No queda claro si corren buenos tiempos para la poesía, pero desde luego sí lo son para la contestación política. El próximo EP de la banda valenciana, surgida en 2016 de la unión de Arthur Caravan y el poeta, traductor y performer Héctor Arnau, lleva por título El auge de la extrema pereza, y no parece necesario preguntarles por qué. El próximo sábado se subirán al escenario de La Mutant con nuevo material y un nuevo componente, el bajista castellonense Xavi Muñoz. Eso sí, para adquirir el disco tendremos que esperar hasta octubre
VALÈNCIA. Grupos nuevos aparecen a diario, pero en pocos como Las Víctimas Civiles el activismo y la poesía se pegan como una liendre a las letras y las melodías. Intelectualmente hablando, pertenecen a la familia de María Arnal i Marcel Bagés o Pablo Und Destruktion, artistas para los que la palabra es un fin en sí mismo, no un apósito de intrascendencia y lugares comunes.
Sus canciones son punzantes, irónicas; supuran anarquismo por los cuatro costados. Son una nota disonante dentro de un contexto de socialdemocracia triunfante, extremismos en alza y movimientos asamblearios algo desinflados. Su próximo trabajo discográfico, que verá la luz el próximo mes de octubre, abre un nuevo capítulo en la trayectoria de este proyecto político-musical, surgido en 2016 de la unión de la banda alcoiana Arthur Caravan y el polifacético artista Héctor Arnau. Se suma ahora al equipo el músico castellonense Xavi Muñoz, al que conocemos por sus múltiples colaboraciones con otros grupos nacionales y extranjeros como Alberto Montero, Dorian Wood o la banda británica Stereolab. Muñoz ha sido también el responsable de producir este próximo EP -titulado El auge de la extrema pereza-, del que con suerte podremos escuchar algún adelanto este sábado en La Mutant. Las Víctimas Civiles forman parte de la tercera edición de Pops Marítims, donde compartirán cartel con el ex líder de Stand Still Enric Montefusco -que presentará su segundo LP, Diagonal-; el power dúo vasco Niña Coyote eta Chico Tornado y María José Llergo, entre otros.
Hablamos de estas y más cosas con Héctor Arnau, que estos días presenta su monólogo Las Pasiones Enanas en el marco de Cabanyal Íntim.
-El título de vuestro próximo EP nos arrastra por inercia hacia la primera pregunta ¿El auge de VOX inspira más pereza que miedo?
-Según me contaron en un bar, el auge de la extrema derecha es una maniobra fabulosa del PSOE, siempre proclive en ardides. Esa misma persona también me comentó que el recientemente fallecido Rubalcaba organizó el 15-M con el hijo de Savater. Nos encanta la conspiranoia en el grupo. De cualquier forma, después de 24 años de mayoría absoluta del PP, y tal como se decía en las plazas, el miedo y la pereza van a cambiar de bando.
-Habéis contado con la producción de Xavi Muñoz, músico castellonense que también toca habitualmente con grandes como Alberto Montero, Dorian Wood o Stereolab. ¿Qué os ha llevado a trabajar juntos?
-La amistad, la fascinación que nos causa la ciudad de Castellón de la Plana y la sintonía política y sentimental. Xavi había tocado con Pau Miquel y Toni Blanes en otros grupos.
-¿Qué novedades cabe esperar de estas nuevas canciones?
-El anterior disco fue urdido casi en su totalidad por Pau Miquel Soler partiendo de letras y melodías mías. Un esfuerzo titánico que se alargó durante más de dos años. Este nuevo trabajo ha sido más colectivo, más coral. Y rápido, al menos, en su ejecución.
-¿Dirías que a la hora de buscar compañeros de viaje para Las Víctimas Civiles pesa más la afinidad política o personal que la propiamente musical?
-Sin duda. En lo musical, yo soy el único en el grupo que no odia profundamente toda la historia de la música en lengua castellana.
-Un pequeño spoiler... En el nuevo disco habláis de temas como la aporofobia, un término acuñado por la filósofa Adela Cortina para designar el miedo y el rechazo al pobre ¿Es un mal contemporáneo, o siempre ha estado allí?
-Uno de los primeros miembros del grupo, el teórico del arte Rubén Marín, era conocido como el hombre más pobre de Europa pues, a pesar de ser originario de Sant Vicent del Raspeig, había vivido en Berlín, en París, en Barcelona, y en Londres sin llegar a juntar más de 20 euros en un mismo bolsillo. Fue él quien me introdujo a mí en la deriva fóbica cuando ambos intentábamos que nos dejaran pernoctar en la casa okupa en la que vivía la actual alcaldesa de Barcelona.
-¿Cómo recuerdas aquella época (alrededor del año 2003), marcada especialmente por la atmósfera de oposición a la Guerra de Irak? ¿Qué comparación establecerías con el momento actual, con Podemos en el tablero de juego y con un movimiento feminista imparable, pero al mismo tiempo contrarrestado por el auge de los nacionalismos de extrema derecha a nivel mundial?
-Soy bastante primitivo en cuanto a teoría política porque me arrastra la emoción y las veleidades de la experiencia y me ahogo fácilmente en el río de la Historia. Pero me temo que en aquella época la angustia y la alienación eran menos evidente entre los más jóvenes y relucía un poquitito más la esperanza de algún tipo de cambio o de transformación o la posibilidad de algún tipo de lucha.
