CASTELLÓ. 'Tres tristes tigres' se titula uno de los seis proyectos de obras teatrales que la Fundación SGAE ha escogido para formar parte del XII Laboratorio de Escritura Teatral. Tristes estarán los protagonistas, pero no quién les da vida, pues Sergio Serrano es desde que se anunció la selección de su candidatura un hombre feliz e inundado por "una alegría enorme".
Esta explosión de júbilo viene dada principalmente porque la SGAE ofrece a los dramaturgos "un espacio y unos recursos necesarios para trabajar en tu proyecto que no son fáciles de encontrar", explica el de Segorbe. La Fundación dará a los autores la oportunidad de escribir acompañados, conocer otras dramaturgias y, una vez finalizada la obra, ver expuesto un fragmento de su obra en la Sala Berlanga de Madrid. "La apuesta por la dramaturgia contemporánea generando espacios de creación, editando textos teatrales y mostrándolos es necesaria", defiende el de Castellón.
Este tipo de iniciativas colaborativas cuentan para Serrano con dos pilares básicos: "Por un lado, poner en duda cualquier certeza que tenga sobre lo que haya escrito para que la obra llegue a otros lugares gracias al trabajo conjunto, pues esto no puede ocurrir cuando escribes solo en tu casa. Por otro, poder conocer otras dramaturgias y referentes". Tanto los proyectos seleccionados como sus autores parten de lugares y escenarios diferentes para acabar confluyendo en un espacio de interacción y cooperación que retroalimente cada una de las propuestas seleccionadas.
El dramaturgo de Castellón parte con la idea de que su obra se desarrolle en "una grandísima fábrica de azulejos vacía vigilada por tres guardas de seguridad". Dichos guardas la vigilan a la espera de que se empiece a producir, ya que ellos van a trabajar allí. Pero el tiempo pasa y esto no ocurre, hecho que desespera a los protagonistas, que hace aflorar sus miedos y sobre el que gira principalmente la trama: "La desesperación de que no ocurra, el paso del tiempo y la sensación de estar encerrados en esa garita hace que todas las expectativas que tienen los protagonistas salten poco a poco por los aires para acabar mostrando sus miedos y heridas. De algún modo, estos miedos y heridas que van brotando y la frustración de sentirse encerrados tienen que ver con la sociedad en la que vivimos y con nuestros miedos contemporáneos, como es la desesperación que produce la ausencia de futuro", detalla para Castellón Plaza el de Segorbe.
Otro aspecto que interesa y mucho al autor es la idea del paso del tiempo y lo que este tiempo puede llegar a hacer a las personas. La espera fruto de este transcurso es el hilo que vertebra el proyecto y que para Serrano "no deja de ser una excusa para hablar de otras cosas e intentar que trascienda a otros territorios".
Por ahora, y hasta la llegada del XII Laboratorio de Escritura Teatral, el dramaturgo se limita a "observar a esos tres guardas de seguridad y ver a qué dedican su tiempo en las horas muertas que pasan mientras esperan". Horas muertas que también pasan soñando, pues el teatro es para el de Segorbe "el espacio ideal para hablar de lo humano, de los sueños y de los deseos de cada uno de nosotros", deseos que van "estrechamente ligados a nuestras heridas" y que a su vez son "motores muy fuertes para crear personajes".
Serrano busca con 'Tres tristes tigres' hacer también un guiño a sus orígenes. Por un lado, la industria azulejera es la dominante en la provincia de Castellón, mientras por otro, su padre trabajó gran parte de su vida como hornero en una fábrica de azulejos y el proyecto parte de una anécdota real que le sucedió a él. Por todo ello, reconoce como parte de su biografía el escenario escogido para su proyecto.
La motivación por la selección de su proyecto, unido a la complejidad de la trama y al guiño a sus raíces hacen que Serrano aspire con su obra "a la complejísima tarea de emocionar". Aunque tampoco huirá de "hablar de la condición humana y radiografiar nuestra sociedad contemporánea, pues las obras no dejan de ser grandes metáforas de cómo somos las personas, cómo nos comportamos, por qué hacemos lo que hacemos y por qué hemos construido así el mundo en el que vivimos".
Tras todo ello, el dramaturgo sueña con ver como algún día su "texto se desprenda de la página, pase por el cuerpo, alma y voz de los actores y pueda subirse a un escenario". Si no, como él mismo reconoce, "probablemente no escribiría teatro". Soñar es libre y los sueños, como diría Calderón de la Barca, sueños son.
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