Aficionado a cualquier deporte con pelota, este asesor financiero siempre tuvo clara su vocación profesional: asesorar a sus clientes sobre la mejor manera de ahorrar.
VALÈNCIA. Francisco Varea Peris (València, 1972) le picó el gusanillo por los mercados financieros de forma fortuita. «Un día saliendo de una clase de la facultad vi en el tablón de anuncios unas jornadas sobre bolsa y decidí apuntarme, me gustó y seguí profundizando en ello», apunta a Plaza este licenciado en Ciencias Empresariales por la Universitat de València, con la licencia oficial de operador de bolsa, asesor financiero por AFI y con el Máster Financiero y Bursátil de la FEBF bajo el brazo.
Apasionado del esquí, deportes náuticos y cualquier deporte con una pelota por medio (pádel, tenis o fútbol...), inició su carrera laboral en banca privada. ¿Por qué? «Me llamó la atención por su complejidad ante los requisitos necesarios, dado que hay que estar muy bien preparado para ofrecer el servicio en condiciones. Asimismo, hay que estar continuamente informado y al día de temas de actualidad económica, fiscalidad, productos financieros... Además, tenía un componente personal porque desde pequeño siempre me había gustado: ir ahorrando poco a poco», sonríe.
Tras casi dos décadas trabajando en diversas entidades financieras —Beta Capital, Fortis, Nordkapp y Banco Madrid—, el financiero valenciano decidió poner en marcha, junto con otros socios, Edetania Patrimonios, firma que se ha convertido en uno de los mayores agentes de Bankinter en la plaza valenciana. «Entendí que era el momento para poder ofrecer mi experiencia, y la de mis socios, de la forma que la concebía tras todos estos años de experiencia en el sector. Es por ello por lo que decidimos crear Edetania Patrimonios».
¿Y cuál es el valor diferencial de la firma? «No es otro que el de trabajar por y para el cliente, poniéndolo en el centro de todas nuestras actuaciones. Realmente el valor está en hacerlo, no solo en decirlo. Ofrecemos un servicio global y de calidad a través de la confianza, honestidad, cercanía y empatía, así como la transparencia e independencia en todos los productos que ofrecemos».
Preguntado por los tres aspectos básicos que debe tener un buen asesor de patrimonios, explica que «saber escuchar y analizar correctamente las necesidades, objetivos y aversión al riesgo de los clientes. Luego, hay que estar muy pendiente de los cambios que pueda ir sufriendo en sus necesidades y objetivos para adaptar la cartera a las nuevas circunstancias. Y, por último, tener bien definida la política de inversión a medio/largo plazo y nunca dejarse llevar por el ruido que se produce continuamente en el mercado, evitando así tomar decisiones irracionales fruto de una situación de pánico o de euforia. Precisamente dejarse llevar por ese ruido, «tomar decisiones precipitadas que no estén fundamentadas con estudios y análisis previos, y pensar que el cliente lo tienes para toda la vida» son los errores que nunca debe cometer un asesor de patrimonios que se precie de serlo.
Desde su dilatada experiencia en la city valenciana, ¿qué hubiera pensado si le dicen hace diez años que se iba a desmoronar? «Era impensable; muchos municipios tenían su entidad local, financiando el tejido empresarial de la zona y el trato entre el banquero y el cliente era muy directo e iban creciendo juntos durante muchos años. Ahora la situación ha cambiado centralizándose la mayoría de los servicios y decisiones, cambiando periódicamente el interlocutor con la entidad. Así es imposible conocer bien al cliente y ocuparte de sus inquietudes o necesidades», señala.
Tras quince meses desde que la covid-19 impactó de lleno sobre las bolsas, estas han logrado no solo recuperar niveles prepandemia sino que cada vez son más las que marcan máximos históricos. ¿Cómo lo explica? «En una primera etapa se debió a las actuaciones y mensajes de los bancos centrales, dotando al sistema de inyecciones de liquidez nunca vistas para paliar los efectos de este cataclismo; posteriormente fue por la aparición de las vacunas y el ritmo de vacunación, que permitió la reapertura de las economías, donde estamos viendo que la actividad y el consumo se están reactivando con fuerza a medida que las restricciones se reducen».
Unos mercados financieros que de un tiempo a esta parte tienen marcada en rojo una palabra: inflación. Varea explica que el repunte inflacionista se debe al «fuerte nivel de demanda que experimentan las economías conforme se van reabriendo, que es mucho mayor que el ritmo de producción y provoca que se eleven los precios de las materias primas; de ahí que se encarezca el coste de los productos, lo que se traslada al consumidor final vía precios. Pero pensamos que esta inflación debería ser transitoria, y en unos meses tienda a su nivel normal por sí sola, una vez se estabilice la oferta y demanda».
Para terminar, y preguntado sobre si 2021 será el año que dejemos de llevar mascarillas, tiene claro que «salvo que aparezca alguna nueva variante del virus que nos haga retroceder en los niveles de inmunidad que se van alcanzando, la sensación es que en unos meses lograremos la inmunidad de rebaño».
* Este artículo se publicó originalmente en el número 80 (junio 2021) de la revista Plaza
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