ALICANTE. Desde Le Mans hasta Los Planetas, pasando por El Niño Gusano o Penélope Trip y tantas otras formaciones clásicas del indie español, siempre hay un aura, o al menos últimamente, sobre si aquello estuvo bien, si estuvo mal, si fue bueno o si fue una burbuja que ahora algunos se encargan de intentar ‘desmontar’ —en una especie de desmitificación como con La Movida—. Como en tantos movimientos musicales, hubo impostaciones, posicionamientos más o menos políticos, aunque fueran tibios, y grupos de fantásticos. Lógico con la explosión de nuevas olas sonoras, cuando nace lo nuevo y se abre una brecha, al poco empiezan a salir de allí cantidad de bandas, formando todo un movimiento. Exactamente igual que con el indie rock americano del que tanto bebieron. Y sí, hubo grupos muy buenos, más o menos olvidados y con mayor o menor presencia en el imaginario colectivo de hoy. Y uno de ellos fue Surfin’ Bichos.
Alejados de la Granada de los Lagartija Nick, de la capital donde empezaban a salir tantos grupos o del norte, también de gran peso musical en las olas juveniles durante los ochenta, Surfin’ Bichos surgieron de uno de esos lugares alejados de las zonas de influencia. Eso sí, Fernando Alfaro bebió y se empapó de la movida valenciana, ocupada absorbiendo música de todas partes y ya con su circuito de salas que derivaría en la ya conocida Ruta Destroy, ensuciando en parte gracias a los medios toda la otra ruta que años antes se había estado gestando y que hizo de Valencia otra capital de referencia musical en los 80s.
Ahora que se celebran 25 años de Hermanos Carnales (Subterfuge, 1992), el grupo se ha vuelto a reunir para rendir homenaje a ese cuarto de siglo y por qué no, también para reivindicarse, aunque no sea uno de sus objetivos, como explica Fernando Alfaro en la entrevista que recientemente nos ha ofrecido. Al igual que ocurrió en Estados Unidos, precisamente con algunos de los grupos hoy icónicos y fundamentales dentro del indie rock, Surfin’ Bichos tuvieron la mala suerte de haberse adelantado a su tiempo dentro del rock en nuestro país. Una historia similar a la de Pixies, ellos también con doble vuelta incluida (en 2006 y ahora), entonces poco reconocidos y hoy en un pedestal.
Surfin’ Bichos, son junto a Lagartija Nick, los decanos de esto en España, aunque si bien el grupo granadino era de un rock más tradicional, los albaceteños sí desarrollaron ese sonido más cercano al americano durante una de sus etapas clave de desarrollo, a veces incluso paralelamente con alguno de esos tótems americanos. Ellos fueron la bisagra entre el rock convencional español y el indie rock, el punto medio que después acabaría explotando durante los noventa con cualquiera de los grupos que obtuvieron gran protagonismo y de los que hoy aún queda alguno vivo.
Es, en efecto, una historia similar a la de Pixies, y la comparación no es casual. Si bien en su demo, Primera Cebolla Sónica (1988) se acercaban más al punk —como los ramalazos del grupo norteamericano— y a esa herencia del rock estatal, ya en La Luz en Tus Entrañas (Subterfuge, 1989), es una propuesta mucho más trabajada y cercana al sonido final del grupo. En él ya se ven esos destellos que sorprenden por el año en el que están facturados. Mientras que una década después, otros intentaban emular a Pixies de una forma muy explícita como Niños Mutantes con su debut, Mano, Parque, Paseo (Astro, 1998) o más tarde El Columpio Asesino —algo que también ocurrió en dicha década con respecto a los pilares del indie rock americano—, Surfin’ Bichos ya ofrecían un estilo mucho más original e inspirado.
Sin ir más lejos, la propia ‘La Luz en Tus Entrañas’ huele mucho al Surfer Rosa & Come on Pilgrim (4AD, 1988). Similitudes con el grupo de Boston que seguirían llegando después en otras canciones tan redondas como ‘Sonidos’ u ‘Oración del Desierto’, de Fotógrafo del Cielo (RCA, 1991). Hay detalles que recuerdan mucho a ellos en su música, como la sincronización de su base rítmica, en perfecta sintonía, la importancia del bajo, manejando a veces la canción en la sombra y por supuesto, la gran guitarra de Joaquín Pascual. Y aunque no es una conexión tan directa, obviamente las letras de Alfaro tienen también esa parte de surrealismo, a veces pura poesía, a veces con violencia, de Black Francis. Todo esto años antes de la ebullición y explosión indie española que llegaría poco después. Por eso es necesario, como lo sigue siendo con otros grupos interesantísimo del indie rock americano tapados por las grandes figura que se llevaron el éxito, reivindicar su legado.
En cualquier caso, durante esos tiempos, Surfin’ Bichos siguen explorando esos sonidos hasta entonces desconocidos en España y que ya llevaban años trabajándose en el underground americano, mientras los conjugan con raíces propias de ese rock español que seguía vivo durante y después de La Movida. Fueron ese punto intermedio que se balanceaba entre estas dos coordenadas sonoras y que les llevaría después a llegar a su disco más reconocido, ya con su sonido plenamente definido, Hermanos Carnales (BMG, 1992). Y eso sin desmerecer por supuesto ni lo que hicieron antes ni su posterior notabilísimo disco El Amigo de las Tormentas (RCA, 1992).
Así pues, una necesaria gira y su concierto en Pedreguer este sábado, a pesar de que a veces caiga presa de esas pijadas de hoy como llevarles a un concierto VIP en el Primavera Sound para unos pocos, para poner en valor lo que supusieron para tantos otros que llegaron después y para que quienes aún no han entrado en ellos, lleguen ahora a su mundo. Y dicho sea de paso, para poner reivindicar aquello del indie español que mereció la pena, porque lo hubo, y bastante. Un pedazo fundamental de la historia del rock nacional de las últimas décadas que merece su homenaje y el reconocimiento a su trascendencia.