VALÈNCIA. La adaptación cinematográfica de obras teatrales es tan vieja como el cine. Valga el ejemplo patrio del pionero Fructuós Gelabert, que filmó las piezas Terra baixa y Maria Rosa, de Àngel Guimerá, a principios del siglo XX. Las ventajas que plantea la hibridación de estas dos formas artísticas pasan por una narrativa efectiva, ya testada entre el público, y la limitación presupuestaria, pues las versiones filmadas, en principio, no requieren de numerosas localizaciones, nutridos elencos y grandes alharacas en efectos especiales.
Las últimas tentativas de convertir proyectos dramatúrgicos valencianos en película son las comedias M’esperaràs?, de Albena Teatre, y La gent, de Pérez & Disla.
Ambos son montajes contrastados, con giras dilatadas, dos y cuatro años, respectivamente, y reconocimientos. M’esperaràs? se alzó con el premio Ciutat d’Alzira de teatro 2013, y La gent, con los galardones al Espectáculo más innovador y original en el TAC Valladolid 2014 y a la Dirección en Indifest-Santander 2015, además de ser finalista al Max a la autoría revelación 2014. Sus versiones audiovisuales estarán rodadas en valenciano y serán comandadas por dos directores noveles, Carles Alberola y Álex Montoya.
Tarde pero llega
Hace cuatro años, Toni Benavent y Carles Alberola hacían un alto en los ensayos de M’esperaràs? en L'Horta Teatre para compartir una entrevista en CulturPlaza a propósito del 20 aniversario de su compañía, Albena Teatre. En aquella charla informal, el primero reprochaba y alentaba al segundo: “Si tuvieras sentido común, dedicarías muchas horas a hacerte un hueco en el cine. Ya sé que es dificilísimo y complicadísimo, pero no más que el teatro. Si tienes una inquietud cinematográfica, es muy malo llegar a viejo y darte cuenta de que se te ha quedado pendiente”.
Alberola tomó el guante, y este próximo septiembre estrena en el Cine Lys su ópera prima, basada en aquella obra entonces en ciernes. Tras su paso por el European Film Market de la Berlinale, M’esperaràs? también tendrá presencia en festivales internacionales en Europa, América y Asia.
Benavent, productor ejecutivo de M’esperaràs?, afirma que el argumento de la película le evoca una frase de Antonio Machado: "Yo vivo en paz con los hombres y en guerra con mis entrañas".
El guión de la comedia romántica reincide en temas recurrentes en el teatro y en los trabajos televisivos de Alberola: el individuo atrapado en una realidad inhóspita, el miedo a luchar por lo que deseamos, la esperanza de hacer realidad nuestros sueños…
El director debutante es un cinéfilo confeso. Sus textos lo delatan y lo han hecho merecedor del apodo de “Woody Allen de la Ribera”.
Sin embargo, sus referencias para el salto al largo no han sido las películas del director de Annie Hall (1977), sino la obra maestra de la comedia El apartamento (Billy Wilder, 1962). “Me interesa muchísimo la utilización de los objetos. En la percepción del espectador no sólo pesa lo que cuentan los personajes, sino también lo que manipulan, porque forman parte del decorado pero, al tiempo, tienen un significado para la historia”.
En M’esperaràs? hay un anillo que se regala y unas velas que no se encuentran. Los actores que manipulan estos objetos son los mismos que lo hicieron en la obra homónima: Alfred Picó, Rebeca Valls, Cristina García y el mismo Alberola. El ánimo multitarea es una práctica habitual en las dos décadas de trayectoria del alcireño. Carles ha sido autor, director y actor de sus propios ingenios desde siempre. Asegura que lo compensa trabajando en equipo.
En este caso, en la realización se ha apoyado en el cineasta Rafa Piqueras, junto al que ya había trabajado con anterioridad en los programas de televisión Socarrats y Autoindefinits, y en la dirección de actores, en Carles Sanjaime, con el que codirigió la obra de teatro.
Un paseo por el parque de atracciones
Alberola ha echado mano de sus vivencias como espectador de cine a la hora de construir la ficción audiovisual de M’esperaràs? “El espectador ha de vivir el visionado como si fuera subido al coche de una montaña rusa. Has de lanzarlo a una peripecia peligrosa, divertida, emocionante o terrorífica. Ver una película tiene que ser un viaje, un tránsito”.
