El dúo catalán Hidrogenesse forman parte del cartel del Festival Orgull València del 17 de junio en la Plaza de Toros de Valencia
VALENCIA. No suele ser muy habitual que, en un grupo, todos los miembros de la banda se presten a hacer una entrevista; muchas veces ni siquiera ocurre que el 100% de un dúo cuadre sus agendas (y sus ganas) para responder juntos a las preguntas. Sin embargo, no es el caso de Hidrogenesse. Ellos siempre suelen respetar la integridad del proyecto en las entrevistas. Carlos Ballesteros y Genís Segarra se presentaban delante de la cámara para responder con la fluidez del natural discurrir de los hechos a cada pregunta. Tras ellos, varias torres de libros apilados certificaban lo que decían en aquella entrevista a Nando Cruz en Rockdelux: utilizan las bibliotecas. Desde esa escena, el dúo analiza su relación con Valencia a raíz de su participación en el Festival Orgull València del 17 de junio, así como el estado de la etiqueta indie, los festivales y el tabú (o no) de la orientación sexual en la música.
Hace poco os llevasteis el premio a mejor disco de electrónica en los Premios de la Música Independiente. ¿Cómo encajáis estos reconocimientos?
Genís: Somos muy prácticos. Cuando se abren las candidaturas, como sello, presentamos el disco.
Carlos: Sí, todo lo que publicamos lo presentamos y es una manera de darle más visibilidad a un trabajo que has hecho. Está muy bien que el jurado nos seleccione y que luego el público nos haya votado.
G.: Porque a los que están seleccionados los vota el público; entonces quiere decir que hay bastante gente, no sé si mucha o poca…
C.: O unos pocos fans que nos votan.
¿Qué opináis de todo lo que rodea a estos premios?
C.: Bueno, los organiza una pequeña industria independiente, que lo que quiere es dar a conocer y que se valore más la música de sí mismos.
G.: De hecho, nosotros (Austrohúngaro) no somos socios de la UFI. O sea que no es una cosa cerrada entre los socios que forman la UFI y se premian entre ellos; tanto con este disco, como con el anterior que publicamos, fuimos seleccionados y tuvieron un premio. Así que no es una cosa muy sectaria, como algunos creen.
C.: Lo que viene a que hayamos ganado estas dos veces es que la música española todavía tiene trabajo por hacer. No hay muchos grupos que se presenten y que tengan una repercusión y un público que luego vote.
G.: Sí, porque hay otros grupos que tienen mucho más público que nosotros y no están. Bueno, no entendemos muy bien: un jurado lo selecciona, la gente vota por Internet y es, como siempre, sorpresa.
Vosotros venís de más atrás en lo que respecta a la cronología de hechos del indie o la música independiente. ¿Sigue existiendo como tal en este país?
G.: Como género musical sí. Hay muchos grupos.
C.: Una evolución de todo eso es lo que ahora está.
G.: Si tú miras los festivales de España, los grupos que más tocan y están en todos los carteles de esos festivales son herederos o directamente son grupos de los 90 que practicaban esa forma de hacer música que se llamaba indie. Lo que sí ha pasado es eso, que la etiqueta indie se refiere ahora un estilo de música; cuando nació no era así, cuando nació era indie lo que no salía en una multinacional. Entonces, antes igual era indie un grupo ñoño que un grupo muy salvaje; igual eran indie los Smiths que un grupo techno. Así nos criamos nosotros en los 80, cuando se lanzó la etiqueta; luego ya en los 90 esta etiqueta se convirtió en un género, una manera de tocar, de presentarse en público, de hacer letras, el sonido… se entendía eso como indie. De hecho, cuando nosotros empezamos era tan a finales de los 90 que nosotros ya…
C.: Directamente se nos consideraba como lo contrario porque hacíamos letras en castellano, no usábamos guitarras, era más pop. Parecía como lo contrario, de alguna manera.
G.: Sí que ahora parece que sigue esa nostalgia por esa época, pero yo no sé si es porque es mi generación o la gente joven también escucha esos grupos. Yo, cuando veo grupos minoritarios de los 90 que ahora se reúnen en festivales y tocan casi de cabeza de cartel, no acabo de entender qué ha pasado; ni tenían tanto público para ahora ser tan importantes, ni me parece que ahora la gente joven escuche esos grupos. Supongo que es marketing: esa nostalgia ahora vende. Una persona que ahora tiene 22 años dirá “este grupo yo no sé lo que es, pero me convencen de que son un grupo que fue muy guay y es una pasada que se reúnan, me lo creo, voy a verlos y lo disfruto con mis cervezas y mis amigos”. No hay más que eso.
¿Y vosotros os sentís parte de ese indie de ahora, o al margen?
C.: Nos hemos sentido al margen del indie desde el principio.
G.: Y a la vez hemos participado en todo eso: hemos tocado en esos festivales, hemos tocado con esos grupos, hemos publicado en esos sellos… No es una cosa de la que podamos decir que no hayamos tenido nada que ver.
