También halla el antiguo Horno de los Apóstoles y azulejos de un palacio del siglo XVIII
VALÈNCIA, (VP). Las excavaciones arqueológicas que el Consell está realizando en el edificio de la calle Micalet, número, 5 de Vaència, el que fue Palau de Calatayud, han sacado a la luz un tesorillo compuesto por 12 monedas del siglo XIV. Se trata de 4 reales de la ceca (palabra de origen árabe que indica el lugar donde se acuñan monedas) de València, 6 dineros de la ceca de Zaragoza y dos dineros de la ceca de Barcelona. Asimismo, los trabajos también han descubierto el antiguo horno de Apóstoles.
Se trata de unos hallazgos de gran interés histórico y patrimonial. En el caso de las monedas, tanto por su valor numismático como para el conocimiento de la historia de estos edificios, de las personas que vivieron en ellos y de su economía.
Las monedas han estado ocultas durante 600 años en uno de los muros del Palacio de Calatayud y pertenecen a tres de los antiguos territorios de la Corona de Aragón (València, Zaragoza y Barcelona). Los expertos datan su origen a finales del siglo XIV y principios del siglo XV.
Su estado de conservación era deficiente y por ello se han sometido a un proceso de limpieza y consolidación para evitar su deterioro, mediante el uso de modernas técnicas de láser.
Por su aspecto, parece que las monedas tuvieron un largo periodo de circulación. Este hecho, unido a que el lugar donde se hallaban ocultas es una estancia del ámbito doméstico, posiblemente la cocina de la vivienda por las manchas de hollín cercanas en la pared, lleva a los técnicos a interpretar que podría tratarse de una pequeña "hucha" propia de un ahorro limitado y no de una fortuna personal que se pretendiera mantener a resguardo.
El hallazgo monetario está compuesto por:
- 4 reales de plata mezclada con cobre de la ceca medieval de València. Presentan en el anverso el busto coronado de frente del Rey y en el reverso el escudo coronado de Valencia. A pesar de que la leyenda donde aparece el nombre del rey está muy deteriorada, los primeros estudios parecen revelar el nombre de "Iohannes", y por la contrastación con el resto de monedas creemos que fueron acuñadas en el reinado de Joan I, que reinó entre los años 1387 y 1396.
Las monedas provienen de tres de los antiguos territorios de la Corona de Aragón. Ahora queda por delante una fase de estudio que permita afinar más su identificación y otras cuestiones numismáticas, como es el periodo de su circulación y el valor real que estas piezas tuvieron en su tiempo.
Los trabajos arqueológicos también han hecho aflorar el antiguo horno de los Apóstoles, que da nombre a la calle contigua a este edificio. Un horno cuya existencia hasta ahora se presumía, pero que no había sido descubierto. El horno, que no estaba a mucha profundidad, ha aparecido al quitar las capas más modernas de hormigón y excavar un poco. Se trata de una gran superficie circular con suelo de gruesas baldosas que aguantaban el calor durante la cocción. Sobre ellas se depositaban panes, pastas y otros productos para su cocción.
Los hornos de pan, como otras instalaciones y servicios (los baños públicos o las carnicerías), fueron durante la Edad Media y Moderna monopolios señoriales, en el caso de Valencia, del propio rey. Su construcción se fomentó desde finales del siglo XIII, una vez asentada la sociedad feudal. En el caso del Horno de los Apóstoles, el poseedor del horno fue el desaparecido Real Convento de Santa María Magdalena, situado en el entorno del actual Mercado Central.
Las excavaciones desarrolladas en el Palau de Calatayud también han sacado a la luz dos pavimentos de azulejos de finales del siglo XVIII y del XIX. Se trata de dos buenas muestras de la azulejería valenciana de la época. Su estado de conservación es deficiente, pero gracias a las técnicas de restauración, se espera extraerlos enteros y recuperarlos para el futuro.
Uno de los pavimentos se ha descubierto en la fachada de la calle Santo Cáliz y pertenece al palacio existente con anterioridad en el edificio. En esta composición se entrelazan cintas amarillas con bordes azules, junto con otros listeles amarillos que forman meandros o grecas y en el fondo pequeños ramos o tallos con flores y hojas. Estos azulejos se incluyen en el estilo neoclásico, muy próximos ya a la rica azulejería valenciana de finales del barroco.