En los preparativos de la escapada cinematográfica, Alberola ha tenido que aligerar la densidad verbal de su texto teatral. “Es una lucha dolorosa al principio, pero luego llegas a agradecerlo, porque aprendes que puedes contar la historia sin ciertos fragmentos de la dramaturgia original, ya que hay otros elementos audiovisuales que le permiten al espectador poder recrear lo que en el teatro sólo podías evocarle con las palabras”.
Justo antes de arrancar el rodaje, el director novel trabajó como actor en el drama social La madre (Alberto Morais, 2016). “Aquella película me sirvió como experiencia, enriqueció mi visión y me puso sobre aviso ante las dificultades que pudieran surgir, pero cada proyecto pide una manera diferente de trabajar”, matiza Alberola.
Lumet en el retrovisor
¿Cómo trabajar un guión que parte de una reunión de sus protagonistas sentados en círculo? Este ha sido el principal reto planteado a Álex Montoya en su ópera prima. Como Alberola, el director es un cineasta autodidacta, pero antes de saltar al largo ya ha roto mano en el formato corto. Este licenciado en Arquitectura Superior se ha convertido en uno de los cortometrajistas más relevantes de España, con más de 170 galardones a sus películas en festivales nacionales e internacionales. Entre los reconocimientos recibidos destaca una nominación al Goya 2014 por Lucas y una mención especial en Sundance 2010 a su pieza Como conocí a tu padre.
Su ópera prima es la adaptación de La gent, una propuesta teatral que replica una asamblea ciudadana, y que hace al espectador partícipe de la trama. En la primera fase del guión participaron sus autores, Jaume Pérez y Juli Disla. “En la obra, el público forma parte de las intervenciones, así que el desafío era trasladar una función tan viva y directa a la pantalla. La ventaja es que puedes cambiar el chip absolutamente y contar otra cosa. Pero siempre tuvimos en mente mantener el humor y la esencia del original, que fue explorar los comportamiento grupales, las organizaciones participativas y el movimiento asociativo y social”, detalla Disla.
Montoya no ha visto la obra original. Los productores del film, Nakamura Films y Kaishaku Films, le hicieron llegar el guión. Y ahora se alegra para poder hacer el texto suyo. “Es muy preciso, muy naturalista. Al leerlo, lo oyes”, aplaude el director debutante.
Para la adaptación de La gent, Montoya ha tenido en mente el drama judicial 12 hombres sin piedad (Sidney Lumet, 1957). En el clásico, un jurado compuesto por una docena de miembros juzga a un adolescente acusado de haber matado a su padre. Todos están convencidos de su culpabilidad, a excepción de uno que trata de convencer al resto alrededor de una mesa.
En la comedia que Montoya dirige estos días, un grupo de personas se reúne en asamblea y trata de ponerse de acuerdo en pos de un objetivo común. “He tenido presente la planificación de secuencias y planos de Lumet a la hora de mantener el interés en el argumento y de dar a los actores el máximo de espacio”, expone Montoya.
La propuesta, protagonizada por Francesc Garrido, Cristina Plazas, Nacho Fresneda, Lorena López, María Juan, Sergio Caballero, Jordi Aguilar, Marta Belenguer, Greta Fernández, Jorge Silvestre, Juan Mandli, Irene Anula, Hwidar Abdelatif y el cantante de La Raíz, Pablo Sánchez cuestiona con humor el concepto mismo de la participación.
Viva la otra gente
Tanto Alberola como Juli Disla acarician la idea de que las películas brinden una segunda vida a las obras de teatro de las que parten. El de Albena propone como referentes las adaptaciones cinematográficas de las comedias neoyorquinas de Neil Simon, donde, como en M’esperaràs? se mantiene la unidad de tiempo y espacio de la propuesta escénica.
Ambos comparten el acierto con el que el cine francés hace taquilla a partir de la revisión de sus éxitos teatrales. Ahí están versiones en gran pantalla de El nombre, La cena de los idiotas y Un dios salvaje.
“No sé si el teatro y el cine españoles están tan preparado como el francés, pero sería absolutamente deseable que las películas hicieran resurgir estos proyectos”, anhela Disla, que añade: “Las obras de teatro acaban muriendo, porque su tiempo es limitado en función de la disponibilidad de los actores, de la trayectoria de la compañía y de los circuitos, pero existen otros circuitos que pueden hacer resurgir estos proyectos. Hay otras audiencias que se pueden explorar”.