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Daniel Torres: "La realidad es una apisonadora que nos pasa por encima"

17/07/2018 - 

VALÈNCIA. Picasso no combatió en la Guerra Civil. Considerado por la República como un icono internacional, en septiembre de 1936 Azaña decidió nombrarle director del Museo del Prado, cargo que ostentaría hasta el final del conflicto bélico y que le alejaría del frente de batalla. Sin embargo, si algo hemos aprendido los seres humanos desde el inicio de los tiempos (desde las primeras leyendas relatadas junto a una hoguera) es que la ficción no sólo es capaz de transportarnos a otros mundos, sino que también nos brinda segundas oportunidades, aunque únicamente se materialicen en nuestra imaginación. 

Partiendo de ese potencial redentor de la narrativa, Daniel Torres (Teresa de Cofrentes, València, 1958) publica Picasso en la Guerra Civil (Norma Editorial, 2018), una novela gráfica en la que el pintor - con más de 70 años y tras ser abandonado por su amante, Françoise Gilot- contrata a un dibujante exiliado para que ficcione su hipotética participación en la contienda española. De esta forma, el creador del mítico Roco Vargas y del exitoso ensayo La Casa, entre otros títulos indispensables en el universo del cómic patrio, fantasea sobre cómo habría actuado el joven malagueño de haberse visto convertido en soldado.

La peripecia picassiana ejerce aquí de herramienta mediante la que explorar esa nostalgia de lo que pudo haber sido y no fue. Un ejercicio de reflexión en torno a los asuntos pendientes que dejamos incumplidos en nuestra trayectoria existencial hasta que acaban transformándose en eternas incertidumbres.

Dudas, tebeos, arrepentimientos y memoria son algunos de los ingredientes que nutren nuestra charla con Daniel Torres.

-¿Por qué elegiste la figura de Picasso para este trabajo?
-Hay que reconocer que es uno de los creadores más notables, un paradigma sobre lo que pensamos que es un genio. Pero, además, debo decir que, en cierta manera, el propio Picasso me encargó el trabajo: andaba yo caminando por València, pensando en mis cosas, y me encontré en el escaparate de una librería un volumen de arte sobre él. En la portada aparecía su rostro, mirándome. Creo que por un juego de reflejos se superpuso mi cara a la suya y  me vino la inspiración. Curiosamente, a partir de ahí el proyecto se desarrolló de una forma muy rápida. A veces cuesta arrancar una idea, porque tienes que darle muchas vueltas al asunto, pero, en este caso, me puse a trabajar en el guión casi a la semana siguiente. Estaba bastante claro que tenía que hacer este libro.

-Uno de los temas que aquí abordas es el miedo a la muerte, un temor prácticamente universal…
- Más que a la propia desaparición en sí, creo que es el miedo a no dejar nada remarcable detrás una vez hayamos desaparecido. Yo recojo a Picasso en un momento en el que tiene 72 años y está reflexionando sobre la validez de la obra que crea, la posteridad, el legado artístico que puede dejar…Todo esto le tiene sumido en una especie de desasosiego. A ello se le suma que le pesa mucho el no haber podido combatir en la Guerra Civil. Une estas dos circunstancias y decide buscarle una salida encargando una historia a un dibujante.

-¿A todos nos sucede como a Picasso, que tenemos asuntos pendientes con el pasado, situaciones en las que nos hubiera gustado comportarnos de otra manera?
-Sí, definitivamente. No tenemos más que interrogar a las personas que tenemos cerca para darnos cuenta de ello: seguro que hay cosas que han hecho que no querrían haber hecho y al revés. Eso nos pasa a todos. A fin de cuentas, la realidad es una apisonadora que nos pasa por encima a lo largo de la vida. Echamos mucho de menos el haber gestionado de otra manera algunos de nuestros asuntos, no todos, porque no somos un fracaso andante, sino un anhelo andante. Anhelamos haber hecho otras cosas. La realidad se impone, es muy tozuda.  Cuando uno lleva a cabo una acción, por una mera cuestión física, no puede estar haciendo otra.  Pero ahí llega en nuestro auxilio la ficción, que nos permite torear las leyes del espacio y del tiempo para viajar al lugar y el momento histórico que queramos. Cuando por medio de los recuerdos intentamos reflejar esta realidad que nos hiere a todos, nos damos cuenta de que lo que estamos haciendo es reinventarla, dando una versión distinta a los sucesos que acontecieron. Sin la ficción, la vida se nos haría insoportable.

 

- De hecho, este encargo le permite a Picasso participar en la Guerra Civil, aunque sea desde la fantasía. ¿El arte constituye una forma de vivir otras vidas?
-Claro, así es. Sobre todo el arte narrativo. El arte plástico nos ofrece una ventana a otra realidad por medio de la obra y por la mano de su autor. La narración va un poco más allá, pues nos integra en esa historia. Podemos sentirnos más o menos identificados con la trama de una novela o una película, pero es indudable que está hecha para nosotros y eso nos hace más partícipes. La narración funciona como contraprestación a esta realidad más bien cruda. 

-En este libro conviven tres cómics: el que realizas tú, el que encarga Picasso y una historieta que dibuja tu joven Picasso ficticio y que firma con el pseudónimo de Pegasso. ¿Planteas este juego como un homenaje al oficio?
-Sí, sí. El hecho de realizar una obra de este tipo siempre es un homenaje al medio. En este caso especialmente, puesto que los dos protagonistas hablan sobre cómo es el proceso creativo de una narración. Yo llevo cerca de 40 años como profesional en este campo y me siento muy a gusto expresando a través de mis proyectos lo mucho que me gusta este trabajo. Me resulta vital, no sé qué sería de mí si no pudiera estar construyendo historias. 

