DISEÑO PARA EL PENSAMIENTO

Diseño de emergencia

Tal vez debamos plantearnos si el abuso de los códigos de emergencias ha restado significado a la señalización de una salida o de un extintor, y si en algunos contextos terminan resultando más molestos que útiles

14/10/2019 - 

En un museo, en un aeropuerto, a bordo de un avión, en el pasillo de un hospital o en el andén del metro, nos roden los elementos más incomprendidos de la historia de la humanidad, los que más énfasis ponen en que los veamos y a los que más ignoramos: las señales de emergencia.

Por norma, y por sentido común, una señal de emergencia debe ser identificable en el momento en el que hay una emergencia para poder ser de utilidad, como indicar de una salida, localizar un extintor o ayudar en un momento de evacuación de un edificio, pero nos empeñamos en que sean visibles también cuando no nos encontramos en uno de estos momentos de emergencia, con lo que su funcionalidad no existe y su estética tampoco ayuda precisamente a decorar una apacible sala de espera o dar continuidad a un proyecto museístico.

La señalización, o la rotulación de espacios sin mesura lleva a la sobreinformación y al caos. No dudo de la buena fe de quienes en el cristal de una garita de información han ido poniendo avisos para los usuarios de un hospital o una estación de trenes, pero si a lo largo de los años se han acumulado una veintena de papeles con celo, cinta, chinchetas y pegatinas, la saturación hará que no reparemos en ninguna de esas advertencias. Nos quejamos de la sociedad de la desinformación haciendo alusión a la inmediatez de los servicios digitales pero no nos hemos dado cuenta de que fuera de una pantalla ya habíamos cometido el error de culturalmente ser incapaces de leer señales de aviso que nos rodean.

Así que, pensamos que sobre todos estos improvisados rótulos de impresora, un buen cartel rojo nos hará comportarnos con calma en un momento de importancia vital como un incendio, y ni se nos ha pasado por la cabeza que, en primer lugar, somos animales de estampida y de caos, y por otro no sirve de mucho destacarnos dónde están los extintores cuando no los necesitamos.

No vengo a desmontar décadas de normativas ni a dar soluciones tecnológicas para señalizar la evacuación de un edificio, pero sí a plantearnos si de algún modo el abuso de los códigos de emergencias les han restado significado, y si realmente es necesario en algunos contextos contar con elementos más molestos que útiles.

Y, siendo un defensor de la parte funcional del diseño, voy ahora a la parte más estética del asunto, a los casos en los que la normativa de rotulación de una manguera anti incendios se convierte en parte no deseada del cuidado proyecto de señalética de un edificio o de un museo. No pretendo ser incendiario, ni dejar sin mecanismos de extinción a los museos, sino abrir la puerta a reinterpretar la normativa legal de este tipo de señales y elementos. 

La diseñadora Marisa Gallén, del estudio Gallén+Ibáñez y presidenta de la Associació València Capital del Disseny, es muy crítica con los sistemas urbanos y de espacios de rotulación y de iluminación, así que este tema le preocupa, y lo ha sufrido en sus carnes: “Cuando hago la señalética de Bombas Gens me encuentro que de repente apareció un montón de señalética de emergencia, de un tamaño exagerado cumpliendo una normativa que para mí mata moscas a cañonazos, y a partir de ese momento empiezo a fijarme y por ejemplo, cuando estoy en el MUSAC veo que allí no se cumple esa normativa en absoluto y resuelven el diseño con unos vinilos de un tercio del tamaño al que los tuvimos que poner los de Bombas Gens, parece ser por la rigidez normativa de Bomberos de València, y además, al acudir a la comercializadora de esos rótulos para intentar hacerlos más pequeños o discretos enseguida me lo quitaron de la cabeza porque, simplemente, aquello no se podía hacer”.

Cumplir con toda esta normativa es ya lo suficientemente farragoso, y las licencias e inspecciones técnicas ralentizan ya mucho poner en marcha negocios e instalaciones públicas, así que tal vez en todo ese burocrático proceso podrían valorarse soluciones excepcionales aportadas por arquitectos o diseñadores para ubicar señales de emergencias o extintores. Gallén continúa haciendo repaso a esta nueva obsesión por la rotulación de elementos de emergencia y similares: “En la Fundación Prada de Milán ví una señalización de emergencias muy elegante, un diseño industrial con luz incorporada que nada tiene que ver con esa normativa valenciana o española, o bien los bomberos no se rigen tanto por una norma general. No se trata de un diseño de rótulos integrado o hecho según el proyecto, pero sí está muy elegantemente señalizado, muy acorde en ese sentido”.

“En otros casos –continúa la diseñadora– en València falta toda coherencia o no hay ningún orden, mientras que en Londres he visto sistemas donde, sin ser muy exigentes, solamente dejan muy visible al hombre verde de la salida de emergencia, y otros elementos como los extintores utilizan sistemas móviles con la señalética, algo muy informal que casi no molesta y evidencia que hay que ponerlo, pues se pone”.

Ya puestos, podría haber un banco de sistemas de señalización de emergencia al que acudir a nivel global, revisar estudios y estándares o proponer nuevas soluciones que en este milenio mejoren sistemas del siglo pasado (tipografías, materiales, tintas, colores... tecnologías tal vez).

En cualquier caso, y cerrando con la conclusión de Marisa Gallén, “no digo que no se deba señalizar, pero no hace falta matar moscas a cañonazos”.

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