Doce toneladas de residuo textil para dar cobijo a la moda en València

VALÈNCIA. Doce toneladas de residuo textil se convertirán en sillas, bancos de la zona chill out o espacios de photocall en la nueva edición del festival de moda Clec, que este año cambia su escenografía de ‘nuevo cuño’ por un set en el que quieren reflejar la temática que vertebra la programación de su cuarta edición: la emergencia climática. Con este gesto, el festival, que se celebra el 27 y 28 de octubre en l’Hemisfèric, quiere hacer un guiño a una conversación global en la que la moda tiene mucho que decir. No en vano, es una de las industrias más contaminantes del planeta. “Somos la segunda industria más contaminante. Como creadores de moda debemos plantearnos cómo hacemos las cosas, debemos pone sobre la pizarra y en el escenario necesariamente el ecodiseño […] Cualquier iniciativa debe estar pensada y concebida para poder reciclar”, explica Miquel Suay, director del festival, que presentó esta cuarta edición junto a Paula Llobet, concejala de Turismo del Ayuntamiento de València y presidenta de Visit València, y Reme Mazzolari, la vicepresidenta Segunda de la Diputación de Valencia y Diputada de Carreteras, principales instituciones participantes del proyecto.

Según datos de la Organización de Naciones Unidas (ONU), el sector de la moda se considera responsable de entre el 2% y el 8% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, así como del 9 por ciento de las pérdidas anuales de microplásticos en los océanos, un sector que consume cada año 215 billones de litros de agua. A este respecto, desde el Parlamento Europeo ilustran la cuestión con un ejemplo claro: para elaborar una camiseta de algodón se necesitarían unos 2.700 millones de litros de agua, lo que bebe una persona en dos años y medio. Y más datos: según la Agencia Europea de Medio Ambiente, la compra de textiles en la Unión Europea en 2020 generó aproximadamente 270 kilos de emisiones de CO2 por persona. Frente a esto, mandan un mensaje: “Para reducir el impacto ambiental de los textiles, es crucial un cambio hacia modelos de negocio circulares, incluido el diseño circular. Esto necesitará innovación técnica, social y del modelo de negocio, así como cambio de comportamiento y apoyo político”.

No son pocas las firmas que están haciendo cambios en sus modelos de negocio para ser más 'verdes' y otros tantos proyectos, estos de menor envergadura, que nacen directamente con estas premisas, aunque también es cierto que el sector sigue profundamente marcado por el consumo rápido y masivo de prendas de bajo coste –popularmente conocido como fast fashion- y un debate constante que también mira al greenwashing, término con el que se conoce al marketing que subraya de manera engañosa los elementos ‘verdes’ de las empresas ocultando sus acciones contra el medio ambiente. En este sentido, desde Clec reconocen la "dificultad" de hacer un festival 100% sostenible pero apuntan a la necesidad de ir dando "pasos" en esa dirección, pasos que, en esta edición, se traducen principalmente en la creación de un espacio de reflexión a partir del arte.

Y es que, ciertamente, controlar los modos de producción de las grandes firmas se antoja como un objetivo imposible de controlar para el evento. Preguntado por este diario sobre si se plantea el festival marcar unas pautas en el ámbito de la sostenibilidad que se apliquen a las firmas participantes, Suay aseveró: “Los diseñadores somos almas libres. Vale que alguien nos dé una consigna para hacer lo contrario. El que no sepa a día de hoy que debe estar en ese clave del ecodiseño creo que no está en la onda”. Así, entre las citas propuestas se incluyen actuaciones como la performance sobre la desestacionalización a cargo del Conservatorio Superior de Danza Nacho Duato de València basada en Las Cuatro Estaciones de Vivaldi, la sección de moda joven ‘Noveles del Ártico’ o el lema de su post party, Save the Polar Bear, que acogerá el club Picadilly. De igual forma, el festival contará entre sus invitados como el filósofo y sociólogo francés Gilles Lipovetsky, que ofrecerá su visión sobre los efectos del cambio climático, el consumismo, el individualismo y sus efectos en la moda.

Ágatha Ruiz de la Prada, estrella invitada

Si bien gran parte del 'menú' que propone Clec viene a cargo de diseñadores emergentes, será Ágatha Ruiz de la Prada una de las estrellas que marcarán el ritmo de esta edición. Su firma protagonizará uno de los desfiles de marcas consolidadas, una visita a València que irá más allá, pues la diseñadora también presentará su libro en el marco del festival y será una de las protagonistas de la programación de showcooking, en la que se emparejará con el chef Carito Lourenço, unos ‘dúo’ al que sumará otras parejas como la de Fernando Ferrero de La cabila con Yvan Andreu o Portolito Beach y Visori.

La valenciana Dolores Cortés será otro de los nombres consolidados que darán forma a la programación del festival, siendo ella la encargada de abrir el festival este viernes con sus nuevas creaciones en el sector de baño, así como una muestra de Antonio Martino Couture, diseñador italiano con Atelier en Roma e invitado especial para esta ocasión. Completa la programación de desfiles el show de Visori, del diseñador valenciano Javier Soria, aterriza de nuevo en Clec tras haber estado presente en la Mercedes-Benz Fashion Talent, e Yvan Andreu, que cerrará la pasarela junto con la actuación en directo de la banda Declive.

Insistió Suay durante la presentación de esta nueva edición en los elementos que hacen de Clec una plataforma "atípica" que se diferencia de las semanas de la moda convencionales por su carácter "festivo" que une moda, gastronomía, arte o música. Así, entre las propuestas también se incluye la proyección de un vídeo de Eva Iszoro en el que mostrará sus creaciones de moda gracias al 3D y a la Inteligencia Artificial, el desfile conjunto de Keperezaxiko y Modistilla o un cartel musical que suma a Amy Gueye, Borja Niut o el Dj Pepino Marino.

Apoyo institucional tras la "incertidumbre"

Esta cuarta edición llegaba con alguna incógnita más de las habituales. Tras las “dificultades” de la primera edición y las “vicisitudes” de las siguientes llega una cuarta convocatoria que, desde el punto de la vista de la programación, explica Suay, alcanzó en 2022 un nivel de “maduración” que se mantiene este año pero que sigue necesitando apoyo. “Hacer esto rentable es un poco complicado, por eso necesitamos a las instituciones públicas”. Las instituciones de las que habla son el Ayuntamiento y la Diputació que, tras la “incertidumbre” del cambio de caras en el gobierno, han confirmado su apoyo al proyecto, que se traduce en el primer caso en 50.000 euros y en el segundo en una previsión de 60.000 euros, aunque esta cifra todavía está por confirmar. “No está definida”, explicó Reme Mazzolari, quien denunció que tras el cambio de equipo se han encontrado con “muchos titulares” en los que la Diputació “se comprometía” a dar ciertas cantidades a asociaciones e iniciativas que no se han ejecutado. “Queremos ser serios”.