se enumera a las multinacionales del sector textil, Mango, Zara, Cortefiel, Nike, Stradivarius y Pull & Bear, para denunciar la explotación infantil en países en desarrollo. “Cuando abordas un tema como el de la inmigración, van surgiendo otras reflexiones sobre la injusticia social. Ya sea el uso de mano barata en países donde no hay una legislación clara, como el uso de la etiqueta inmigrante sólo aplicada a los pobres. Messi es un inmigrante, y Cristiano Ronaldo también, pero la discriminación es una cuestión de dinero”.
La compañía balear pretende continuar abriendo brecha en aspectos sociales y políticos de la actualidad contados para niños. Su nueva obra, titulada Una història vertadera, profundiza en el abandono y el abuso infantil a partir de una estructura de cuento fantástico. La fórmula vuelve a pasar por sensibilizar a los menores, pero esquivando el drama.