C.: No, porque lo hemos disfrutado.
G.: Y porque hemos estado ahí. El otro día leí que lo decía Álex, de Los Flechazos y de Cooper: sin él haber sido indie para nada, estuvo ahí en todos los festivales, publicaba los discos en Elefant… pero sin ser nada de eso. Yo creo que nosotros un poco igual: hemos tocado en el FIB, hemos tocado en el Primavera, hemos tocado en las salas donde tocan los otros grupos, con esos mismos grupos… No te puedo decir que hayamos estado haciendo un camino aparte, pero musicalmente no tenemos nada que ver con eso.
Este año vais a repetir en algunos festivales. ¿Os identificáis con esa especie de hedonismo de los festivales?
G.: Se nos da bien. Somos un grupo muy lúdico en directo, y lo que más nos interesa es que pasen cosas y la gente lo pase bien o esté entretenida. Cualquier cosa menos aburrirse. Funcionamos bien en salas de 100 personas y, haciendo un repertorio idéntico en el FIB o en el Primavera, que se pueden acercar miles de personas a verte, pues también funciona bien.
C.: Cuando tocamos en el FIB, en 2011, o no sé si antes habíamos tocado así en un festival…
G.: En el Summercase.
C.: Sí, era un poco más pequeño… Bueno, nos dimos cuenta de que, aunque estemos sólo nosotros dos en el escenario, la cosa funciona.
G.: De hecho, en los festivales no es tan importante que la gente te conozca y te siga, es decir, que se sepan tus canciones y les haga tremenda ilusión que les cantes esa canción, sino que es más importante que la música que salga de los altavoces sea entretenida. Es una obsesión nuestra, la de no aburrirnos ni aburrir a nadie; supongo que por eso funciona, aunque no seamos un grupo muy popular y sea imposible que tanta gente conozca nuestras canciones, pero no que tanta gente se lo pueda pasar bien mientras tocamos. Y luego olvidarte y no volverte a escuchar más, da igual eso.
Al margen de lo profesional, de subir a tocar a un escenario, ¿sois público de festival? ¿Os gusta el enfoque actual?
C.: A nosotros nos gusta ver conciertos, nos gusta ver una cosa: normalmente no somos de estar en festivales. Si a un festival va un grupo que nos chifla, pues vamos al festival y lo disfrutamos, pero si podemos elegir entre verlo en una sala pequeña… Me imagino que como todo el mundo. Bueno, hay gente que no, la mayoría de gente que va a un festival le encanta la experiencia del festival, de estar al aire libre, de noche, porque es muy agradable.
G.: Pero a nosotros no. A mí al menos no me gusta estar con mucha gente, ni ver los conciertos desde muy lejos a través de las pantallas. Tampoco me gusta el sonido muy alto, al contrario: mi canción favorita, me la pones a muchos decibelios y no la estaré disfrutando, estaré esperando a que termine, por favor. Tengo hasta tapones de esos caros que tapan el sonido por si tengo que ir a un festival. Hay gente que es al revés: cuanto más fuerte esté la música, más le gusta; cuanta más gente haya alrededor, mejor se lo pasa…
C.: Hay gente que está de espaldas al escenario y se lo está pasando súper bien, está con sus amigos, y es otra manera de disfrutar de un concierto.
G.: Bueno, yo creo que la única manera de disfrutar de un festival es hacerlo así. Si no te gusta hacerlo así, que es mi caso, es raro. De hecho, nosotros hemos llegado a viajar y gastar dinero para ver grupos que tocaban en nuestra ciudad, pero como tocaban en un festival preferíamos ir a no sé dónde porque quiero ver ese concierto, y quiero verlo bien y estar a gusto y disfrutarlo desde que empieza hasta que acaba. No somos público de festival, la verdad es que no.
El 17 de junio tocáis en el Festival Orgull València, y compartís cartel con Fangoria, que es un grupo bastante reiterado en su presencia en Valencia. Al final todo recuerda bastante a la misma táctica de repetición de los festivales.
C.: Bueno, ellos tocan donde les llaman.
G.: Puede ser. Pero también es por popularidad y accesibilidad, porque resulta que Fangoria es muy accesible y a la vez es muy popular. Tienen una cosa muy especial: representan lo que viene a ser toda la cultura gay, y a la vez son súper accesibles, no es que te tengas que traer a Barbra Streisand.
C.: Y va a gustar de 10 de a 80 años.
G.: Me parece un grupo perfecto.
C.: Sobre todo si lo que quieres es llenar una plaza de bous. Menos mal que están Fangoria, porque con el resto… Bueno, a lo mejor las Nancys Rubias también, pero el resto estamos ahí de rellene, rellene (risas).
¿Qué es Fangoria para Hidrogenesse? No es la primera vez que tocáis con ellos.