-En alguna ocasión has comentado que el 15-M fue un movimiento demasiado mitificado. ¿Cómo valoras la situación actual de Podemos?
-No nos representaban. No había pan para tanto chorizo. Horror de lema. Queríamos acabar con el bipartidismo. Y acabamos con los movimientos autónomos, con lo poquito que quedaba de disidencia. El 15-M fue un invento del poder; o peor, el poder supo apoderarse de él con fruición. Al menos aparecieron Ciudadanos y VOX, qué gustazo. ¿Consecuencias imprevistas, ingeniería social?
-De nuevo, hay alguna canción nueva en la que pareces reflexionar sobre cómo el hedonismo (las drogas, la fiesta) a veces es una simple herramienta de desactivación política. No sé si eres de los que también piensan que el poliamor, Tinder y la hipersexualización de la sociedad también son armas de doble filo.
-Como víctimas civiles estamos siempre a favor de la conjura contemporánea de hipersexualización y puritanismo. Además de la desactivación política a través de la promiscuidad politoxicómana, la resaca como filosofía vital y el placer moralizante y panóptico como verdadero amor.
-Volviendo sobre las estrategias de desactivación política ¿Crees que puede pasar con el 8-M algo parecido a lo que ha ocurrido con el 1 de Mayo, que se ha convertido casi en un día festivo más, que se emplea para irse de puente con los amigos o la familia, en lugar de salir a reivindicar los derechos de los trabajadores?
-El capitalismo nos convence seduciendo, con libertades y comodidades impensables para nuestros mayores. Sus armas son complejas, pasionales y punitivas, y sus eslóganes son a un mismo tiempo aparentemente sencillos, pero también taxativos. Como el “no es no”. La imposición de rituales es imprescindible para la definitiva universalización socialdemócrata.
-Comenzaste recitando, saltaste al teatro y de ahí a la música. Un camino de ida y vuelta, porque de hecho ahora mismo estás representando en Cabanyal Íntim Las Pasiones Enanas, un texto que publicaste hace dos años en la revista Bostezo bajo el título Un hombre blanco piensa. ¿Qué puedes contar de esta propuesta?
-Es algo nuevo para mí, porque me enfrento a un texto cerrado, cuando yo soy dado a la dispersión y a la improvisación. El proceso de desarrollo y creación ha sido de tres años, entre Portugal y València, con la ayuda de la catalana Judit Pujol. La memorización ha sido ardua, meses y meses de paseos mnemotécnicos. Pero estoy feliz, ojalá llegue a tener recorrido.
-En vuestro disco anterior hacíais hincapié en las heridas no cerradas de la Transición, un proceso cuya beatificación poníais en tela de juicio. Apenas dos años después, parece que está encima de la mesa la exhumación del dictador ¿Qué valor simbólico le otorgas a este gesto? ¿Puede ser el principio de la cauterización de aquellas heridas de las que hablabais en el LP 40 años de éxito del posfranquismo español
-Ojalá sea así, pero también la consagración a la memoria histórica puede convertirse en meme o, peor, en negocio. De momento ya va por ahí Almodóvar calzándose medallas. O quizás que esté tan vivo el posfranquismo es dique para que no esté de moda, por ejemplo, la Santa Inquisición. No sé, espíritu medieval y trenes de alta velocidad.
Hablemos del bombardeo constante de información, la verborrea de las redes sociales. ¿Es doloroso para un poeta ver cómo la palabra parece perder valor?
-Es doloroso el relativismo, la falta de crítica, la hipervigilancia. Observar cómo las empresas, la industria cultural y las instituciones van adueñándose de cada centímetro y de cada gramo. La normalización de la mentira. Oscurantismo laberíntico. Tanto dolor, dolor a manos llenas, ángeles con grandes alas de cadenas. Hay que celebrarlo: no somos nada.
-Paradójicamente, hay quien defiende que formas de expresión como la poesía y el spoken Word están ganando nuevos nombres y nuevos públicos. Jesús Ge, el valenciano Mr Perfumme y tú mismo sois dos ejemplos de ello. ¿Estás de acuerdo?
-A la soledad, a la sobremedicación, al sedentarismo. Es broma. Yo lo achaco sobre todo a los buenos oídos del público que está tornando con fervor hacia el clasicismo, hacia el soneto petrarquista y la décima real. Eso es lo que predijo Santiago Auserón hace veinte años en la Fundación Bancaixa y cada vez lo veo más errado. Sin olvidar, claro está, la calidad manifiesta y el trabajo desempeñado por los compañeros que me pones como ejemplo.
-Por lo que has conocido estos últimos años, desde la fundación de Las Víctimas Civiles, ¿qué impresión te está causando el funcionamiento de la industria musical? ¿Te sientes cómodo en ella, te gustaría seguir avanzando en ese mundo de discográficas, festivales, promotores… preferirías no alejarte del entorno underground?
-Me gustaría poder seguir cantando y componiendo, me ha costado mucho poder hacerlo. También me gustaría seguir viajando con los compañeros, disfrutando con ellos de lo que hacemos. Somos amigos desde hace tiempo, a veces incluso nos queremos y eso es revolucionario. Cuando nos degluta el mercado dejaremos de mendigar en las colas de los cines.