VALÈNCIA. Las esculturas inflables con las que Olga Diego recreó un jardín de las delicias en el Centre del Carme, se exhiben estos días en Taipéi (Taiwán) con el apoyo del Consorci de Museus de la Comunitat Valenciana. La instalación Jardín Autómata, de la artista alicantina, participa junto a las obras de diversos artistas internacionales en el Treasure Hill Light Festival 2019, un festival de arte e innovación que contribuye al fascinante paisaje salvaje de Taipéi.
Motivados por el entorno natural del Treasure Hill, el festival constituye un paisaje artificial, con objetos de plástico reciclados y luces de neón, donde lo primitivo y lo civil coexisten, para crear una utópica tierra de la felicidad. Jardín Autómata es una gigantesca instalación formada por 60 esculturas inflable-electrónicas inspiradas en los hermosos, extravagantes y sugerentes personajes de El Bosco.
En ella, seres humanos desnudos disfrutan, junto con animales de todas las especies, de un mundo de placer sin límites. Un mundo sugerente donde también encontramos hermosas aves, peces y frutos exóticos. Estos elementos son los que aparecen en ‘Jardín Autómata’, un laberinto de grandes cuerpos traslúcidos que sugieren una existencia mágica. Diferentes humanoides, cuadrúpedos y personajes híbridos son suspendidos en el espacio de la sala en una composición aérea y en continuo movimiento, mientras otros inflables se encuentran posados en el suelo recreando escenas más terrenales y libidinosas.
La artista ha señalado que para ella una tierra de la felicidad sería un lugar donde no exista la discriminación hacia las mujeres, o hacia cualquier persona por su condición sexual o raza, un lugar donde las personas no maten o infrinjan sufrimiento a los animales con impunidad. “Creo que esa tierra de la felicidad es posible porque pienso que la inteligencia puede vencer al egoísmo” ha manifestado Olga Diego.
Asimismo la artista ha explicado que “detrás de la obra de El Bosco, que tan atractiva nos resulta hoy, encontramos una crítica al pecado. Convertidos en una sociedad capitalista incapaz de modular un respeto por el medio ambiente, sufrimos de un derroche desmedido, y es en esa lujuria consumista donde mostramos nuestro inmenso pecado, el plástico”.
El director del Consorci de Museus de la Comunitat Valenciana, José Luis Pérez Pont ha destacado el apoyo a la proyección internacional que se está dando desde la institución cultural valenciana “para que artistas de nuestra Comunitat puedan desarrollar su trabajo en otros contextos y en contacto con otros creadores, generando nuevas oportunidades y contribuyendo al dinamismo de la creación actual”.
Un año después del cese de Pérez Pont el centro sigue sin crear la plaza de director artístico y ya acumula cerca de diez exposiciones suspendidas
La sede del Consorci de Museus acumula numerosas muestras a la espera de ser reprogramadas y mantiene la incógnita sobre el futuro de su programación