A Veneno Concept llegué por casualidad una de esas calurosas noches del verano pasado, -en las que costaba conciliar el sueño-, buceando por la lupa de Instagram; y al igual que les pasó al resto de esos 87.300 seguidores (en el momento en el que se escriben estas líneas), me enganché desde el primer vídeo. Ese, dio paso al segundo, al tercero, al cuarto y casi sin quererlo estuve algo más de dos horas bien entrada la madrugada intentando averiguar qué era eso de Veneno y por qué no podía dejar de consumir su contenido.
Desde entonces y hasta ahora, un proceso de obra casi contado en directo y la historia de la joven valenciana Alejandra Merit (antigua marketing manager del Grupo Voltereta) que se ha propuesto “despertar el veneno de toda una generación”. ¿Cómo? Creando todo un movimiento.
Este viernes abre su sede física en el límite entre el barrio de Ruzafa con el de Monteolivete, en una gran nave de 405 m2 donde cada día se va a dar cita una agenda cultural con diversas propuestas para todos los gustos y una oferta gastronómica que sirve de punto de encuentro tanto de adeptos y curiosos (de estos últimos también hay muchos), que se preguntan qué hay detrás de esa gran puerta negra en el número 124 de la Avenida Peris y Valero. ¿Nos adentramos?

El sueño de Alejandra Merit
Antes de entrar de lleno en explicar esta nueva apertura que acontece en Valencia, es importante introducir el contexto para comprender cómo un proyecto ha llegado a tener esta notoriedad que traspasa fronteras, mucho antes de ni siquiera contar con un espacio tangible para ello. Desde que la protagonista de esta historia se fue a los 15 años a estudiar a Estados Unidos, tuvo claro que uno de los grandes propósitos de su vida era hacer algo que le emocionase de verdad y no ha cesado en perseguirlo desde entonces.
Tras combinar Erasmus y trabajo en Suiza (lo que le permitió ahorrar un buen colchón económico) nada más acabar la carrera decidió disfrutar de un gap year para conocerse un poco más a sí misma. En vez de destinar un año entero en un solo lugar, escogió un destino diferente cada mes gracias a la plataforma Workaway en el que se ofrece voluntariado a cambio de alojamiento.
“Cuando acabé la carrera de Administración y Dirección de empresas (ADE), no tenía claro lo que me gustaba, pero quería averiguar que era lo que no me gustaba para ir descartando cosas. Gracias a que conocí a un montón de chicas durante mi tiempo en el extranjero y vi que era algo normal hacer ese ‘año sabático’ en diferentes partes del mundo, decidí lanzarme a ello. Es así como fui profesora de inglés en Vietnam o llevé un hostel en Tailandia”, reconoce a Guía Hedonista, Alejandra Merit.

“Al sexto mes me di cuenta de lo que verdaderamente me gustaba era crear comunidad, organizar eventos, unir e inspirar a las personas. Y fue entonces cuando empecé a organizar actividades relacionadas con el emprendimiento en el destino donde estaba cada mes. Al año, acabé en Hong Kong y volví a España donde comencé a trabajar en Voltereta”, añade.
En el grupo de restauración estuvo tres años, hasta que en el año 2022 decidió dar un giro de 360º a su vida y apostar por lo que hoy es Veneno. Dejó su trabajo como marketing manager en Voltereta y el resto es historia.
“Ha sido el hambre lo que me ha ido guiando desde entonces y en cada instante. Al dejar el trabajo pude elegir mis próximos pasos desde la plena libertad y tenía claro que quería hacer algo donde poder unir todo lo que me gustaba, en un espacio físico. También estaba segura de que quería crear un proyecto que inspirase a los jóvenes, a toda una generación. En definitiva soltar ese veneno que llevo dentro y que en su justa medida o en dosis perfectas, no tiene por qué ser perjudicial”, indica Alejandra.
A finales de 2022 comenzó a buscar espacios, lo encontró al año siguiente y el 26 de octubre de 2023 publicó su primer reel de Instagram. Veneno comenzaba a ser una realidad. Casi 90.000 seguidores después y más de un año de obra, la sede oficial de este proyecto abre sus puertas.

