VALÈNCIA. El paraíso es la gran triunfadora de la 39º edición de Cinema Jove. La película escrita y dirigida por Enrico Maria Artale se ha alzado con tres galardones: Mejor Dirección, Mejor Interpretación y Mejor Música, además del calor del público, que la votó para el Premio del Público con un 4,46 sobre 5 (quedando en cuarta posición).
El paraíso cuenta la historia de Julio, un hombre de 40 años, y su madre, que viven en la periferia de la metrópolis romana y tienen una relación que supera los límites de lo que se entiende por una relación maternofilial. La llegada de Inés, una mula de droga, pondrá en jaque la estabilidad de la casa.
Enrico Maria Artale propone una película total, donde el vestuario, el decorado o el idioma que hablan los personajes remiten a un lugar que no existe, que es nuevo: una frontera abierta entre Italia y Colombia.
- La sinopsis de la película dice que es una historia de amor entre una madre y un hijo. ¿Es realmente así? Porque viendo la película, el término tendría sus matices.
- Es una historia de amor porque es la manera más amplia para definir la película. Pero como en todas las historias de amor, hay una cantidad de contradicciones que la convierten en otra cosa. Hay amor, pasión, emoción; pero también hay opresión, hay disfunciones, hay elementos tóxicos, hay dependencia… Todo esto al mismo tiempo.
Y luego, tras eso, hay otras historias sobre drogas o inmigración. Pero no quería que estuvieran de decoración, sino que estuvieran muy conectadas con la relación de los dos personajes. Todo sirve como metáfora de lo que pasa entre ellos.
- ¿Cuál es el papel de las drogas? ¿De qué manera determina esa relación maternofilial?
- La droga claramente habla de la dependencia. Es un reflejo de cómo, en relaciones entre personas cercanas, las alteraciones de humor son constantes e imprevisible. De una manera dramatúrgica, a mí me ayudaba a provocar situaciones. Desde otro punto simbólico, también me interesa que la droga tiene una conexión muy fuerte con el sexo. Esta relación es claramente criptoincestuosa; yo no quería que hubiera sexo entre esta madre e hijo, pero la droga nos acerca a un lugar muy incómodo, tanto al público como a los personajes. La droga es dejarse llevar, superar vínculos… Por eso drogarse con una madre es un acto incestuoso.
- Por todo esto que cuentas son importantes los personajes de Inés y Lucio, porque son personajes que confirman con su extrañeza lo que siente el espectador, que nota que lo que ocurre en esa casa es extraña.
- Sí, el punto de vista de Inés (además de como extranjera) es darse cuenta de que la relación entre ellos es “menos normal”. En todo caso, yo no quería juzgar a los personajes; tampoco La Madre y Julio. Desde un punto de vista más objetivo, no quería leer su relación como algo disfuncional, sino empatizar con ellos.
Lucio, por su parte, es alguien que ha asumido más que Julio una relación machista con las mujeres. En apariencia, eso le hace mejor, pero después vamos a descubrir que también es vulnerable. No hay personajes que no estén, de alguna manera, “fuera de lo normal”.
- Ese amor se da, en la primera parte de la película, por exceso, y en la segunda, por ausencia. Viniendo de la misma relación, de la misma base, lo convierten en dos películas diferentes.
- Antes, en versiones anteriores del guion, la segunda parte de la película tenía más peso. Pero el personaje de la madre fue creciendo porque la importancia de la relación entre ellos lo hacía también. Pero lo importante (y lo divertido) es tomar al espectador, darle una idea de por dónde podría ir la película y luego llevarlo a otro lugar. A veces lo imprevisible es algo brutal, que no es agradable, ¡pero la vida es así, son shocks y traumas!
- El personaje de Julio es muy rico porque, por una parte sí que desea, pero hay un momento en el que su dependencia le bloquea.
- Es como un adolescente de 40 años. Por eso los jóvenes le tienen mucho cariño a su personaje y a la película, porque comparten una situación de vida parecida: viven en familias que, sean o no disfuncionales, no le ayudan a tener una perspectiva autónoma en lo sentimental o en lo profesional.
También está el temor por dejar a su madre sola. Esto es algo muy común en los hijos de migrantes porque muchos son hijos de madres solteras y sienten como una responsabilidad superior no abandonar a una madre que les ha dado la oportunidad de hacer su vida en un país nuevo pero no tiene muchos vínculos. No es muy evidente en la película, pero está ahí, y supone un peso para el personaje de Julio. Esta complicación emocional no le permite hacer lo que quiere ni desarrollarse.
- A través de la dirección de arte, del vestuario… Creas en esa casa un Cali en tierras italianas. ¿Qué espacio querías generar?
- Para mí era muy importante que los dos personajes vivieran en este lugar que no existe, que se llama El Paraíso y que conecta con un espacio de jardín del edén en el que solo están ellos dos. La madre se convierte así casi como una fantasma y hablan un idioma (una mezcla entre el español y el romano) que solo hablan ellos en realidad. Eso permite tener una relación con su hijo más que exclusiva, y todo está explicado desde lo visual, con el vestuario, la escenografía, etc. Todo nos habla de un mundo que está en otro lugar, llena de nostalgia y clichés, que la madre llena de cosas para no olvidarse de su país.
- La interpretación de Margarita Rosa de Francisco es alucinante. Ella no sabía italiano, y entiendo que eso ha necesitado un acompañamiento como director muy intenso. ¿Eso se dio antes y durante el rodaje?
- Primero hubo una fase muy larga de conversaciones (por Skype, porque aún había pandemia) de leer el guion juntos, hablar de las escenas y los personajes, imaginar cosas… Todo en un plano muy intelectual. Más tarde, yo seguí cambiando cosas del guion mientras ella estudiaba italiano.
Un mes antes del rodaje, vino a preparar el personaje. Hemos trabajado mucho, no tanto haciendo ensayos (que también), sino trabajando mucho el cuerpo. Ella tiene, de manera natural, una postura muy elegante, pero necesitaba a un personaje con un cuerpo deconstruido. Leyendo textos de psicología, haciendo ejercicios juntos… Hemos ido encontrando el papel.
Y ya finalmente, trabajamos durante el rodaje su relación con Edoardo Pesce. Era un reto, porque ella tenía que imponerse, pero a la vez, no conocía bien el idioma y él era un personaje muy carismático. Los dos construyeron la química pasando mucho tiempo juntos, comiendo, pasando el tiempo, estando en la casa sin rodar ni hacer nada, recibiendo visitas… En definitiva, intentando vivir como los personajes.
Eso ha ayudado mucho a construir una credibilidad que es la base de la película. Con esta base, luego puedes llevar al espectador a territorios menos realistas, porque al público no lo percibe porque el realismo está en el interior de los personajes.
- En el cine italiano el contexto geográfico es muy relevante. ¿Por qué era importante que vivieran cerca del mar?
- Como es una historia de migración, también es una historia de la búsqueda del origen. El mar en muchos idiomas es una referencia directa a la madre. Como si, a través del mar, Julio viajara a los orígenes de su madre.
Pero hay otras muchas conexiones, no solo con el mar, sino también con el río Tíber, que llega desde Roma y desemboca también donde viven. El río también significa un viaje, un recorrido que hacen juntos madre e hijo. Es un tropo muy común en la literatura que también es simbólico en la película.