VALÈNCIA. Este fin de semana vuelve el festival Deleste, y no de cualquier manera. Esta edición cuenta por muchas: porque es la de la recuperación del formato pre-coronavírico, porque también es la edición en la que el festival crece con una programación paralela, porque empieza a asomar el proyecto de la nueva dirección, que cambió en 2021, y porque cumplen 10 ediciones.
Iñaki Villagra está estos días sin tiempo ni para un respiro. Ultima los preparativos, aunque sabe que ni siquiera el lunes, cuando haya acabado todo, descansará. Es el nuevo director del festival, aunque ha estado implicado desde su nacimiento. Tras la salida de tres socios de la promotora, tomó las riendas y el festival estrena etapa tras un edición en 2021 ‘de azúcar’ por las circunstancias de la pandemia. Villagra se sienta con Culturplaza para hacer memoria de las nueve ediciones anteriores, y sobre todo, para degranar su proyecto.
La gran novedad de este año es la programación expandida, con actividades en el Museu de Belles Arts o en Bombas Gens. “Queremos pasar de ser un festival a ser una experiencia, que la música sea la base de todo pero no sea el único atractivo para quien venga, y que la gente que venga de fuera pueda descubrir más puntos de la ciudad”, explica el director. Un camino que van tomando otras citas musicales y que va en consonancia con el respaldo de los departamentos de Turismo.
La propuesta expandida encaja en el Deleste porque ya contaba con otros valores como la sostenibilidad y la comodidad del público (no hay solapamientos, no acaba a altas horas de la madrugada, y se cuida un ambiente íntimo) que son coherentes con el camino que se busca tomar ahora. “Cuando empezamos, casi éramos uno de los primeros festivales de ciudad, solo estamos nosotros. Ahora las cosas han cambiado, aunque seguimos siendo fieles a nuestra naturaleza”, explica.
El antes y el ahora han hecho transitar al festival por diferentes espacios en la ciudad, también a ir buscando su ADN propio… Ahora, Deleste se lanza a ampliar su público sin descuidar a los parroquianos —“cuando hemos sacado el abono a ciegas y la gente lo ha comprado es porque hay una confianza en nuestro criterio y nuestro saber hacer—. Buscan un perfil más internacional, si bien “la saturación en la demanda” lo ha hecho muy complicado: “será en 2023 cuando se podrá sentir de verdad cuál es la nueva propuesta del Deleste”.
Echar la vista atrás es hablar de los hitos de configurar en la ciudad de València un cartel que complementaran la oferta de los macrofestivales con figuras como Fanfarlo, The Pastels, Nueva Vulcano, Low, Public Service Broadcasting, Los Planetas o Manel. La escena independiente nacional y valenciana ha contado durante estos años con el lugar a medio camino entre la intimidad de la sala y el baño de público de un festival.
Este año, el cartel lo vuelven a presidir dos grupos internacionales: Balthazar, The Sisters of Mercy, y la irlandesa Imelda May. Les acompañan Rufus T. Firefly, Júlia, Los Bengala, Joana Serrat, Novembre Elèctric y Pillow Queens.
Durante la converasación, Villagra va analizando el contexto de la ciudad en la que se enraiza el festival. La evolución que ha tenido le va poniendo cada vez más complicado la búsqueda de un lugar: “no nos sirve cualquier cosa, tiene que ser un lugar cómodo, acogedor y que haga sostenible el festival en todos los sentidos”. Sobre las noticias recientemente publicadas por este diario, el director opina que “es el gran reto” de este tiempo.
Además, preguntado por cómo cree que va a recibir el público esas actividades complementarias, Villagra responde que “hace falta hacer pedagogía porque es algo muy novedoso, pero el Deleste es el mejor festival para hacerlo porque los horarios lo permiten”.
- La pregunta más evidente, ¿un deseo para el festival dentro de 10 años?
- Me gustaría poder disfrutar de verdad del festival, no estar tan atacado antes y durante. ¡Que los conciertos lo valen!