G.: Les teloneamos antes incluso de que nosotros publicáramos disco, creo. Es una relación que viene lejos. Cuando cambiaron de Dinarama a Fangoria e hicieron el primer disco fue poder escuchar la música de fuera que tú querías oír porque la estaba haciendo esta gente tan divertida y que ya conocías y te gustaba. Era como si alguien hubiera hecho con una varita mágica “¡chin!”.
C.: Se acaban los Smiths y empieza Morrissey en dos meses, y encima te saca un disco maravilloso. Se acabó Dinarama y podía haberse hecho todo un “pluff”, pero de repente nos parecía lo que había que hacer en el momento. Es un grupo bastante importante para nosotros.
G.: Cuando tuvieron su segundo advenimiento coincidió que nosotros empezábamos a hacer música. Hemos sido pequeños viéndoles levantar de la nada a Fangoria y luego hemos podido empezar a hacer conciertos taloneando a Fangoria. Como su carrera es tan larga y ellos son tan generosos y tan abiertos a lo que pasa…
En este sentido se me plantea una duda que a lo mejor es muy estúpida: ¿pueden tocar grupos abiertamente heterosexuales en una fiesta del orgullo gay?
C.: Imagínate si pudiesen tocar ABBA. Se muere todo el público gay. Bueno, se muere todo el mundo. Pero no puede ser.
G.: Pero Alaska sí. Hace muy bien ella en tocar porque así no hace falta molestar a ABBA.
¿Os molesta que os pregunten por vuestra orientación sexual? O que no os pregunten, más bien, porque no se suele hacer. ¿Creéis que sigue existiendo cierto tabú o un pacto de silencio tácito al respecto?
C.: Puede ser porque haya que hablar de otras cosas. Eso lo primero de todo.
G.: Pues yo creo que sí, que algo pasa. No sé por qué es, pero sí que es verdad. Igual no se tiene que hablar de eso porque a nadie le importa, y lo que tiene que importar es la música, pero sí que es verdad que nunca se habla de eso; a no ser que sea el tema de lo que haces. Es algo que al principio a mí me extrañaba. “Nadie comenta eso”. ¿No interesa, o es como un tabú? Cuando yo era adolescente y descubría grupos creo recordar que sí que me hubiese interesado preguntar a los grupos… No lo sé, igual me equivoco y lo que interesa son las canciones.
C.: Bueno, a lo mejor deja de interesar cuando no se está ocultando nada. En un grupo, yo que sé, los One Direction, por ejemplo, hay uno con el que se especula si es gay…
G.: A ese no se le va a preguntar.
C.: Pero a la mínima que lo deje el grupo seguro que se va a hablar de eso.
G.: Sí que es cierto que ahora salen artistas jóvenes abiertamente gays, y sí que hacen de eso un tema en las entrevistas. Sí que es verdad que se está empezando a hacer eso, y ahora que lo pienso no sé si me interesa.
¿Cuál es vuestra relación con Valencia? Tengo la sensación de que quizá no sea una ciudad que visitéis demasiado.
G.: Nosotros hubo una época en la que tocábamos cada año en Valencia. Luego pasaron unos años en los que dejamos de tocar en Valencia, no sabemos muy bien por qué (es decir, te llamaban de otros sitios, pero de Valencia no te llamaba nadie). Últimamente hemos vuelto a tocar en Valencia.
No hay ninguna razón para ese agujero negro, ¿no?
G.: Como no vivimos ahí no sabemos qué pasa.
C.: Nosotros no organizamos los conciertos, entonces dependemos de que un promotor o una sala nos llame. No sé, se dan las circunstancias de que pasan tres años y no vas, y luego vuelves.
G.: Valencia, como ciudad, nos encanta.
C.: Nos parece mejor que Barcelona.
G.: Mejor clima. Hay menos turistas.
C.: Hay palmeras.
G.: Hay más palmeras y menos nubes.
C.: Y los conciertos que hemos hecho siempre han funcionado muy bien.
G.: Nunca ha pasado ese momento de ir a tocar a Valencia y que nadie te haya ido a ver; entonces entiendes por qué no te han vuelto a llamar. En nuestro caso no lo entendíamos, pero creemos que ya se ha solucionado. Pero lo que es físicamente la ciudad, nos encanta.
Y la plaza de toros, ¿os gusta tocar ahí?
G.: No… Lo hicimos en Huesca con Astrud.
C.: ¡Ostras, sí! Pero ni se veía que era una plaza de toros.
G.: Me parece muy bien que se usen las plazas de toros para otras cosas, pero me encantaría que realmente fuera porque ya no se hacen corridas de toros. En el fondo… No, ¡pon que sí! Estamos muy contentos de que ese espacio se use para otras cosas. Voy a pasar de si a mí me da buen rollo o mal rollo estar ahí porque no es lo importante: lo importante es que se usen para otras cosas. No hace falta derruirlas ni tirarlas al suelo.