Fue una de las aperturas indiscutibles de 2023. Lo recomendé hasta el infinito mientras su croqueta de carbonara y guanciale daba el sorpaso en uno de los escasos rankings que son de utilidad en mi vida, mi clasificación personal de las mejores croquetas. Más que superado aquel hype inicial, sigo pensando que Raro ha sido una de las aperturas más acertadas de los últimos tiempos. De las que hacen un poquito mejor esta ciudad.
Somos Raro es como una de esas películas actuales que en en cuanto se estrenan se convierten en clásicos. Parásitos, Robot Dreams o As Bestas. Supongo que por eso me cuesta pensar que aún no ha cumplido tres años. A punto de dejar de ser hijo único –ya deslizamos algo aquí cuando hablamos de Serralunga de lo nuevo que tienen entre manos–, el restaurante ha añadido este verano nuevas propuestas que se suman a esa carta que prescinde de etiquetas y a la que la normalidad le resulta insoportable.

A la ya venerada croqueta o a la intocable ensaladilla Olivier’s le han acompañado durante todo el verano la Alita César, la ensalada de tomates del Perelló con stracciatella, una coca de dacsa de atún Balfegó o un brioche de cordero. Estos platos y algún otro forman parte del menú Bocados, que propone Raro para quien no le apetezca pensar demasiado. Son platos que saben, huelen y fijan en la memoria este verano que empieza lentamente a despedirse. Para mí, la última visita supuso el arranque de esta estación de la que no pienso desprenderme del todo cuando llegue el equinoccio. Son tambien platos que revelan la mirada propia de Sergio Rozas e Ibai Bengoechea, dos cocineros que sin desviarse de la cocina y el producto valencianos tratan de aportar algo más. De Sara Folgado no hay mucho más que añadir que lo que hemos contado siempre, que es una de las mejores anfitrionas que tenemos en Valencia y que hay que hacerle siempre caso cuando te recomienda un vino.
Ojalá este trío, del que estamos deseando conocer a Sutil, su nuevo retoño, continúe haciendo cosas así de raras.


