EL ANAQUEL DE LAS LECTURAS SUBVERSIVAS  

'Funeral tropical', posthumor en verso para los misántropos de la playa 

Gaviotas radioactivas, muertos en la arena y vampiros caribeños: bienvenidos al verano perverso de Pedro Mateo 

21/07/2016 - 

“Vacaciones”

Hordas de despedidas de solteros 

zarandean muñecas hinchables en la orilla de la playa, 

hordas de despedidas de solteras 

sacuden los penes de sus cabezas en la orilla de la playa. 

Bolas, raquetas, gente divirtiéndose, 

niños persiguiéndose en la orilla de la playa, 

besos, masajes, parejas magreándose, 

niños sepultándose en la orilla de la playa. 

El sol, el mar, las olas rompiendo, 

los gritos, las risas, las huellas jugando en la orilla de la playa, 

los padres, las madres, los hijos, los jóvenes, los viejos, 

comen, beben, fuman en la orilla de la playa. 

La Policía, el Samur, los socorristas, 

silencios, murmullos, tumultos en la orilla de la playa, 

gente corriendo, una camilla escoltada, 

un cuerpo en el interior de una bolsa en la orilla de la playa.

(Pedro Mateo, Funeral Tropical)


VALENCIA. Hay quien dice que el verano no es una estación del año, sino un estado mental. Uno especialmente contaminado por la dictadura de la diversión y la falsa presunción de que nada puede ir mal. Es tiempo de ligar, de reír y de ponerse morenito. 

El verano y sus paraísos efímeros componen una especie de holograma de la felicidad (la vislumbras, la rozas, pero no llegas a capturarla) que se presta muy bien a la sátira y a los contrastes extravagantes. Lo supo ver muy bien Berlanga en esa hilarante escena de “Viva los novios” (1970) en la que José Luis López Vázquez encabeza el cortejo fúnebre de su madre por las calles de Sitges, y vemos cómo la pesadumbre con la que arrastra los pies hasta el cementerio no evita que los ojos se le disparen hacia las señoritas en bikini que la comitiva encuentra a su paso. 

El espejo deformante de Berlanga, la ironía implícita en los reportajes fotográficos de Martin Parr en las playas de Benidorm y el poshumor de Miguel Noguera son algunas de las referencias inmediatas que podemos encontrar en la divertidísima e iconoclasta micronovela de Pedro Mateo “Funeral Tropical” (Poesía Fractal, 2016). Pero solo son un punto de partida. A lo largo de veinte textos cortos viajamos del Benidorm kitsch al Miami putero de Sonny y Rico a caballo de un estilo que el propio autor ha denominado “prosa descuartizada”. Una suerte de lenguaje poético pero liberado de todo estándar métrico. 

Mateo plantea una sucesión desternillante de imágenes pop labradas con gran esmero literario (“La mayonesa arde sobre la ensaladilla familiar, y bajo la sombrilla, una conga de colmillos”). De paso, también nos lanza algún jueguecillo, como en el relato “Georgie Dann”, donde debemos encontrar ocultas en cada verso el título de una canción del verano. Nos cuenta los sinsabores de un vampiro en La Habana que se emborracha a su pesar con la sangre ebria de las víctimas que recoge tras los multitudinarios discursos de Fidel, “que son para mí un gigantesco matadero”. Nos quita el sueño con su historia de gaviotas radioactivas, con sus distopías de Calypso Zombie y sus playas de Nunca Jamás.

Con esta arremetida contra los “mega-terrarios de hamacas, sombrillas y colillas” que dominan el paisaje vacacional, el humorista y escritor albaceteño quiere cargarse las metáforas más obvias del bienestar (ya saben, los atardeceres de postal y los falsos happy end). Y al hacerlo, se pone gore y hasta escatológico. El libro -que en Valencia se puede encontrar en la librería Dadá y la del IVAM-, nos describe a seres humanos “como elefantes muertos varados en la orilla”, piscinas como containers subacuáticos y resorts como campos de concentración.

“Es muy divertido dinamitar cosas que están muy amuralladas socialmente. Me llama mucho la atención todo ese paisaje humano tostándose al sol sin hacer nada, con demasiado tiempo para pensar. Las playas parecen homogéneas desde lejos, pero si te acercas lo suficiente encuentras muchas situaciones escabrosas. Un poco como en las películas de Alfredo Landa de los años sesenta: padres propinando bofetones a los hijos, discusiones por no encontrar sitio para comer paella... Son espacios de microestrés”, explica telefónicamente Mateo, al que pillamos de vacaciones…. ¡en Benidorm!.