CRÍTICA DE CINE 

'Ecstasy': memorias de un cuerpo anoréxico

Culturplaza analiza los largometrajes de la Sección Oficial de Cinema Jove 2021

8/06/2021 - 

VALÈNCIA. En la rueda de prensa de Cinema Jove, Carlos Madrid explicaba que “había una regla no escrita que decía que en la Sección Oficial no hubiera dos películas de un mismo país. Pero como no estaba escrita, nos la hemos saltado”. Este repaso a la Sección Oficial del festival, que empezó ayer en Culturplaza, ha empezado precisamente con esas dos películas brasileñas que forman una pareja interesante a nivel estilístico y discursivo.

Ecstasy es, seguramente, una de las apuestas estéticas más arriesgadas del festival, rechazando de frente una narrativa al uso para abrazar sensitivamente la historia de un cuerpo adolescente herido por la anorexia. La realizadora Moara Passoni presenta este retrato que tiene como origen su propia experiencia con la enfermedad, diluyendo la línea que separa lo ficcionado y lo no ficcionado. En este sentido, es curioso leer en algunas fichas como lo tildan de documental (incluso ha participado en festivales dedicados a ello) cuando esa parte de realidad está relacionada, principalmente, con la voz en off que cose el metraje y que es una especie de diario especulativo sobre la adolescencia y la enfermedad.

Así, no hay apenas diálogo entre personajes, ni escenas con una presentación, nudo y desenlace, sino una narrativa mucho más anárquica, que busca a su espectador a través de un montaje sensitivo que busca sacarlo de la concepción lineal de la historia. 

Ectasy no es un coming-of-age, como tampoco es una historia de una adolescente sin más. Se trata de un retrato de una joven que atraviesa en realidad, no solo su propia vivencia, sino esta puesta en contexto con el propio país en el que vive, Brasil. La anorexia también deja espacio para reflexionar sobre la política del país, sobre la religión, o el sistema educativo, porque eso también deja heridas en el cuerpo.

Es este elemento, el del cuerpo, el que realmente toma las riendas de la narración creada por Passoni: conforme el metraje avanza, el cuerpo de una niña de 7 años que sufre hasta los 18 las consecuencias de la enfermedad. Las imágenes ficcionadas buscas acompañar ese relato de ansiedad de la propia narradora, que llega a exponer sus fotos en uno de los peores momentos de su trastorno. Cuando la realidad basta, ¿para qué ficcionarla?

En el terreno de lo formal, las imágenes dialogan con un guion al que no le interesa tanto contar un relato como exponer varias ideas. Los discursos se plantean, se abandonan, se retoman, se olvidan… Pero esto no resta en el film, sino que consigue hacer que sume a través de un sistema de imágenes dedicado exclusivamente a reforzar ese discurso. La música (que incluye un tema de David Lynch y Likke Li), un gran punto azulado que recorre, como un fantasma, varios espacios; el uso de diferentes formatos, el paso del color al blanco y negro, etc. Moara Passoni toma del videoarte y de las tendencias de la no-ficción los referentes para contar su historia.

Ecstasy, habla de un cuerpo que necesita contarse y que no sabe desarrollarse en un contexto normal. El flm exige, a quien se acerque a él, que sea este mismo quien se adapte a la manera en la que está relatado. Un acercamiento que se hace en primera persona y cuya representación, atrevida y minucios, se escapa de un único visionado o un visionado superficial. La realidad a veces es así: más compleja y más dura de lo que las fronteras habituales del sistema narrativo nos acota.