-Entre las páginas de este volumen encontramos muchísimos guiños a la figura de Picasso: fotografías icónicas, referencias a Las señoritas de Avignon…¿Cómo has vivido este proceso tan minucioso de documentación?
-Diría que es algo habitual en mí. Yo siempre me documento mucho, incluso para las obras de ciencia ficción, así que imagínate para abordar la figura de un personaje histórico y del que se ha escrito tantísimo como Picasso. He seguido un proceso de documentación muy completo, pero quizás ha sido incluso más importante la gestión de toda esa información. Muchas veces, los datos que averiguas te sirven para dotar a tu personaje de un background que no necesariamente aparece en la propia historia, pero sin él, el personaje sería débil, no estaría bien formado. En esas pesquisas ya vas viendo qué asuntos es indispensable que aparezcan en la trama y cuáles no.

    

-Se sabe que a Picasso le gustaba el cómic. ¿Crees que llegó a crear alguno?
-Se especula con que algunos fragmentos de la obra de Picasso son viñetas, pero yo no lo creo, la verdad. Se dice, por ejemplo, que el grabado Sueño y mentira de Franco (pieza que realizó junto al Guernica para la Exposición Internacional de París de 1937) sigue la técnica de narración del cómic. Yo lo he estudiado mucho y no me parece que sea así. El hecho de que uno sea artista y le gusten mucho los tebeos no quiere decir que sepa hacerlos.  

Eso también es algo que reivindico en este libro: el cómic tiene ya una edad suficiente como para haber establecido un lenguaje propio y no deberle nada a nadie. De todas formas, como apunto en mi historia, él comenzó haciendo ilustraciones para prensa y, cuando  triunfó a nivel expositivo, se decantó ya por el arte plástico. Quizás podría haber seguido un camino distinto y haberse convertido en artista gráfico…

-Si se puede confesar, ¿qué historieta encargarías tú para recrear algún episodio no vivido en tu propia vida?
-Buena pregunta jajaja. Cuando cursaba Bellas Artes en València, me habría gustado mucho haber ido a estudiar Arquitectura y Diseño a Milán o a Londres. Es una espinita que se me ha quedado. Claro, en esa época no existía el Erasmus, así que me aguanté. Pero si pudiera encargarme a mí mismo alguna trama de este estilo, me pondría -con los 22 años que tenía entonces- en alguno de esos destinos. Pero lo más mágico del oficio de dibujante no es solamente que puedo recrear episodios ficticios de mi vida, sino también vivir las experiencias de los otros. Puedo por ejemplo dibujarme con los dos primeros escaladores del Everest, Tenzing Norgay y Edmund Hillary, y construir una historia en la que yo también llego a su cima. Y si los construyo bien, será un argumento creíble. 

-Picasso en la Guerra Civil es un trabajo muy diferente a la serie de Roco Vargas. ¿Quizás se asemeja más a La casa por esa mirada que echa al pasado?
-Es posible, quizás también tiene un parecido técnico…Cuando se me ocurrió hacer este libro no pensé en La Casa ni en ningún género o estilo determinado. Sentí que el libro tenía que ser así, que no podía ser de otra manera. El hecho de usar tres corrientes gráficas distintas puede hacer que recuerde a La casa, donde hay muchos estilos diferentes... Pero vamos, en este caso el guión me iba diciendo lo que tenía que hacer, no tenía una premisa básica de partida. 

-Con anterioridad, has comentado que te gustaría juntar a Goya y Picasso en una misma obra. ¿Ese proyecto sigue adelante?
-No lo sé jajaja. Se me ocurrió en la última fase del trabajo, cuando estaba pasando a tinta. Recordé una frase de Picasso, que había leído precisamente mientras me documentaba, en la que decía que Goya lo comenzó todo y que él lo iba a terminar. Creo que es muy definitorio del papel tan importante que han tenido ambos en el mundo del arte. Eran unos excelentes grabadores, daría un potosí por verles a ambos trabajando juntos en el Madrid de finales del XVIII y principios del XIX. 

-La Guerra Civil, obviamente, es un pilar fundamental de este libro. ¿Crees que hasta ahora se ha estudiado correctamente? ¿Todavía quedan aspectos por abordar?
-Creo que se ha estudiado mucho, pero que haya pasado tanto tiempo nos da una perspectiva distinta. Documentándome para este libro me he dado cuenta de que en los textos modernos se tiende a evitar el maniqueísmo. La Guerra Civil fue algo terrible, ocurrieron cosas espantosas y creo que todavía hay mucho que contar, pero quizás más en lo que respecta a los episodios personales. Es nuestra historia y debemos conocerla. A nivel de grandes fechas y eventos, pienso que los sabemos casi todo, pero todavía quedan muchos testimonios que deben ser salir a la luz,

-De hecho, están de plena actualidad tanto la exhumación de las fosas comunes como el debate en torno al Valle de los Caídos. No podemos decir que sean episodios que hayan quedado en el pasado. 
-Creo que la división tan tremenda que supuso la guerra va a provocar que siempre haya debate. La identificación de los cuerpos enterrados en fosas comunes y la recuperación de la Memoria Histórica son cuestiones que no podemos dejar de lado, debemos tenerlas en cuenta. Sencillamente, debemos saber qué pasó.



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