“Al principio fue un proceso muy solitario al que llamo ‘el camino del desierto’, incomprendida total, y teniendo que dar explicaciones a todo el mundo. Pero al final tenía muy claro mi objetivo y que nada ni nadie me iba a hacer desistir en el propósito. Entró una chica de prácticas conmigo, Claudia, y ahí fue cuando creamos las redes y desde ese momento es cuando puedo decir que mi vida comenzó a fluir. Siento que he tenido que demostrar a través de las redes sociales que el proyecto iba a funcionar. Por el hecho de ser mujer, ser mi primera vez emprendiendo y ser joven, me han cuestionado cada paso que he dado; pero aquí estamos”, sentencia.
"Por el hecho de ser mujer, ser mi primera vez emprendiendo y ser joven, me han cuestionado cada paso que he dado"
La sede Veneno House: cultura y gastronomía
Tras cruzar las puertas negras de acceso, lo primero con lo que nos encontramos es con la instalación temporal que promete cambiar cada ciertos meses impulsada junto al alumnado de la Escuela Barreira Arte y Diseño, donde en cada exposición se va a reinterpretar el significado de esta iniciativa. Una transición entre el mundo real por una parte y el mundo Veneno, al otro lado.
Una vez dentro, nos recibe este espacio gastro-cultural (ideado por Natalia Calvo del estudio de arquitectura Gotac) que recuerda a La Fábrica de Hielo, con capacidad de alrededor de 120 personas sentadas y unas 200 en total, con dos reservados a ambos lados ideales para cualquier tipo de celebración, encuentro o evento con aforo entre máximo 12 y 24 personas, respectivamente. En la parte trasera, una agradable terraza que pretende estar totalmente acondicionada en unos meses, en cuanto la licencia esté aprobada.
En la propuesta gastronómica, es el cocinero Sergio Llinares el encargado de presentarnos la carta. Tras estudiar cocina en el 2015, comenzó su trayectoria profesional en varios restaurantes de Gandía como Ca Marc o La Gastrocasa. Pasó cortos periodos de tiempo en Saddle (Madrid) e incluso haciendo prácticas en el Celler de Can Roca (Girona). Los dos últimos años lo hemos encontrado como jefe de partida en el restaurante de Ricard Camarena ubicado en el Centro Cultural Bombas Gens en Valencia.

“Hemos basado casi la totalidad de nuestra carta, alrededor de la idea de compartir platos al centro de la mesa. Una carta divertida, sorprendente, con sentido común, dándole mucha importancia a las bases de siempre (sofritos, salsas o vinagretas) con alguna pincelada vanguardista”, señala Sergio Llinares.
A lo que Alejandra Merit añade: “Y yo diría que la carta es atrevida también, porque nos la hemos jugado en mezclar algunos ingredientes que no son nada típicos, pero con los que no tenemos miedo a probar y ganar”, señala.
Es ahí como vamos a poder saborear unos buñuelos de la casa con boletus y espuma de parmesano; un hot pepito de titaina del Cabanyal; milanesa de ternera con huevo meloso, cheddar y rúcula; o una dorada gaditana con salsa verde, hierbas frescas y queso feta. El broche de oro lo podemos poner con alguno de sus postres como la bomba de tiramisú o el cremoso de queso, acompañado de fresas en su jugo, crema de pistacho y croissant crujiente.
“A todas las propuestas que vamos a encontrar en la carta, Sergio les ha dado ese punto muy personal, el ‘toque Sergio’ que decimos. Son platos de la gastronomía española pero dándoles una vuelta de tuerca, un twist que creemos que los hace irresistibles. La carta va a ser bastante volátil, al final esto es Veneno. La gente va a decidir al 100% qué es lo que les gusta y lo que no, qué mantener en el menú y qué debe pasar a una nueva vida, de eso no hay duda”, indica Alejandra Merit.