El segundo de los pavimentos se ha hallado en el edificio vecino al palacio, hoy Horno de los Apóstoles. Debía de pertenecer a una habitación en el semisótano de una vivienda con entrada desde la calle Santo Cáliz. Las excavaciones han sacado a la luz un suelo en el que se combina un área perimetral de baldosas de barro de pasta roja y en el centro azulejos en blanco con un ramo central de flores. En unos casos las flores están pintadas solo en azul y en otros, de varios colores, con predominio de amarillo, verde y marrón.
Se trata de unos azulejos muy sencillos que se hicieron muy populares en València en la primera mitad del siglo XIX y que suelen utilizarse en los suelos de cocinas y otras habitaciones e incluso chapando bancos, armarios o estantes.
Asimismo, los trabajos en el Palau de Calatayud incluyen también la restauración de varios mosaicos de principios del siglo XX fabricados por Pavimentos Nolla, firma fundada en Valencia por un empresario de Reus tatarabuelo de Rita Barberá. Algunos de ellos eran visibles en el edificio utilizado actualmente, pero otros han aflorado al levantar, primero, el parqué, y debajo de este, una capa de baldosas que se colocó encima de la de Pavimentos Nolla.
En 1860 Miguel Nolla creó en Meliana un pavimento muy resistente a base de combinar losetas de diversos tamaños y cientos de colores. Este pavimento se convirtió en sinónimo de lujo. Quien pavimentaba su casa con algunos de los miles de dibujos posibles demostraba su buen gusto y también su buena situación económica.
Ahora, pasado el tiempo, casi cuarenta años después de cerrar la fábrica, los mosaicos de Nolla que quedan son objeto de auténtica veneración por su originalidad y gran belleza, así como por la calidad intrínseca del producto, que todavía hoy sorprende por su factura y gran dureza.
Los trabajos en el edifico de Micalet 5 proseguirán ahora con el desmontado de las soleras de hormigón y tabiques para despejar los espacios donde seguirán las excavaciones en el suelo y el picado en las paredes.
"Nuestras expectativas al inicio de este proyecto eran grandes y se han cumplido. Los expertos ya previeron que en esta zona de la ciudad (entorno de la calle Micalet y de la plaza de la Virgen) había muchas posibilidades de localizar restos arqueológicos de gran valor, como así ha sido. Es un escenario urbano que ha visto pasar cerca de veintitrés siglos de historia y no podíamos perder la oportunidad, aprovechando la rehabilitación del edificio, de acometer los trabajos necesarios para sacar a la luz los restos de nuestro pasado", ha indicado la directora general de Sector Público, Modelo Económico y Patrimonio, Empar Martínez Bonafé.
"Fruto de los trabajos hemos encontrado, entre otros hallazgos, un tesorillo que obviamente no nos servirá para pagar el FLA -ha bromeado Martínez Bonafé- pero que, para nosotros, tiene un enorme valor histórico, sentimental y patrimonial porque es recuperar nuestra memoria histórica, y es algo que nos ha de ayudar precisamente a construir nuestro futuro para que sea mejor y más sostenible, mirando muy bien y analizando lo que nos dice nuestro pasado".
"Es fundamental preservar el legado histórico para conocer lo que hoy somos como pueblo y, por eso, vamos a volcarnos en ello. Ese es el papel de la historia y, en concreto, de la arqueología: exponer los hechos del pasado para construir el presente y diseñar un futuro mejor, donde integremos el legado material e inmaterial de nuestros antecesores para beneficio de la sociedad", ha señalado Empar Martínez.
Los trabajos arqueológicos que se están realizando se incluyen en las actuaciones preparatorias previas para la rehabilitación del inmueble ubicado en la calle Micalet, 5, que es el resultado de la unión de cuatro antiguos edificios, entre los que destacan el Palau de Calatayud y el llamado Horno de los Apóstoles.
El inmueble fue la primera sede de la Conselleria de Cultura, pero, durante más de 20 años y posteriormente, ha alojado los servicios de Administración Pública, a veces como conselleria independiente y otras compartiendo competencias con otras conselleries como espacio multiusos. En su última etapa albergó a la recién creada Conselleria de Transparencia y a la Secretaría Autonómica de Modelo Económico y Financiación, antes de ser desalojado para su reforma.