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El pase más importante: los programadores se encuentran con los emergentes en Russafa Escènica

25/09/2024 - 

VALÈNCIA. El festival Russafa Escènica de València se ha convertido en un punto de encuentro crucial para los artistas emergentes de la escena local. Además del papel que juega en la agenda cultural durante estas semanas, una de sus iniciativas menos conocidas es que también ofrece a los creadores una plataforma donde sus propuestas pueden ser vistas por programadores y profesionales del sector. Estas visitas profesionales, realizadas en el marco del festival, no solo brindan visibilidad a los artistas, sino que también pueden ser un trampolín hacia la profesionalización y el éxito en la industria.

Noelia Sánchez, co-autora y co-directora —junto a Alba Navarro— del vivero Agua con sal y otras desdichas, destaca la importancia de participar en un festival como Russafa Escènica, especialmente para aquellos que aún no tienen un nombre reconocido en la escena artística: "En nuestro caso, por ejemplo, que no nos conoce nadie, ya que aparezca tu nombre y una obra tuya al lado de otra gente que ya tiene un recorrido y tal, da mucha visibilidad", comenta Sánchez. La presencia en un evento de esta magnitud permite que su trabajo sea visto por un público más amplio y diverso, lo cual parece difícil de otra manera en una agenda cultural tan nutrida como la valenciana.

La presión y el nerviosismo son inevitables cuando se trata de mostrar una creación frente a profesionales del sector. Para Noelia, los pases para programadores, que incluyen a aquellos que podrían seleccionar obras para presentarlas en otros municipios o eventos, son especialmente desafiantes. "Fue como un preestreno... estuvimos bastante nerviosas porque no deja de ser programadores profesionales del sector. Pero tuvimos muy buen feedback... nos dieron algunos consejitos o se interesaron por la pieza”, relata.

Agua con sal y otras desdichas es la primera creación con Alba Navarro, que esperan poder alargar para que tenga un formato más largo y poder girar con ella. El encuentro con profesionales, pero también los pases con el público en Russafa Escènica van a ser determinantes en el futuro de esta obra.

La otra parte de la visita está en manos de Laura Estabén, miembro del equipo de programación del Auditorio de Tenerife, que subraya la singularidad del festival, particularmente en su enfoque en la creación en residencias: ”Me parece muy interesante como lanzadera para los talentos que tiene València porque además se aúnan diferentes factores que en otros festivales no tienen esa presencia", afirma. Principal, estos serían la cantidad de nuevas propuestas y lenguajes escénicos que no solo provocan, sino que también enriquecen a los programadores que buscan innovaciones para sus propios auditorios.

El interés de los programadores no se limita a encontrar propuestas contemporáneas o vanguardistas. Estabén resalta que lo esencial es que las obras ofrezcan algo nuevo al espectador, independientemente del estilo: “A nosotros nos interesan especialmente los trabajos que transmiten los lenguajes escénicos, que provoquen y que abran un lenguaje nuevo a los espectadores". Además, valora que los programadores de artes escénicas puedan viajar por diferentes regiones porque cada escena tiene una idiosincrasia, y permite ampliar miras de qué interesa y en qué busca avanzar la escena valenciana.

Foto: RUSSAFA ESCÈNICA

Una de las claves del éxito de Russafa Escènica, según Estabén, es la oportunidad que brinda a los artistas para experimentar y desarrollar su identidad artística en un entorno que fomenta la investigación y la creatividad: ”En las obras se nota que ha habido una parte de investigación y experimentación que les ha permitido crear y trabajar sobre su identidad y sobre nuevos conceptos de trabajo", señala, subrayando la importancia de estos espacios de exploración en el desarrollo de propuestas escénicas originales y de calidad.

La vida tras Russafa Escènica

Roberto Hoyo mostró su primera creación, Lázaro, en Russafa Escènica en 2019. Y a partir de ahí todo cambió en su carrera. Es uno de los ejemplos más claro de cómo Russafa Escènica puede ser un trampolín para un artista emergente. "Para mí fue pasar de ser un chaval que acababa de salir de la Escuela de Arte Dramático a que lo viera mucha gente de la profesión. No voy a decir que me ayudó a salir de la precariedad, pero algo parecido”, comenta. Gracias al éxito de Lázaro en el festival, Hoyo pudo empezar a trabajar con una distribuidora y llevar su obra de gira, lo que supuso un cambio significativo en su carrera.

La preparación para un pase tan crucial no es sencilla, y Hoyo admite que el proceso estuvo cargado de nerviosismo y responsabilidad: ”Lo que más me impuso es que yo tenía que hacer muchas cosas que no eran mi profesión o lo que sabía hacer", explica. Con el tiempo, la relación de Hoyo con el festival ha evolucionado. El año pasado, el chico que salía de la Escuela de Arte Dramático se convirtió en jurado del certamen; este año ha dado su primer taller: "Siento que el festival me tiene en cuenta, me tiene cariño y lo agradezco un montón. Y todos los años ha visto algunas propuestas de creadores que admiro un montón", concluye Hoyo, quien valora especialmente la sinergia que el festival genera entre los jóvenes artistas y la comunidad profesional.

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