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“También haremos muchas acciones, como por ejemplo que el Día de la Madre venga una madre a cocinar y que ese plato se quede algunas semanas de mayo para que toda nuestra clientela lo pueda probar”, añade.
Si nos centramos en la propuesta líquida, Mahou se va a encargar de la parte cervecera y los cócteles van a correr a cargo de Royal Bliss. Por el momento, y hasta que ruede un poco más el proyecto, van a ofrecer opciones basadas en combinaciones sencillas como el Espresso Martini, las Margaritas o los Mojitos, para más adelante trabajar con creaciones más especiales o incluso propias. Sin olvidar que ya cuentan con un cóctel que lleva su nombre bajo el sello del licor de flores St-Germain.
Entre la programación cultural, vamos a encontrar una agenda versátil que promete ir cambiando en función de los días de la semana, necesidades, gustos y temporadas. Es así como nos van a deleitar con jornadas de detox digital sin móviles ni aparatos electrónicos, donde toda aquella persona que los utilice va a tener que pagar una ‘multa’; encuentros de ‘Book Parties’ donde leer en silencio o hacer intercambios de libros; tatuajes en directo; sesiones de arte en vivo; almuerzos electrónicos; puntos de encuentro de club de runners; ¡y todos los domingos market!
“Para mí Veneno significa corazón, emoción, reto, cercanía y equipo. Quiero que se convierta en un referente en la ciudad donde las personas se digan: no sé qué va a pasar hoy en Veneno, pero sea lo que sea, quiero estar”, reconoce Alejandra.
Acompañándola en esta aventura, encontramos a Carla (programación y gestión), Julia (diseño y creación de contenido), Sergio (chef y jefe de cocina) y Saray (directora del local); además de un total de once personas más que conforman el staff entre sala, barra y cocina.

Un movimiento que se nutre de Instagram
Pero tal y como reconoce Alejandra: “Veneno Concept va mucho más allá de esta nave”. Es un movimiento con el que pretende participar en el ‘despertar’ de los jóvenes, pero que se puede extrapolar a eventos, fiestas o quién sabe si a un festival (al estilo Burning Man, pero en Europa, a poder ser). Todo aquello que imaginemos en cada momento.“La idea es que la gente ame tanto la marca que yo pueda hacer lo que quiera con ella”, reconoce.
Y por ahora no va por el mal camino, más de 85.000 seguidores lo corroboran. Incluso alguno de ellos forma parte de ese 30% de Veneno que tuvieron que vender hace unos meses a inversores con el propósito de conseguir financiar el proyecto. Algunos fueron amigos, familiares, marcas y alrededor de una veintena de personas salieron de Instagram: “Necesitamos bastante capital y muchas personas cercanas a nosotras pusieron un pellizco; pero también lo publiqué en Instagram porque al fin y al cabo no me puede hacer más ilusión que determinados seguidores que nos conocen desde el primer minuto, puedan formar parte de Veneno como socios”, comenta Alejandra.
“No te haces una idea de la ilusión que me hace haber creado toda esta comunidad y sentir que estoy dejando esa huella en la gente. Esto es mi felicidad plena y me sigue impactando día a día que las redes tengan esta función y este alcance. No tengo miedo de que esto falle, porque en el caso de que tal y como lo hemos planteado vaya mal, seremos lo suficiente creativos para buscar una solución y que vaya bien. Aún nos quedan muchas opciones antes de plantarnos ante el peor de los escenarios”, sentencia.

Para quienes se pregunten del vínculo de Veneno con Voltereta, Gonzalo Calvo es uno de los cofundadores de este nuevo proyecto, pero no tiene el sello Voltereta debajo del brazo como lo pueden tener otras marcas como One Burger o Begin. Veneno es totalmente independiente a los restaurantes de la familia Calvo. En palabras de la propia Alejandra: “Estoy totalmente desvinculada de Voltereta, aunque son muy amigos míos, obviamente les he consultado y les he pedido miles de favores, pero ya está. Siempre les estaré eternamente agradecida por todo lo que me han ayudado y por los años trabajados juntos”, reconoce.
Ahora solo queda acercarnos hasta el número 124 de la avenida Peris y Valero y comenzar a desvirtualizar este proyecto que ha estado durante tanto tiempo a la sombra de Instagram. Porque ya te vaticinamos, hay Veneno para rato.